El arado y el mar

Zamora se realiza en Fidel y Chávez...En el Socialismo

Una pregunta atormenta a la historia: ¿por qué las Revoluciones socialistas no se sostienen, sucumben, retroceden? El tema apasiona a los historiadores. Adelantemos algunas reflexiones.

Las Revoluciones, los intentos socialistas, hasta ahora se han dado en sociedades con poco desarrollo del proletariado, en sociedades marcadamente campesinas.

Las Revoluciones de la independencia fueron Revoluciones campesinas, en contra de la monarquía y de la esclavitud sustentadas en el latifundio.

La Revolución Soviética sucede en un país con minoría de proletarios y contundente mayoría de campesinos. Éstos impusieron a la Revolución no sólo el ritmo sino la conciencia, podemos decir que stalin fue hijo de los millones de campesinos. La Revolución de Mao tiene características similares. Cuba entra en este esquema, una Revolución campesina.

Las Revoluciones se han preocupado más por los cambios económicos, de la propiedad, que por los cambios en la cultura, en la conciencia. Han tenido serias dificultades en superar el egoísmo, el individualismo propio de la clase campesina. Esta condición ha reforzado la ética capitalista y la formación de un foco de resistencia interna a la ética socialista. De este foco resurge la restauración; primero en los dirigentes, luego impregna a la base social y ocurre el cambio. Así, desde adentro, la conciencia egoísta capitalista cabalgando en la mentalidad campesina toma el control de la sociedad sin disparar un tiro.

Todas las Revoluciones se han perdido desde adentro, por una falla en el diseño de las metas estratégicas. La conciencia campesina no puede producir una teoría para toda la sociedad, sólo produce movimientos que son atrapados por el individualismo, la cosecha material. Las Revoluciones se pierden cuando no pueden superar la mentalidad campesina y adentrarse en la visión de la totalidad que emana de la existencia del proletariado. Es así, la Revolución para mantenerse debe superar la etapa campesina y elevarse a la etapa proletaria. Sólo así podrá evitar la restauración.

La Revolución Cubana, que se mantiene a pesar del feroz bloqueo, de la caída del campo socialista, de su soledad en un planeta unánime de capitalismo, nos enseña la vía hacia la perpetuación de las Revoluciones, la derrota de las restauraciones. Veamos.

La Revolución es ante todo un asunto de conciencia, la conciencia del deber social, proletaria, socialista debe impregnar, superar, la conciencia campesina, fragmentadora. Así lo entiende Fidel y diseña un movimiento eminentemente espiritual, cultural, de conciencia. Comienza con el Asalto al Cuartel Moncada, con esa acción audaz se pretendía dar un latigazo a la conciencia colectiva de esa sociedad. En palabras de la Revolución, se trataba de accionar un motor pequeño para encender uno grande. Continúa, la Sierra es un templo al altruismo, a la solidaridad. Después en los años de la Revolución se puede afirmar que toda acción llevaba ese signo, sensibilizar lo espiritual. A la hora de las terribles dificultades, ese pueblo imbuido de la conciencia del deber social pudo salir airoso. Había entrado realmente en la etapa de la Revolución proletaria, de la conciencia del deber social.

La Revolución chavista en su etapa campesina fue superada por el pensamiento del último Chávez, el del Plan de la Patria, allí expresa con claridad la lucha contra la lógica del capital, es decir, el egoísmo, la fragmentación en la economía y en la relación social. De esta manera, se unía al caudal representado por la Revolución Cubana. La etapa de las organizaciones aisladas propias de la mentalidad que emana de la producción campesina, sería superada por organizaciones con visión social. La producción dejaría de ser un asunto de unidades aisladas competitivas para ir a la integración de la economía. El énfasis siempre sería en la relación humana fraterna, la solidaridad con los pueblos del mundo y de los humanos entre sí.

Con el asesinato de Chávez y el arribo de este gobierno la base espiritual de la Revolución se derrumbó. ¿Quién lo duda? Las causas no es necesario repetirlas, las consecuencias todos las sufrimos, y no hablamos de lo material, sino de lo más importante de la relación humana. Ahora somos cada vez más enemigos, estamos sumergidos en una guerra de todos contra todos, eso que llamamos inseguridad es parte de esa guerra, de la ética capitalista que nos impregna desde el bachaco hasta el magnate, pasando por los clap, los carneses, los pillos, los policías, hasta los curas la padecen.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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