Los explotadores políticamente desplazados aquí, lucen cada vez más avorazados. Pero sea por las malas (su trayectoria atroz), sea por las buenas (18 caídas en 19 intentos), no pueden trascender el tremedal que los enloquece. Y son totalmente indiferentes ante la efusión de sangre que deben al país, impagable, y ante el daño material multimillardario.
Además, no aprenden, pues padecen el síndrome borbónico, ese atasco que solía endilgar a nuestra izquierda un conocido exintegrante de la misma.
Ahora vuelve a ser tiempo de rodar.
La perversidad del fascismo, invariable arreador del resto oposicionista que no se atreve a enfrentarlo, ha estado preparándose sin pausa, bajo coyunda gringa, para desencadenar recurrentemente la maquinación conspirativa dirigida a destruir nuestra democracia y reemplazarla por un pinochetismo potenciado, del cual tuvimos el clásico botón con Carmona el Efímero.
Esa facción irracional está lanzando (salvo guarimba, o acción militar interna, de que carece, o externa, sobre la cual no decide) el grueso de sus recursos ilegales, haciéndoles creer a sus seguidores, y tal vez creyéndoselo ella misma, que tiene la victoria a su alcance.
Solo que otra vez olvidó pequeños detalles: un Pueblo que descubrió su voz y se dotó de un proyecto, una Fuerza Armada que reencontró su conciencia, un liderazgo que reencarnó al Libertador y un proceso transformador que traspasa fronteras y recibe admiración y solidaridad de todos los pueblos y no pocos gobiernos del planeta.
Cuantas veces arremetan, rodarán. Aunque tengamos que padecer dolor y sangre.
Algunos analistas no opositores piensan que se obtendrá un triunfo apretado. Pero si se pone todo en la olla, creo que podremos lograrlo mucho más amplio y ello permitiría derrotar el grito de ¡fraude! y sus sangrientas consecuencias.
¡Castigo al fascismo! ¡Justicia a las y los asesinados! ¡Victoria grande el 6 de diciembre!
