En los últimos tiempos la incertidumbre, el miedo y la angustia están presentes en la cotidianidad del venezolano y la venezolana. Escepticismo y frustración se apoderan de amplios sectores de la sociedad. El discurso desde la oposición y el conjunto de enunciados en los que se apoya responden a la necesidad de exacerbar el odio y la rabia contra el orden establecido.
Construyen una realidad y un régimen de verdad donde los sujetos sometidos sólo vislumbran una solución a su trágica existencia, y no es otra que salir de este régimen culpable de todas sus desventuras. Con ello, se justifica y legitima cualquier acción, por más temeraria e irracional, que pueda parecer. Por otra parte, desde el gobierno los dispositivos comunicacionales están a la defensiva. El discurso se apoya en el resguardo del imaginario de redención, igualdad, solidaridad, transformación e inclusión, entre otros aspectos.
Referentes simbólicos y contextuales necesarios para vehiculizar las posibilidades explicativas de captar la realidad en sus múltiples significaciones. No obstante, es evidente que las formas discursivas debemos ubicarlas en un tiempo y espacio determinado. La realidad real termina imponiéndose. El discurso cuando no es capaz de representar o captar en su justa dimensión el acontecer histórico social, pierde su eficiencia explicativa, en consecuencia, asistimos al agotamiento de una narrativa, al agotamiento de un discurso. De allí, la pertinencia de abordar la discusión sobre los problemas cotidianos con franqueza, con responsabilidad.
Decía Lenin, la verdad siempre es revolucionaria, y es que por muy dura que sean las circunstancias actuales, no podemos enmascararlas, no podemos disfrazarlas o esconderlas y mucho menos recurrir a la explicación fácil e irracional. Se impone dar explicaciones creíbles, que vayan acompañadas de acciones orientadas a la rectificación, a la revisión de los errores que conduzcan a solucionar los nudos críticos que afectan a la población venezolana como son los relacionados con la alimentación, salud, inseguridad , infraestructuras y servicios. Sólo así, estaremos en condiciones de develar el discurso oposicionista.
El cual se apoya en la manipulación, en la mentira, en medias verdades, que son asumidas como verdades absolutas e incontrovertibles por una parte importante de las capas medias e incluso de sectores populares. Por su relevancia en el ámbito sociológico, político y económico debemos continuar profundizando sobre este tema.
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