Supongo que el Golpe de Timón anunciado por el Presidente Nicolás Maduro parte de la revisión de los avances logrados en materia de transferencia del poder al pueblo, meollo del socialismo del Siglo XXI, exigida casi con desesperación por el Comandante Chávez en octubre de 2012.
Revisión que, también supongo, ayudará a comprender la dificultad de concretar esta transferencia en un solo país y a contrapelo con la hegemonía capitalista mundial, con los intereses de funcionarios que parecen haber olvidado que su poder “emana de la soberanía popular” y con la pasividad de ciudadanos que no encuentran espacios donde o no saben cómo ejercer su soberanía.
En nuestra revolución pacífica y democrática donde la promoción del empoderamiento corresponde oficialmente al Estado, hay que preguntarse si el Estado burgués, heredado y aún vigente, es capaz de aceptar que debe ser pulverizado por el Poder Popular que promueve. O si por el contrario, la burocracia seguirá tratando defenderse, tal como lo hizo al desmontar la estructura independiente ideada por el Comandante Chávez para administrar las Misiones.
A fin de encontrar formas efectivas de ir compartiendo decisiones, responsabilidades y beneficios, las autoridades deben escuchar al pueblo y evaluar con toda honestidad tanto los resultados de la gestión de los entes oficiales relacionados con la organización y satisfacción de derechos comunitarios, como el grado de compromiso, de participación real y de horizontalidad de las organizaciones comunitarias, especialmente de las “beneficiaras” de esas gestiones.
Mientras tengamos un marco jurídico limitante y la supervivencia del proyecto bolivariano esté vinculada a resultados electorales, también urge encontrar la manera de comunicarse con sectores de la población decepcionados o condicionados a mirar con indiferencia y asco a los políticos y a lo que mal entienden por política. Lo cual hasta ahora no se ha conseguido rotando y promoviendo las mismas caras en los cargos pertinentes, ni dedicando los medios del Estado a publicitar hasta la saciedad a los logros de Venezuela, del Gobierno o del Presidente como si estos no dependieran del trabajo de hombres y mujeres concretos o como si estos hombres y mujeres no merecieran aparecer en público ni comunicarse con sus pares.
En todo caso en nuestra Venezuela, declarada peligrosa para el imperio por haber retomado el control de sus recursos y haber desenvainado la espada de Bolívar, no resulta nada descabellado pensar que el reconocimiento internacional que goza nuestro país en este momento nos brinda quizás la última oportunidad para dar un Golpe de Timón y consolidar el Poder Popular de manera pacífica y democrática.
No la podemos desperdiciar…