La democracia burguesa se agotó, ya no sostiene la dominación capitalista, cada día vulnera más sus propias reglas y cada día debe apelar más a la represión, el circo engaña cada vez menos. El choque es inevitable. Veamos.
La democracia burguesa se basa en la apariencia de tres poderes independientes, en el respeto a la voluntad de la mayoría, en el acatamiento a la Constitución. Ninguno de los tres requisitos se cumple, al contrario, son violados cada día. Junto a esto -no podía ser de otra manera- aparece la represión, por ahora en forma de olp, que asesina personas que tengan nombres de animales, o de persecución a los “bachacos” que ya no son pueblo. El truco del mago burgués quedó al descubierto, no funciona, no engaña a la masa, no la hipnotiza, la desobediencia brota en cada egoísmo, el capital está nervioso.
Por mantener la democracia burguesa, por correrse del Chavismo al puntofijismo, se tomaron medidas que desmantelaron la democracia burguesa que se quería restaurar. Se disolvió al legislativo; al CNE se le calificó como cómplice de fraude electoral (porque si el gobierno dice que hubo fraude en la recolección de firmas y el CNE llama a la segunda etapa, avala esas firmas, entonces o el gobierno está errado o el CNE es cómplice); el judicial es una franquicia del ejecutivo, y éste languidece en su onanismo, una marcha en círculos que repite los fracasos con otros nombres que invocan batallas perdidas, olvidadas.
No hay democracia burguesa, no hay Socialismo, no hay nada, vivimos un vacío, una ingravidez, flotamos. En estas condiciones, el gran reto de los chavistas es prepararse para el choque inevitable.
Las fracciones capitalistas se mueven a veces en conjunto, minando la moral, los pilares éticos de los humildes; los llaman al egoísmo, a resolver sus asuntos individualmente, a negar la ayuda a los países necesitados, a luchar por lo material olvidando lo espiritual, distrayendo la mente del problema principal de la lógica del capital. A veces se enfrentan de mentirita, es parte del circo, y por debajo pugnan por tomar o permanecer en el poder, pero sin romper lo permitido. Mientras esto sucede la realidad reclama fascismo, dictadura. En el futuro se asoma una feroz dictadura que incinere al Chavismo y sobre sus cenizas reedite el pacto de la burguesía.
En este cuadro terrible, de fracciones del capitalismo luchando, una queriendo acabar con la fracción agotada, la otra pugnando por no perecer, impedidas de construir un pacto que sólo la lucha contra una dictadura facilitará, en este cuadro los chavistas tienen un reto histórico.
El mundo unánime capitalista, vale decir unánime en el camino a la extinción de la vida en el planeta, clama por una luz Socialista. Esa es la importancia de Chávez, él trajo de vuelta la esperanza socialista, el deber de los chavistas es no dejarla morir en aras de la inmediatez de un gobierno que camina, que se entrega, al capitalismo, que reduce el Socialismo a una retórica que en lugar de ser ejemplo para el mundo, de conmocionar al planeta, llenar de esperanza a los pobres de la tierra como lo hizo Chávez, sólo sirve para llenar el protocolo, tranquilizar las culpas.
Los dirigentes chavistas tienen la palabra, sólo ellos pueden regresar a Chávez. Que Chávez retome el mando de la rectificación, romper con la simulación y revivir la autenticidad de otrora, que cada palabra conmueva, que cada concepto eduque, que cada amenaza se cumpla, que la verdad prevalezca. Es urgente que el Chavismo se haga crítico, única manera de recuperar el amor, la confianza de los humildes, única manera de iniciar el proceso de salvación del gobierno, del Chavismo, de la humanidad.
Esas estatuas, esos premios, carecen de sentido si el alma de Chávez no los habita, si no entra de nuevo en combate por el Socialismo.