La ética, la moral, son normas con una gran carga histórica y, por tanto, de clases sociales; la ética está sumergida en la lucha de clases, esa es su fuente. Antaño, la clase social que dirigía a la humanidad la impregnó con la “ética” de que la esclavitud era natural, legal, y así José Leonardo Chirinos y Bolívar eran unos delincuentes, unos corruptos. Ogaño, la clase social que dirige a la humanidad, los capitalistas, nos han hecho adoptar la creencia, la ética, de que apropiarse del trabajo ajeno, de la riqueza social, que lesionar la naturaleza al punto de acabar con la vida y convertir la relación humana en una lucha de todos contra todos ¡es ético!, y así las rebeliones de los pobres son ilegales, son corrupción.
Lo bueno y lo malo son conceptos históricos que deben ser ubicados en la ética propia de las clases en pugna: luchar contra la esclavitud es bueno, aceptado para unas clases sociales y subversivo para otras; luchar contra el capitalismo será bueno o malo dependiendo de la ubicación en la lucha social; matar es bueno dependiendo de quién lo haga y cómo lo justifique, si es a unos delincuentes que se rebelan contra la explotación siguiendo los mismos principios éticos del capitalismo, es decir atracando al prójimo, es ético, es aceptado. Esos delincuentes cometieron el delito de develar la esencia del capitalismo, rompieron las reglas; si esos mismos delincuentes, digamos un pran, deja de atracar a sus semejantes a mano armada y monta una empresa capitalista para atracarlos legalmente, en ese caso es un gran señor, no importa si contaminó, si condenó a cientos de obreros a la miseria.
Ya estamos en condiciones de hablar de la ética de los desposeídos, de los pobres de la tierra, y de la ética de los apropiadores, de los explotadores, de los capitalistas. Veamos.
La ética revolucionaria, la que intenta fundar un nuevo mundo, es la ética del deber social, del sentido de pertenencia a la sociedad, a la naturaleza, a la biósfera. Para esta ética el bien social y el bien individual se complementan; si perjudica a la sociedad, a la vida, es malo; el individuo debe realizarse en el bien social. La ética capitalista es la del egoísmo, se puede resumir en “si da lucro es bueno, es aceptado, es ético”. De esta forma, arremeter contra la vida, contra la humanidad se medirá por la cantidad de dinero que puede reportar.
Con este marco ético tenemos una referencia para movernos en la realidad, no es un instrumento perfecto, tendrá fallas, es factible de antinomias, aporías, contradicciones de razonamiento, pero es una guía útil para no dar batallas políticas que beneficien a lo que queremos atacar, sustituir.
Según lo anterior, andar persiguiendo corruptos y no atacar al capitalismo que les dio origen es, para decir lo menos, una candidez; perseguir corruptos, es decir a quien llevó al extremo la ética del capitalismo y simultáneamente construir alianzas con los burgueses, con los corruptos legales, es un fraude y una distracción de la batalla de los desposeídos.
Elías Jaua propone “rebelarse” contra la corrupción, leamos un párrafo de su escrito publicado en Aporrea el domingo 18:
“Somos nosotros mismos, los que tenemos que rebelarnos contra este fenómeno contrarrevolucionario. Yo aspiro, más temprano que tarde, que se realice un Congreso del PSUV, para discutir y decidir sobre formas de combatirlo y establecer nuevos referentes en el marco de una ética cristiana, bolivariana, socialista y chavista que anime, sobre todo a nuestra juventud, a seguir construyendo una cultura del trabajo y un modo modesto de vivir bien”.
Ojalá se dé este Congreso que propone Jaua, y ojalá agarren el toro por los cachos y comiencen atacando las bases éticas que sustentan desde el roba gallina, el bachaquero hasta el supermillonario que robó dentro de la legalidad capitalista o fuera de ella, pero siempre siguiendo su precepto ético. Ojalá este Congreso de Jaua retome el abandonado camino de la ética de Chávez, de fundar un mundo donde todos vivamos como hermanos, donde ser rico sea inútil, innecesario, porque todos tendrán sus necesidades satisfechas, y nadie se apropiará del trabajo de todos.
La lucha contra la corrupción sin luchar contra el capitalismo es lucha bufa.