I
Una mentira más
Aunque uno esté postrado en su cama. Aunque a uno le pesen los años. Aunque sienta hambre en su estómago. Aunque no encuentre medicinas para sus males. Aunque
Los empleados, los obreros, jubilados y pensionados se les saboteen sus marchas pacíficas en procura de mejores sueldos y salarios. Aunque nos duela en el alma lo que le está pasando a Venezuela, aunque digan que no es así… Uno tiene que pararse y sentarse frente a la computadora, pues así lo quieren los burócratas del gobierno que preside el presidente Nicolás Maduro, al mentir cada segundo, cada minuto, cada hora, y cada día que pasan, sin que se les frunza la frente por un instante. El ministro de Petróleo y Minas, Eulogio Del Pino, con sus ojos reposados, pero triste, afirmó que los Proyectos de la Guayana Socialista, marchan viento en popa. O sea, chévere, pues. O sea pa´ lante, como diría en mi tierra. O sea, estamos pepiaítos en Guayana, con esos proyectos. Mentiras, puras mentiras. ¿Hasta cuándo tantas mentiras? ¿Por qué abusan de la tranquilidad de un pueblo que ve, oye, y almacena en silencio?
II
Vivir en la luna
El señor Del Pino parece que vive en la luna. Tengo la impresión que él habla de otra Guayana. Pero no de la Guayana que sufre por falta de agua. Que sufre por falta de alimentos. Que sufre por falta de medicamentos. Que sufre por los bajos sueldos y salarios de sus empleados y obreros, que no alcanza ni para comprar un pan en una panadería. Que sufre por ver como sus empresas están en el esterero, como producto de la improvisación y del desdén de los burócratas del gobierno. Que sufre por el basurero en que han convertido a Ciudad Guayana. Que sufre por que las clínicas rechazan el ingreso de los empleados y obreros de la CVG y de los cascarones de las empresas dizque básicas, porque no se les pagan los servicios. Que sufre por la alta corrupción que existe, y se lleva los pocos recursos que se destinan para la CVG y las empresas. Que sufre por observar como el edificio sede de la Corporación Venezolana de Guayana, no es más que un camastrón donde pernotan los burócratas que son enviados desde Caracas, como presidente, o como ministro, o como mesías que no les duele un dedo por esta tierra, mientras empleados y obreros cobran sin trabajar. Así como lo oyen: ¡cobran sin trabajar! ¿Hasta cuándo, Dios mío, tanto sufrimiento?... ¡He vuelto sin querer!
Teófilo Santaella: periodista egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la isla del Burro, en la década de los 60.
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