Nadie pone en duda que estamos en medio de una profunda crisis terminal, en poco tiempo todo cambiará; la incógnita, la incertidumbre es hacia dónde mudará, cuál será el signo del mundo que viene.
La crisis conmociona a toda la sociedad, nada escapa a las sacudidas. Lo personal, la familia, el Estado, la verdad, los conceptos, todo es tocado por la onda expansiva de la turbulencia. La vida se adapta a la nueva situación: se come de otra manera, se viaja, se trabaja, se consume, se ama, se piensa de una nueva forma. ¿Cómo moverse en este terremoto, cómo entenderlo, qué nos corresponde hacer? Veamos.
El gobierno, siempre torpe, insiste en el remedio de la compensación material, allí gasta todo su esfuerzo. Al no obtener resultados se encoleriza, vocifera ido de la realidad que a sus pies le va construyendo un capitalismo que le reservó el papel de represor, de gendarme.
Las grietas en el gobierno se profundizan, algunos voceros ensayan gritos disidentes para luego ser atrapados por el terror a salirse del rebaño y de nuevo los envuelve el silencio laudatorio o la aprobación cómplice. Otros rompen la unanimidad y piden reunión con el alto mando. En medio de las grietas balbucea la discusión teórica, todavía débil, descalificada, como siempre, con acusaciones, insultos.
La situación reclama discusión dura, fuerte, profunda, es en la teoría, en la ideología que se pierde una Revolución, y esta Revolución chavista se está perdiendo. Es hora de prestigiar la discusión, darle carácter de urgencia, impedir que sea saboteada diluyéndola con tácticas populistas que ya acabaron con otros intentos de formación y discusión. El miedo a discutir del sector gobernante sólo tiene parangón en el miedo a avanzar en la Revolución, a mover a la masa tras objetivos revolucionarios, a perder la comodidad de que todo siga igual
En el campo de batalla comienzan a perfilarse las diferentes corrientes de pensamiento, aparecen los capitalistas en el gobierno, en la oposición, en la disidencia todos abogan por la propiedad privada, desde Generales hasta encargados de organizar al poder popular lo hacen, todos se apresuran a certificar su fe en la propiedad privada. También asoman las teorías que se pueden agrupar en “hacer la Revolución sin tomar el poder”, y no faltan los desesperados con la solución de fuerza, la represión, éstos son pichones de fascistas.
La teoría revolucionaria, “el chavismo según Chávez” sufre brutales intentos de enterramiento, ya pocos lo defienden, al contrario se deforma, se falsifica, se ignora, se usa la imagen para justificar cualquier cosa. La tarea principal de los Revolucionarios, de los Chavistas hoy es rescatar el pensamiento de Chávez que no es otra cosa que la continuidad de la ideología cristiana, bolivariana, zamorana, la misma de Fabricio, de Américo Silva: Odio a las oligarquías, contra la lógica del capital, unión de los Revolucionarios.
Es urgente que los Chavistas se reúnan, se agrupen en torno al Testamento de Chávez: el discurso en el CNE en la presentación del Plan de la Patria, se puede encontrar comentado y con prólogo de James Petras en el libro: “El Chavismo según Chávez”. Que ese pensamiento entre de nuevo en la batalla política, llame a rectificar, regresar al punto donde extraviamos el camino, al día después del asesinato del Comandante que fue un crimen político que ya tiene responsable intelectual y material: ¡el capitalismo! Que se recomponga al gobierno para ponerlo al servicio de la Revolución y no de la burguesía. No es un trabajo para pragmáticos que ya fracasaron, tampoco es para empresarios, no es un motor, se trata de la Misión más importante que pudiera hacer hoy la Revolución: abastecer con el pensamiento y el espíritu de Chávez
Es necesario que el chavismo se prepare para resistir el embate capitalista que desde el gobierno y desde la oposición hoy padecemos, cualquiera sea su evolución.
