Nuevo Bloque Histórico y sectarismo chavista

En medio de la compleja situación que vivimos, el presidente Maduro ha convocado a constituir, tomando el Congreso de la Patria como plataforma, lo que llama el “Nuevo Bloque Histórico” para la defensa de la Patria y la Revolución. No se ha definido en que consiste ese nuevo bloque y cómo ha de conformarse. Además ¿a quién corresponde tan difícil tarea? ¿A una asamblea ultra democrática donde se mezclen todos los sectores del chavismo (sectores, no tendencias, que también las hay) en una confusión de voces y posiciones? Aclaremos: cuando decimos sectores nos referimos a vanguardia política, vanguardia social, aliados políticos, aliados sociales, representantes de las masas populares, etc. ¿A una comisión de expertos dirigentes y analistas en una especie de Buró Político ampliado? ¿A una combinación de todo esto en la que se recojan opiniones y se sometan a la consideración de analistas políticos veteranos? ¿Cuál es el método de trabajo? Hasta ahora, la propuesta es bastante etérea. Se supone que una de las tareas del Congreso de la Patria es discernir con qué se come eso, lo cual parece una tarea para nada fácil. Una cosa tan relevante como la constitución de un Bloque Histórico no es concha de ajo, requiere de condiciones previas que ameritan el concurso de gente estudiosa y bien informada: hay que definir en qué momento de su desarrollo socioeconómico se encuentra la sociedad venezolana, cuál es la situación de la correlación de fuerzas políticas y sociales en la actual coyuntura, tanto en lo nacional como en lo internacional, cuáles son las tareas tácticas y estratégicas de ese Bloque. De tal manera que esas conclusiones no pueden salir de reuniones asamblearias. Tales reuniones deben aportar ideas, pero el trabajo final debe estar en pocas y calificadas manos. Para eso son las vanguardias.

Ahora bien, conformar un Nuevo Bloque Histórico tiene una derivación práctica en la cual podemos estar en problemas por cierta deformación sectaria que desde hace mucho tiempo se ha instalado en buena parte del chavismo y que es una de las causas, nadie lo dude, de que hoy seamos minoría electoral. El sectarismo tiene diversas maneras de manifestarse, algunas evidentes y otras no tanto. La más peligrosa y dañina de todas es para nosotros clara: el sectarismo hacia el pueblo.

Para muchas personas del pueblo que han simpatizado con el presidente Chávez, el chavismo les parece un cuerpo extraño, algo que está fuera de ellas, como si se tratara de eso, de una secta que anda por su lado, haciendo sus reuniones, vociferando sus consignas, repitiendo sin cesar sus frases hechas, vegetando en sus propias y excluyentes leyendas urbanas.

Una de las formas del sectarismo chavista se disfraza tras una fraseología “clasista”, que de manera primitiva e ignara aun se plantea que la lucha es de “pobres contar ricos”. Claro, esto último es solo relativamente cierto. El propio Marx previó algo que, en nuestra opinión, se está cumpliendo, y es que al final de los finales la lucha por el socialismo se resumiría en la confrontación de dos grandes bloques, el del proletariado y el de la burguesía. Más allá de que la categoría “proletariado” haya tenido desarrollos diversos, lo previsto por Marx es interpretado claramente por las consignas de los indignados de Wall Street: la lucha entre el 1 y el 99%, o sea, entre el sector de la gran burguesía monopolista y trasnacional, por un lado, y todas las demás personas, por el otro.

El error fundamental del sectarismo chavista es que en la categoría de “ricos” mete a Raimundo y todo el mundo, como dicen los cubanos. Eso debería estar ya dilucidado tras la advertencia que le hiciera Fidel a Chávez, de que en Venezuela no hay 4 millones (ahora diríamos 7 millones) de oligarcas. Pero además, si los sectarios sacaran una cuenta sencilla: el 1% de 30 millones de venezolanos es ¡300.000 personas!, solo una pequeña parte de quienes pusieron a Ramos Allup, en sentido estricto, en la presidencia de la Asamblea Nacional.

Un Nuevo Bloque Histórico transformador en las actuales condiciones de la sociedad venezolana (tema este cuyo abordaje no es posible hoy en el limitado espacio de este artículo), tendría que incluir a sectores de la burguesía nacional, a buena parte de las clases medias y, por supuesto, a obreros y campesinos. Para lograrlo se hace imprescindible combatir con fuerza y sin complejos al sectarismo chavista primitivo e ignaro, a pesar del peligro de que nos llamen de todo, desde traidores hasta “chavistas light”.



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Néstor Francia


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