Es asombrosa la facilidad y la rapidez con la que los encorbatados del alto gobierno se deslizaron al capitalismo, en lo que dura un suspiro cambiaron hasta la manera de caminar. Parecen otros, son otros, ya no tienen reparos en lanzarse en la piscina capitalista. La televisión está llena de estos ejemplares que muestran orgullosos sus corbatas y su ideología nuevas, se habla de capitalismo como si Chávez no existió, el Plan de la Patria fue enterrado en la deslealtad, ahora quienes imponen las reglas son los capitalistas, son ellos los que hacen los planes. Detrás de este cortejo de infamia, van voceros y plumíferos aprobando cualquier desfachatez, justificando cualquier disparate, piensan que la masa es pendeja, no recapacitan en el significado de los millones de votos perdidos.
Los encorbatados de hoy equivalen a los Mantuanos que se oponían a la independencia, se entregaron y entregaron el sueño de Chávez, ya pocas dudas quedan. Unas preguntas surgen desde el fondo del corazón de los desposeídos, ¿Esto era todo?, ¿hasta aquí llegó tanto esfuerzo?, ¿todo está perdido?!
Para encontrar la respuesta debemos examinar el paisaje político hoy: Encontramos una feroz batalla entre dos fracciones capitalistas: la de la mud enfrentada a la alianza gobierno-fedecamaras. ¿Y el Socialismo? El Socialismo es el enemigo común, lo persiguen, lo olvidan y deforman, por un acuerdo que brota de la naturaleza de las dos fracciones.
El deber de los chavistas, de los bolivarianos, de los revolucionarios, es no dejar morir al Socialismo, hacer que entre en combate contra las dos fracciones capitalistas que se disputan la hegemonía. Esta tarea es responsabilidad de todos, unos, los militantes de base, los cuadros medios, pueden difundir de todas las maneras posibles una consigna como esta: “El Socialismo vive junto a Chávez”. Los otros, los altos dirigentes, deben mostrar con valentía su apego al Socialismo, su fidelidad al pensamiento de Chávez, decir con fuerza que el maridaje de capitalista con socialismo, es una farsa. Que bien le haría a la masa, que un alto dirigente mostrara su disconformidad con este festín de capitalismo, moralizaría a la gente, elevaría la esperanza, sería el inicio de la recomposición de las filas chavistas.
Difundir la explicación de por qué el capitalismo siempre es ladrón, se roban el sudor y la vida de los trabajadores, o se apropian de la renta, o las dos cosas; no hay capitalismo bueno, ni con rostro humano. De allí que convocar a los explotadores para que liberen a los explotados, entra en “estado general de sospecha”.
La tarea es evitar que unos encorbatados entierren al Socialismo, lo despachen en unas declaraciones irresponsables diciendo que lo de Chávez no era rumbo al Socialismo sino un simple reparto de la renta, que reduzcan todo a una sustitución de la economía rentista por la economía capitalista, con el eufemismo de productiva. Impedir el contrabando de una supuesta elevación de las fuerzas productivas, que en nombre de la productividad, que ahora parece panacea, restauren el capitalismo rentista.
La batalla de hoy es principalmente ideológica, hay que derrotar al capitalismo, en sus dos fracciones que retoñan en la desobediencia al mandato de Chávez: “ir al Socialismo, cuidado con el reformismo.”
Allí está el libro de la presentación del Plan de la Patria ante el CNE, que debe servir de guía a esta discusión.