Mis queridos lectores, vuelvo a salir a la palestra después de meses de silencio. La verdad es que en el último semestre de 2015 no encontré nada interesante que comentar en materia económica, el gobierno ya sea en forma intencional o simplemente por no hallar que hacer dejó que la economía del país siguiera su curso de inflación desatada, merma de la producción interna y colas “sabrosas” según Jacqueline Farías para comprar lo que se encontrara. Debo decir que durante ese período me equivoqué al pensar que el gobierno intentaría hacer un dakazo con los alimentos y las medicinas, por medio de importaciones masivas, para dar una impresión de abastecimiento pleno justo antes de las elecciones. Sin embargo, esto no ocurrió y sospecho que no fue porque el gobierno no quisiera, sino que no pudo hacerlo, posiblemente por no disponer de los recursos necesarios para dicha importación masiva y posiblemente por no encontrar vendedores internacionales dispuestos a darle crédito.
Finalmente, llegó el 6 de Diciembre, y aquí si la pegué, porque les dije a algunas personas allegadas que pensaba que la oposición podía ganar con un amplio mayor que el que las encuestas señalaban. Para mí, la razón era que mucha gente al ser consultada en las encuestas decía que votaría por el chavismo pero no era su intención verdaderamente, su intención era abstenerse como una forma de castigo a un gobierno que no logró vender la idea de la guerra económica a su militancia.
El panorama ha cambiado radicalmente después del 6 de diciembre, hoy ya está instalada una Asamblea Nacional con mayoría opositora que tiene por finalidad sacar de Miraflores al presidente Maduro. Cabe destacar que este último ha reconocido en público la posibilidad de enfrentar un referéndum revocatorio.
Pasado el tsunami político que cambió la correlación de fuerzas en la Asamblea Nacional ha vuelto a resurgir la crisis económica. Con precios del barril de petróleo por debajo de 30 dólares y una economía rentista, importadora e improductiva el panorama no puede ser más negro para el 2016. Difícilmente, podemos esperar un año sin inflación, sin escasez, sin decrecimiento económico. Solo podemos esperar que en este año la economía siga en recesión, que esto afecte negativamente el empleo y que se retroceda en los índices de pobreza.
Sin embargo, lo más grave es que sigamos sin un rumbo claro en lo que se debe hacer para reactivar efectivamente la economía, disminuir la dependencia de las importaciones y reducir el rentismo petrolero. El gobierno recién ahora después de 3 años parece enterarse que hay una crisis muy grave y considera necesario un plan de emergencia económica. Nadie entiende como se dejaron pasar 3 años sin reconocer la gravedad de la situación y buscar soluciones a la misma. Por desgracia, lo que hemos escuchado del plan de emergencia es risible. Hasta ahora se ha reducido a crear nuevos ministerios (más burocracia), y por otra parte, a sostener que la pesca y la agricultura urbana pueden revertir la situación actual. También, se han anunciado más impuestos.
Aunque para la mayoría de los economistas, uno de los problemas a solucionar viene dado por el control de cambios, y algunos plantean volver al libre cambio y otros proponen flexibilizarlo a través de la fijación de bandas de flotación, el gobierno no dice nada al respecto. Aunque para muchos un diálogo entre el sector privado y el gobierno es absolutamente imprescindible, aunque se reconozca la antipatía mutua, el gobierno nada dice al respecto.
En este panorama entonces llama la atención la designación del Sr. Luis Salas como ministro de la economía por sus ideas radicales en materia de economía. Llama la atención que el Sr. Salas tenga que compartir la dirección económica con otros personeros que lucen mucho más moderados. Tenemos el caso de Jesús Farías que ha señalado públicamente que es necesario hacer modificaciones al sistema cambiario.
Paseándonos por las ideas manifestadas por el Sr. Salas en el folleto “22 Claves para entender y combatir la guerra económica” nos encontramos con una primera idea a analizar, el ministro Salas dice lo siguiente:
La inflación no es una distorsión de los mercados. Es una operación de transferencia de los ingresos y de la riqueza social desde un(os) sector (res) de la población hacia otro(s) por la vía del aumento de los precios. En lo fundamental, esta transferencia se produce desde los asalariados hacia los empresarios, pero también desde una fracción del empresariado hacia otra fracción de los mismos.
Para el sr. Ministro la inflación no existe verdaderamente lo que hay es especulación, avaricia y saqueo. En primer lugar, es posible demostrar con un ejemplo muy simple que puede existir inflación sin que exista incremento en la ganancia del productor. Supongamos que existe un producto X que su valor de mercado es Bs. 100. Supongamos que el costo es Bs. 70 y la ganancia es Bs. 30, esto implica un 30% de ganancias para el empresario. Supongamos que existe un incremento en los costos que lo lleva de Bs. 70 a Bs. 90. Si el empresario quiere mantener el 30% de ganancia, el precio de venta se fijaría usando la siguiente ecuación 90 + 0,3*pvp=pvp, en Bs.128,57. Si el empresario quiere seguir ganando los Bs. 30 el precio quedaría en 120. Como se puede ver ha habido un incremento de precio, sin embargo, no ha crecido la ganancia del empresario. El aumento en el costo puede deberse a un aumento de la materia prima que es importada, o bien porque hubo una modificación en el tipo de cambio que encareció los productos importados, en este caso la materia prima. También es posible que haya habido incremento en el costo de la mano de obra.
Como se puede ver la aseveración del ministro Salas no es cierta por ser una generalización. En realidad si puede haber inflación por especulación, y hay casos bien documentados al respecto. Una confusión del sr. Ministro es no saber diferenciar el efecto de la causa, la inflación no es lo mismo que especulación, la especulación puede ser una de las causas de la inflación pero no la única. Puede haber inflación de costos, importada y de demanda.
Ahora bien, la especulación solo es posible cuando el producto es muy escaso, hay poca oferta para la magnitud de la demanda. Además, debemos señalar que hay casos documentados de un aumento de la concentración de la riqueza sin que exista inflación. De hecho, Piketty un economista francés ha observado un incremento de la concentración de la riqueza en Europa sin que se haya dado un proceso inflacionario significativo.
En conclusión, la aseveración del ministro Salas es totalmente debatible, y pareciera ser más bien un eslogan con una finalidad política clara enmarcada en la concepción de lucha de clases. De hecho, el ministro en su folleto señala que la inflación se usa como arma política, en realidad, lo que se usa como arma política es el acaparamiento y la escasez que degenera en un proceso inflacionario. El ministro Salas señala que al usar políticamente la inflación como arma, aparece como correlato la escasez, en su afirmación pone los caballos detrás de la carreta. Es verificable empíricamente que puede haber inflación sin que haya escasez, sin embargo, cuando hay escasez con toda seguridad habrá incremento de precios.
Por último, tenemos que decir que el panorama 2016 en lo económico luce lúgubre, no solo por los precios deprimidos del petróleo, sino porque aún no vemos una política económica que apunte efectivamente a disminuir la inflación y reactivar el aparato productivo, solo se ve más burocracia y unas medidas desarticuladas que difícilmente tendrán una repercusión positiva. Mi pronóstico es que seguiremos en un proceso inflacionario exacerbado, seguirá la escasez, la economía seguirá en recesión, las importaciones se reducirán drásticamente y es muy probable que haya una cesación de pagos de la deuda. A todo lo anterior, hay que agregar que muchas energías se gastarán en lo político y lo que pueda pasar en este campo es de pronóstico reservado.