Una de las grandes fallas de los grupos opositores venezolanos es su tosco empeño en desestimar el proceso revolucionario que en medio de las tempestades se viene desarrollando en nuestro país. Más grave aún es el desprecio que sienten los partidos opositores y toda su cohorte de la derecha por el poder popular que poco a poco ha venido proyectando claras propuestas para consolidar esa fuerza innata que está en las comunidades.
Precisamente, es desde las comunidades donde nace la voz y la fuerza para resistir ese feroz ataque que mantienen los poderosos grupos económicos, políticos y religiosos contra la familia venezolana, contra el gobierno y contra el Estado mismo. Ese sentimiento de esperanza y de fe por un modelo político que reivindica al hombre y a la mujer, a los niños y los ancianos, es lo que mantiene viva la llama revolucionaria en el corazón de la sociedad venezolana. Más allá de las voces negativas que hablan que estamos al borde del abismo, el pueblo sabe que el modelo capitalista significa la muerte del alma y del espíritu y que el cuerpo solo sería un saco de huesos rodando por las laderas de la nada.
La revolución ha venido abriendo los espacios para la participación activa de todos los ciudadanos y ciudadanas quienes han visto como se han ido abriendo las compuertas para consolidar las fuerzas del poder popular y las comunidades a través de los Consejos Comunales, las comunas, los CLAP, los CLP y otras formas de organización donde se van articulando los proyectos para ser presentados a las instancias correspondientes. Esa es la fuerza innata del poder popular que sirve de apoyo al proyecto revolucionario, que pese a todas las arremetidas de los feroces enemigos internos y externos viene construyendo un modelo político de inclusión y participación.
Cada día vemos con más claridad como andan las aguas en este rio de la vida. Por un lado, las aguas cristalinas de la revolución, bañando de fe y esperanza el rostro de los hijos de esta patria nuestra, Por el otro, las aguas putrefactas de la oposición, que ruedan en su propio caldo de cultivo de la maldad y el odio. Arrastrando palos y escombros quieren llegar al gran embalse del poder, pero les será cuesta arriba, porque lo sucio va para los charcos y ciénagas, mientras que el agua cristalina va directo para el gran embalse.
La revolución no está vencida, al contrario con brío y con fuerza cabalga sobre el poder popular, que mas que unidad es una fuerza que está allí, lista para dar la batalla en cualquier campo de lucha. Eso quiere decir entonces que la revolución tiene pueblo, tiene alma, tiene direccionalidad y compromiso por la defensa de la patria. Al contrario de la oposición, fuerza negativa que siente odio y desprecio por la familia venezolana; además, tienen mercenarios y ayuda de los imperios que quieren adueñarse de las riquezas de este país.
Los retos que tienen esta revolución y el poder popular es no desmayar en la lucha y cada uno de nosotros desde las trincheras que nos ha tocado, luchar cada día para derrotar a esa derecha apátrida y demostrarles que somos una fuerza política preparada y dispuesta para una y mil batallas si es necesario. Así que no se equivoquen.