América del Sur se asemeja a un ave con sus flamantes alas oceánicas presta a levantar vuelo, al frente está Venezuela, con su mar donde los antiguos navegantes en sus ágiles y artesanales embarcaciones trazaron infinitas rutas dejándonos ese inmenso patrimonio cultural caribeño.

De esta tierra es Simón José Antonio de la Santísima Trinidad y nosotros también, orgullosos y llenos de pertenencia a una Nación con nuestros ancestros indios, negros y europeos. Nos corresponde y diría que más bien, es una obligación inmiscuirnos en nuestro actual tiempo político, social e histórico; acercarnos cada vez más a nuestro Libertador, pues ello es la significación de la unidad y la continuidad del legado independentista para llevarlo a formas más altas de redención social, como hubiera querido el Padre de la Patria.

Los procesos de cambio social, de revoluciones, cuando son verdaderos, siempre estarán sujetos a dificultades, triunfos y reveses y quién ha sido una verdadera autoridad en ese orden ha sido precisamente este venezolano de todos los tiempos. En la P.D de una carta fechada en la Paz, el 8 de setiembre de 1825, dirigida a Santander le decía: "Vd. y Sucre son los hombres de Colombia para el mando supremo. Yo no valgo nada para esto y lo digo de todo corazón. Yo soy el hombre de las dificultades y no más: no estoy bien sino en los peligros combinados con los embarazos; pero no en el tribunal ni en la tribuna; que me dejen seguir mi diabólica inclinación y al cabo habré hecho el bien que puedo" (1)

Sabía el Libertador la complejidad de la tarea que había asumido, unir a los pueblos suramericanos, liberarlos de las antiguas ataduras, eliminar la condición de súbditos y crear ciudadanía. En la Carta de Jamaica en 1815, valoró la importancia de la herencia cultural en la sumisión a la madre patria: "El hábito a la obediencia, un comercio de intereses, de luces, de religión (…) en fin todo lo que formaba nuestra esperanza nos venía de España. De aquí nacía un principio de adhesión que parecía eterno…" (2)

Bolívar en 1828, debió haber tenido muy presente en su memoria aquella carta que le había enviado a Santander, en 1825, que hemos citado, donde le confesaba su poco interés en la alta burocracia, ya que, concebía su vida en las situaciones de mayores dificultades en función de la patria, y ese año 28, precisamente el vicepresidente neogranadino se había convertido en una importante "dificultad".

Recordaría también el sueño continental, las ideas unitarias, el Corinto suramericano esbozado en la Carta de Jamaica, trece años atrás; en 1828, sufriría por la poca comprensión de líderes políticos y militares, en momentos en que Colombia la Grande, se producían sucesos que apuntaban hacia su disolución.

Comenzando enero, El Libertador desde Bogotá le envió una carta al general J. A, Páez, para que tomara todas las medidas e impusiera el orden en Guayana, ante el motín de un grupo de facciosos que destituyeron al Coronel José Félix Blanco, intendente de esa región.

Por otra parte, tempranamente se activaron los adversarios de Bolívar bajo la dirección de Santander, a la sazón vicepresidente de la República, para la convocatoria de la Gran Convención de Ocaña, que funcionaría como un congreso constituyente, para reformar la Constitución de Cúcuta, pero que en el fondo era una gran conspiración contra Simón Bolívar y el Proyecto Gran Colombiano.

El general de división neogranadino, José Prudencio Padilla innegable combatiente patriota y vencedor en la batalla naval de Maracaibo, jefatura una insubordinación en Cartagena, siendo derrotado y reducido por el comandante general del Magdalena general Mariano Montilla, y remitido preso a Bogotá.

En carta a Montilla Bolívar le dice en cuanto a la escogencia de los diputados a la Convención "Esta elección se ha hecho del modo más infame e inicuo que se puede imaginar, ellos y su partido se apoderaron de las elecciones y llevaron sus listas (…) en cuanto a Santander, este hombre perverso ya nada le queda que hacer, toca todos los resortes de la intriga, de la maldad y la maldad para dañarme…" (3).

No escapaban al Libertador otros sucesos en Venezuela, como los tumultos en Cumaná, o las andanzas de José Dionisio Cisneros, antiguo sargento que combatió en las filas realistas y permaneció en la insurgencia contra la República: "mucho me alegro que hayan a los principales facciosos de los Güires. También tengo grandes esperanzas de que concluiremos con Cisneros, con ese tenaz, que tantos daños nos ha causado, pues veo que Vds., van tomando fuertes medidas para perseguirlo".(4)

Sobre la República Gran colombiana pendían además dos grandes amenazas, las posibilidades de guerra con el Perú, ante las constantes amenazas e incursiones, en Bolivia, y las noticias que llegaban de la invasión que se preparaba en Europa para la restauración del absolutismo español.

En el medio de tantas dificultades hubo un suceso que dio motivo a un intercambio epistolar entre el Libertador y el general José María Córdoba, en relación a un simbólico fusilamiento de monigotes alusivos a Santander y sus compinches preparado y festejado por Manuela Sáenz y amigos ocurrido en la quinta donde vivía en Bogotá: le escribía Bolívar a Córdoba:

"Sabe Vd., que yo lo conozco a Vd., por lo cual no puedo sentirme con lo que Vd. me dice. Ciertamente conozco también y más que nadie, las locuras que hacen mis amigos (…) en cuanto a la amable Loca ¿Qué quiere Vd. que yo le diga a Vd.? Vd. la conoce de tiempo atrás. Yo he procurado separarme de ella, pero no se puede nada contra una resistencia como la suya... "(5).

Esta carta del Libertador, respetuosa, diplomática, de jefe responsable incorpora una expresión de insuperable ternura, en la locura bendita de la pasión y el amor, "la amable loca". Dos meses más tarde esta "amable loca", protegió y salvó la vida de nuestro Libertador ante el intento de asesinato de los conspiradores santandereanos. Poco tiempo después casi dos decenas de los conjurados fueron juzgados, condenados y pasados por las armas y no precisamente de manera simbólica, entre ellos Prudencio Padilla.

Lo cierto es que es imposible concebir una revolución sin amor, pues ella en sí es un acto amoroso, la constituyen líneas difusas avanzando a contornos más precisos y colores y formas, de no ser así hay que ponerle intensa atención y revisar lo construido

A Manuela Sáenz

El yelo de mis años se reanima con tus bondades y gracias. Tu amor da una vida que está expirando. Yo no puedo estar sin ti, no puedo privarme voluntariamente de mi manuela. No tengo tanta fuerza como tú para no verte: apenas basta una inmensa distancia. Te veo aunque lejos de ti. Ven, ven, ven luego.

Tuyo de alma (6)

El historiador Indalecio Liévano Aguirre en el Capítulo XXXV, de su obra Bolívar, coloca el siguiente epígrafe atribuido al Libertador:

"Un gobierno que salve la independencia americana es la primera necesidad popular; este gobierno no ha de ser como los que han prolongado la dolorosa agonía de la revolución, que si no ha terminado en 17 años, es culpa nuestra, no de su esencia"

ESTE TEXTO NO ES APTO PARA MISÓGINOS

LA REVOLUCIÓN ES CULTURAL

Rafael Castro

1.-Bolívar Simón/A S E. el general F. de P.Santander, Págs., 436-437/Cartas del Libertador/Tomo IV (1824-1825)/Banco de Venezuela/Fundación Vicente Lecuna/Caracas 1966/.

2.-Bolívar Simón/Carta de Jamaica, p, 68/en Doctrina del Libertador/Fundación Biblioteca Ayacucho y Banco Central de Venezuela/Caracas 2009.

3.-Bolívar Simón/Carta al general Mariano Montilla/p.150-151/en Cartas del Libertador/Tomo VI (Julio de 1827-1828) Banco de Venezuela/Fundación Vicente Lecuna/Caracas 1970/.

4.-Bolívar Simón/ Carta al Dr. Cristóbal Mendoza/Ibíd., p.160.

5.-Bolívar Simón/ Carta a José María Córdoba//Ibíd., p.396.

6.-Bolívar Simón/Carta a Manuela Sáenz/ib., p, 397