“El que tiene la barriga llena, no se acuerda del hambre de los demás”.
Ali Primera
La demoledora estrategia que acabó con el sistema político de Salvador Allende en Chile en la década de los setenta ha continuado incesante y hasta ahora sin éxito golpeando el estómago de los venezolanos.
La guerra dirigida en primer lugar a lo económico con el único fin de acabar con la Revolución Bolivariana se ha manifestado por todas las vías y ahora rebasa la guerra de VI generación, al apuntar a los cerebros y a las emociones de los venezolanos, sin dar tregua y sin ningún escrúpulo para alcanzar su objetivo.
El Gobierno junto a todo el Estado venezolano ha respondido con todas las armas posibles para neutralizar e instrumentar medidas y respuestas para tratar de darle un parao a tan funesta estrategia, la cual ya rebasa el principio de los Derechos Humanos.
Por todas las vías posibles se ha desatado un pánico colectivo en la población atacando una de las primarias necesidades humanas, como lo es la alimentación.
Desde la llegada del Comandante Chávez al poder en 1998 comenzaron los ataques y por eso la Revolución Bolivariana a través del pueblo organizado, ha generado respuestas y medidas que tratan de frenar la arremetida, donde subyace una mano peluda y los más oscuros intereses que buscan controlar el poder en Venezuela.
Los mecanismos se han ido perfeccionando y al compás de los medios de comunicación se han instrumentado políticas con fines inconfesables y hoy navegan en las “redes.0”, afinando su puntería contra el pueblo para someterlo y confundirlo y llevarlo a un caos sin control, donde la “ley de la selva” o de la fuerza nos arrolle y nos enfrente, unos contra los otros por el logro de nuestro sustento.
Es una cadena diabólica la que se ha activado y la cual entra en acción para destruir los más elementales parámetros de una sociedad expresados en sus valores, en sus principios y en las más elementales normas de la convivencia humana.
El engranaje es gigantesco y la fuerza que lo mueve supera lo impredecible porque penetra a todos los sectores y las capas de una sociedad, que buscan su propio equilibrio a través de las Leyes las cuales son burladas al comprometer al propio Estado venezolano.
En la búsqueda de una respuesta participa el propio pueblo, quien trata de canalizar el equilibrio por la subsistencia, con el abastecimiento de sus alimentos a un precio justo y reflejado en los verdaderos costos de producción.
El Estado a través de su Gobierno y sus instituciones luce impotente; porque ante cada respuesta, surge un nuevo dardo de manos invisibles las cuales no cesan en su propósito de conquistar el poder a costa de lo que sea en Venezuela.
La insistencia de nuestro Comandante Chávez antes de partir para exigir al actual Presidente Nicolás Maduro, como uno de sus principales retos, el de organizar al pueblo o establecer un verdadero poder popular, es una sentencia que aún está por cumplirse: “Comuna o nada”.
Para el Comandante Hugo Chávez Frías, de quien conmemoramos los 4 años de su partida, hacer la Revolución no iba a resultar tarea fácil; era un camino largo y con espinas, el cual había que remontar a costa de los dolores del pueblo.
Actualmente estamos ante una encrucijada y así como por los lados de Yaracuy surgió una alternativa, la cual se ha ido perfeccionando para dar respuesta a la guerra económica con los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), ante ella se lanzan hoy los enemigos del pueblo para destruirla y penetrarla. Atacan con el virus de la corrupción para impedir su éxito y frenar la capacidad organizativa del pueblo.
Está demostrado que el único quien puede frenar el espíritu de destrucción de las clases dominantes y de la oligarquía parasitaria contra el sueño y la utopía del socialismo, es el pueblo organizado.
Los esfuerzos se han hecho pero hasta ahora han resultado infructuosos. Nos hemos quedado en organizaciones burocráticas, preñadas de muy buenas intenciones, pero que a la final terminan castradas y penetradas por los mismos males y vicios de un Estado burgués y burocrático.
No podemos detenernos ante el dilema de quien fue primero, si el huevo o la gallina, porque hasta ahora a través de este signo alimenticio nos acorralan y se convierte en otro símbolo de la guerra sin cuartel a la que es sometido el pueblo venezolano.
Las respuestas ya surgen del seno del mismo pueblo y a través de las redes sociales y mecanismos naturales de comercialización, se habla de un boicot para los huevos. Esta ha sido una experiencias fallida y existen ejemplos de diálogo y de buena intención por parte del Gobierno para frenar el apetito y la voracidad capitalista (Recordar el papel y el engaño al ministro Jorge Arreaza ante dicha situación).
Ya está claro que no es tan sólo el interés económico de los grupos que monopolizan en nuestro país la producción y la distribución de los alimentos, lo que está en juego; sólo basta traer a colación el caso de los huevos, como un ejemplo de manipulación de un producto de la cesta básica.
Definitivamente la respuesta está en las manos del pueblo. Si queremos de verdad perpetuar y consolidar nuestra Revolución Bolivariana debemos soltar las amarras del pueblo, hacer de verdad una Revolución y no un diálogo de sordos. Chávez lo dijo: “Comuna o nada”.
El camino está trazado en el Plan de la Patria. No nos distraigamos con el dilema de ¡quien fue primero, si el huevo o la gallina! La Respuesta está en manos del pueblo. Trabajemos por su organización y acompañémoslo en su rol protagónico para despojarlo de los contravalores que sembró el capitalismo: corrupción, soborno, chantaje, manipulación, individualismo y el odio entre hermanos (principio anticristiano).
Digamos como Rosa de Luxemburgo “Socialismo o barbarie” o como El Cantor del Pueblo: “Si la lucha del pueblo se dispersa, no habrá victoria popular en el combate”. Alí Primera
¡Amanecerá y veremos!