¿Pipa de la Paz?

No deja de impregnar un sabor amargo la cruda realidad que presentan los días por estos tiempos de Guerra Económica. Para todos, pero especialmente para esos venezolanos que nos toca transitar la existencia a "pie", se nos hace difícil acostumbrarse a la carga emotiva que implica tener que explicar, sobre todos a los inocentes de nuestro propio hogar, cómo es que precisamente en los mediodías y en nuestras propias cocinas se ha convertido el lugar predilecto donde con mayor salvajismo se viene librando y cobra sentido la pugnacidad política de la nación. Donde algunos propiciando la agonía del hambre ofrecen en contra prestación el espejismo de un macabro "Cambio" que ya vivimos en el pasado, y otros que trabajosa y afanosamente, intentando ganar la pelea, buscan evocar el sueño de Chávez, para continuar manteniendo nuestra innegociable Dignidad.

William es uno de esos sujetos que aun siendo abogado, Jefe Civil de la parroquia y Camarada de profesión y convicción, le suele costar trabajo tener que explicar a su familia el sentido y el valor de la honestidad sobre todo a la hora de comer. Mientras otros, sacándole provecho a sus cargos, aprenden a manejar en los taxis que les dio una Revolución que todavía hoy no atina ha encontrar expresiones que den fundamentos a lo que, con humildad manifiesta, procuró quien en este momento tanta falta le hace a Venezuela.

Por todos lados se encuentran las huellas y los sacrificios de lo difícil que se nos ha tornado el sobrevivir, sobre todo en momentos cuando más se requiere "echarle bolas" a lo que amenaza con salírsenos de las manos, más cuando, por las contradicciones de algunos de los "nuestros", tan parecidos o iguales que los propios energúmenos que nos tienen pasando hambre, se nos va la Patria.  

Solo dentro del campo de la especulación puedo decir que ninguna esperanza me convoca el interés de saber de qué color fue el humo de la "pipa de la Paz" que aparentemente buscaron "fumarse" en República Dominicana el Gobierno y, cierto sector de, la Oposición. Evento que agarró desprevenido a medio mundo y, sin embargo, pocas expectativas ha levantado, sobre todo en los predios de la Oposición, donde la noticia generó un cataclismo tal que claramente dejó al descubierto las profundas "fallas" geológicas de su piso político.

Un evento, según mi parecer, claramente auspiciado y obligado desde el exterior. Una mera formalidad que algunos necesitan cumplir para luego "lavarse las manos" y soltar sus bien entrenados "perros de la guerra". Pareciera que lo de República Dominicana fue un acto que algunos quieren y deben aprovechar para dar la impresión que han agotado todos las vías pacíficas para solucionar la "crisis" en Venezuela.

La desafiante escalada de asesinatos "selectivos" por parte de sujetos claramente relacionados con sectores de la Oposición (Alcaldía de Chacao) evidencia, sobretodo, que dentro de la MUD no existe criterio único ni respeto por las decisiones tomadas en los supuestos consensos de su agenda. Cada quien por su lado no desaprovecha la más mínima oportunidad para a "codazos" acomodarse, cada quien busca y encuentra en esa convocatoria de sacar a Maduro de la presidencia, la manera de alcanzar la gloria del protagonismo político. La MUD se ha convertido en una jauría de hienas que a la menor señal de estar su presa abatida reaccionan entre sí con mayor ferocidad y mordiscos, para procurarse el mejor bocado.

Inmediatamente conocido la noticia sobre este aparente "coqueteo" ocurrido en República Dominicana, emulando el Golpe Militar a Allende, que comenzaría a gestarse con el asesinato del general René Schneider, incluso antes de que este valiente Socialista asumiera la Presidencia de Chile, sicarios (policías activos de una Alcaldía Opositora) recibieron la orden para asesinar a nada menos que a quien fue el Jefe de Casa Militar y Comandante General de la Milicia Bolivariana. Era necesario un acontecimiento de esta espeluznante naturaleza para conmocionar de tal urgente manera el clima político de la nación, entre otras cosas un "mensaje a Garcia" a todas las FANB, que los consorcios nacionales e internacionales de la comunicación aprovecharían como fanfarria para que el secretario de la OEA, habiendo esperando esta señal, procediera invocar la Carta Democrática en contra de Venezuela.

Lo evidenciado en República Dominicana en esa, aparentemente, "secreta" iniciativa de diálogo con el Gobierno, nos da pie a pensar (y realmente quisiéramos, por el bien de todos) que no todos en la MUD se encuentran a gusto por los resultados y métodos hasta ahora empleados y obtenidos. Quisiéramos pensar que este no fue un momentáneo lapsus de razón sino, un verdadero, oportuno y valiente, plantarse al borde del precipicio para razonar lo que todavía estamos ha tiempo de evitar. Ojalá que de ese lado del "Pensamiento" exista aun la cordura y la valentía para darle a Venezuela "un chance a la paz".



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Waldo Munizaga


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