El ex Presidente de Uruguay, con su estilo singular, califica al Presidente Maduro de estar “loco como una cabra" por haber acusado a su canciller almagro de ser "agente de la cia”. Ese es el nivel de las discusiones internacionales, en el vecindario del Sur. La falta de rigor, disimulada con un estilo campechano, y un gatillo alegre de acusaciones sin medidas merece estudio. Veamos.
No es casual que los oponentes de hoy, con sus particulares estilos, uno al estilo “Pedro Navaja” y el otro de pragmático campechano, mezcla de Cantinflas con Aristóteles, hayan sido militantes de un cambio profundo de la sociedad, militantes de lo más avanzado de las aspiraciones de la humanidad, del Socialismo y ahora chapotean en las aguas del capitalismo. Dejemos que los Revolucionarios uruguayos como Zabalza salden las cuentas con sus dirigentes, ellos sabrán. Nosotros hablaremos de los nuestros y sus circunstancias. Veamos.
Cuando este gobierno se inauguró, inmediatamente sufrió un duro ataque de la derecha externa que lo acusaba de ser incompetente, ignorante, poco estudiado, bachiller. El gobierno, los hijos de Chávez, se defendieron argumentando que habían aprendido en años de acompañar al Comandante y que esa era una escuela comparable a la mejor universidad del mundo. Tenían razón, aprender directamente con el maestro es el mejor método de educación, y si ese maestro es Chávez la formación no tiene igual en el mundo. Así se derrotó la conseja de la educación y el gobierno comenzó a andar, o mejor, comenzó el examen en la práctica de las horas de aprendizaje junto al maestro.
Rápidamente la soberbia sustituyó a la humildad, la sensatez fue aplastada por la adulación, y antes de que un gallo cantara tres veces el Comandante fue negado. Se falsificó su testamento, el Plan de la Patria, se ocultó su presentación en el CNE. "Nadie se dará cuenta", dijeron. Se apartaron de sus clases, ocultaron lo que no convenía, olvidaron sus enseñanzas y creyeron saber más que el maestro, "él se equivocó" argumentaron; "ahora son otras condiciones", justificaron. El maestro quedó sólo como imagen que niega su propio legado. Cualquier intento de seguir sus lecciones, de atacar la “lógica del capital,” por ejemplo, o el “horror a las oligarquías”, fue perseguido, satanizado; los alumnos comenzaron a resolver las disidencias, las dificultades, como malandros: culpando a otros, tirando piedras, con acusaciones vacías, el primer objetivo fue la crítica.
Y así, profundizando el extravío, recorriendo el camino del error, llegamos a esta situación. El gobierno, bien provisto de piedras, le cae a guaratara limpia a medio continente, acusa desde uribe hasta almagro, los gringos, los vecinos, la flota, los españoles, la oea, todos son culpables de los “bachaqueros” que hace tiempo dejaron de ser pueblo y ahora son paramilitares. Todo lo que pasa de malo, que es bastante, es culpa de otros. El gobierno es impoluto, virginal, no ha fallado su política y sus decretos siempre dan resultados.
Olvidaron a Chávez y se aliaron con la burguesía, le pegaron a su Papá y lo están pagando.
Con el revocatorio pasó igual, empezaron a enredar el asunto y la presión en la calle comenzó a elevarse. Chávez, en contraste, inmediatamente reconoció la necesidad del referéndum y fue a esa batalla. El maestro entendió que el referéndum era un asunto político que se dilucidaba en la práctica y no en las leyes; estos estultos le pegaron a su Papá y se fueron por otro camino, ahora empantanados, obligados a reprimir, sólo consiguen que la presión aumente. El paisaje político se complica, ya Generales se pronuncian, con la angustia del que quiere la obra del Comandante, siguen las enseñanzas del maestro y entienden la necesidad de un giro urgente o esto se lo lleva la sayona.
No es extraño que los perciban como cabras locas, ni las cabras le pegan a su Papá.
Es necesario rectificar, o alguien rectificará por estos malos discípulos.
