Atravesamos una crisis total y de sus entrañas, necesariamente, surgirá el líder que la conduzca. La lucha por el liderazgo es reflejo de las tensiones entre las clases sociales, sus proyectos, sus intereses. Cada pretendiente, de manera consciente y muy frecuentemente de manera inconsciente, es personalización de alguna de esas clases. Pero ¿cómo es ese líder, dónde surge, quién es? Las preguntas no tienen respuesta, sólo podemos aproximarnos indagando en la historia. Estudiemos la formación del líder revolucionario. Veamos.
Lo primero que encontramos es que la existencia individual del líder, su formación se encuentra con las pugnas sociales en lo profundo del alma, de los pilares éticos, de los grandes ríos y muros morales, y allí toma partido. El líder se forma en la ética revolucionaria desde la cuna, y esta formación surgirá en los momentos de las grandes decisiones definitorias. Pongamos ejemplos.
Matea, ese roce temprano tatuó en el niño Simón las condiciones morales para liberar a los esclavos y dar un impulso decisivo a la guerra de Independencia. Simón Rodríguez le trajo los aires libertarios de Europa, los textos de los pensadores, le dio visión universal, lo llevó más allá de su entorno. Su formación individual se topó con las condiciones sociales y Bolívar escogió la Independencia y no la causa del Rey.
El Che es irreconocible sin su madre intelectual que le obsequió un universo de sabiduría escondido en los libros, pero también sin Granado y su viaje quijotesco por la América. Los indios bolivianos, los leprosos, despertaron en él la solidaridad ya sembrada en la infancia. Su encuentro con Fidel fue definitivo, tomó la decisión revolucionaria de acompañarlo, ésta fue la mayor muestra de la conciencia del deber social que había desarrollado, de la calidad de su ética, de su moral. Fue a la manigua a correr riesgo sin pensar en lo personal, entregó su vida como los grandes, a favor de la causa de los pobres.
Fidel y Chávez tienen en su formación la impronta del cristianismo primitivo, el de la solidaridad, el amor, que el Comandante Chávez consideraba continuaba en el Socialismo. Sus decisiones están signadas por esta formación.
Dice la Biblia "por sus frutos los conoceréis", podemos decir de los líderes, sus acciones son muestra de sus corazones. Los líderes revolucionarios manifiestan su calidad moral en sus acciones. Bolívar lo dejó todo por la causa de la Independencia. Fidel asaltó el Cuartel Moncada y asombró el mundo, aquella hazaña revelaba un hombre capaz de una acción muy riesgosa que tenía como objetivo el bien social, nada personal lo motivaba. Chávez se hace gigante cuando en aquel mundo de mediocridades, de cálculos egoístas, deja su posición privilegiada de alto oficial y corre el riesgo de alzarse contra la democracia burguesa, y luego asume la responsabilidad, en época de cobardes y pusilánimes.
Ya tenemos algunos elementos para imaginar quién, cómo, será el líder revolucionario que surja de la crisis:
Será un hombre con ética revolucionaria, que podríamos resumir junto al Che diciendo "guiado por profundos sentimientos de amor". Ese amor y ese sentimiento del deber social se manifestarán en una acción, debe ser capaz de correr el riesgo y no temerle al fracaso que ella supone.
La crisis parirá un líder revolucionario, y excretará un líder reaccionario, en ellos se encarnará la lucha milenaria entre los que se realizan de manera egoísta y los que se realizan en el bien común. Los pusilánimes, los amortiguadores, los que prefieren la sombra segura no importándoles qué causa los cobija, los que tienen miedo de dar los saltos que la situación reclama se quedarán en las orillas de la historia.