La aplicación de la ley de partidos políticos de 1965 de Raúl Leoni, para la renovación de la matrícula electoral en Venezuela, crearía la posibilidad la materialización por vía jurídica de un nuevo bipartidismo y la ilegalización en materia electoral de muchas otras organizaciones políticas, muchas de la cuales repetirían viejas historias de ilegalizaciones, entre ellas el Partido Comunista de Venezuela quien tendría el no muy grato historial de haber conocido la ilegalidad en al menos siete presidencias, en tres períodos de ilegalizaciones.
El partido comunista de Venezuela nace en la ilegalidad, incluso antes de existir ya era ilegal. En la típicos reformas constitucionales que Juan Vicente Gómez realizaba para reacomodar su longeva tiranía, y a raíz de las manifestaciones estudiantiles de los carnavales de 1928, la Generación del 28 (brillantemente novelada por Miguel Otero Silva en su obra Fiebre), “El Bagre” decidirá poner sus Barbas en remojo y con la asesoría jurídica de su ministro de relaciones exteriores Pedro Manuel Arcaya, reforman el Articulo 32 de la constitución de la época e incluyen , el célebre Inciso Sexto del articulo 32, el cual rezaba: La Nación garantiza a los venezolanos: (…) La libertad del pensamiento, manifestado de palabra, por escrito o por medio de la imprenta, u otros medios de publicidad, pero quedan sujetas a pena, conforme lo determine la ley, las expresiones que constituyan injuria, calumnia, difamación, ultraje o instigación a delinquir. No es permitido el anonimato, ni se permite ninguna propaganda de guerra ni encaminada a subvertir el orden político o social.
Se consideran contrarias a la independencia, a la forma política y a la paz social de la Nación, las doctrinas comunista y anarquista, y los que las proclamen, propaguen o practiquen serán considerados como traidores a la Patria y castigados conforme a las leyes.
Podrá en todo tiempo el Ejecutivo Federal, hállense o no suspendidas las garantías constitucionales, impedir la entrada al territorio de la República o expulsarlos de él, por el plazo de seis meses a un año si se tratare de nacionales o por tiempo indefinido si se tratare de extranjeros, a los individuos afiliados a cualquiera de las doctrinas antedichas, cuando considerare que su entrada al territorio de la República o su permanencia en él pueda ser peligrosa o perjudicial para el orden público o la tranquilidad social.
Los hombres y mujeres que conformaron las primeras células del Partido Comunista de Venezuela, sección venezolana de la Internacional Comunista (PCV-SVIC), sabían muy bien de este inciso, comprendían que su actividad revolucionaria sería combatida con dureza por la dictadura, y a partir de 5 de marzo de 1931, los comunistas venezolanos empiezan a escribir una historia que aun no deja de llenar páginas. Es de resaltar las palabras del “Coronel Cárdenas” jefe de llaves de los departamentos y calabozos de la Rotunda al ser capturado el tercer lote de comunistas en 1934: “Alas, ¡ahora si que nos jodimos con estos comunistas del carajo. Son como los bachacos, se les aplasta la bachaquera por un lado y salen por el otro¡”
Muerto el general Juan Vicente Gómez en 1935, su sucesor el también General López Conteras, a quien la burguesía venezolana a querido presentar como un prócer de la democracia y las nacientes libertades, aplicara también una muy estricta persecución de las actividades del Partido Comunista y de cualquier otra fuerza progresista o democrática, que al menor atisbo de reclamo, López Contreras lo mandaba a encarcelar o expulsar. En 1937 cuarenta y tres militantes de la oposición de izquierdas, comunistas pedenistas serán expulsados del país por el talante democrático del “ronquito” (como lo llamaba el pueblo).
Luchadores populares y periódicos, serán víctimas de la rigurosa aplicación del inciso sexto. López Contreras es el segundo presidente Venezolano en perseguir comunistas.
Mención aparte merece el General Isaías Medina Angarita, pues aunque este solo deroga el inciso sexto casi al final de su periodo el 5 de mayo de 1945, durante todo su mandato permitirá las actividades comunistas a través de los aparatos electorales creados por este, la Unión Municipal y de la prensa filocomunista. Finalmente legalizará al PCV en 1945, Medina que aceptó el respaldo comunista a su gestión gubernamental, marcadamente antifascista y de progreso democrático.
A raíz del la Huelga Petrolera del 3 de mayo de 1950, en donde comunistas y miembros de AD dirigieron la lucha por las reivindicaciones de los obreros petroleros, el gobierno de la Junta Militar dirigida por Carlos Delgado Chalbaud tendrá el triste honor de ser el tercer presidente del país en perseguir a los comunistas venezolanos y el segundo en ilegalizarlos nuevamente.
Para 1950 con el misterioso asesinato de Delgado Chalbaud, la rebautizada junta de Gobierno presidida por Germán Suarez Flamerich ocupará la cuarta presidencia venezolana en tener al partido comunista venezolano ilegalizado y perseguido; aunque de todos es harto conocido que el real y concreto poder lo ejercía el Coronel Marcos Pérez Jiménez, no sería justo que por interpretaciones jurídicas o históricas le quitásemos a Suarez Flamerich su puesto de honor en al anticomunismo venezolano.
Tras el fraude electoral de 1952, el coronel Marcos Pérez Jiménez, decide expulsar del país a Jóvito Villalba y sincerar la situación; él es quien gobierna a Venezuela desde 1950, se hace proclamar presidente constitucional del país, y quinto en perseguir fieramente a los comunistas venezolanos.
Según sus propias memorias fueron los comunistas sus adversarios más peligrosos, quienes pese al esfuerzo de sus muchachos de la Seguridad Nacional, nunca logró destruir. Cuentas las historias que la mayor obsesión de Pérez Jiménez “el orchilero” y su policía Pedro Estrada era detener la circulación de Tribuna Popular clandestina. Al final un 23 de enero de 1958 cayó la dictadura, pero nunca cayó la imprenta de Tribuna Popular.
El espíritu de 23 enero traería no solo la democracia y esperanzas, sino un Partido Comunista revitalizado en la lucha antidictatorial, la sociedad reconocía el prestigio de los hombres y mujeres del Partido Comunista, quienes en las prisiones de Guasina, Ciudad Bolívar o San Juan de los Morros habían mostrado reciedumbre ante la tortura, eran los que no delataban, ni se rajaban; el pueblo reconocía a esos que en el Guarataro, en San Juan, La Silsa y los barrios de caracas se batieron a tiros, piedras y molotov contra la Seguridad Nacional, la Guardia y los policías Perezjimenista.
Pero la lista no podía parar allí, el señor Rómulo Betancourt necesitaba ganarse las credenciales de connotado anticomunista, con las cuales ganarse meritos ante el imperialismo norteamericano, por ello el Pacto de Nueva York y el de Punto Fijo, por ellos las públicas acusaciones y ataques contra los comunistas, las bandas armadas de AD, la sotopol, la Cobra Negra, el bate y las pistola de los pandilleros adecos que asaltaban los sindicatos comunista; si la lucha armada en Venezuela estuvo inspirada en el ejemplo de la Revolución Cubana, también en igual o mayor medida esta fue una respuesta a la persecución violenta de Betancourt contra los comunista y el pueblo venezolano, por ello el 4 de agosto de 1959 Betancourt ordena ametrallar una manifestación de obreros desempleados encabezada por el partido comunista, matando a tres trabajadores e hiriendo a 70.
Don Rómulo Betancourt el padre de la democracia, o el sepulturero del espíritu del 23 de enero es el sexto de la honorable lista de presidentes perseguidores de comunistas.
Cierra la lista, Raúl Leoni, la historia adeca ha querido presentarnos a este hombre de trato afable, como un hombre sencillo y bonachón, pero en detrás de su sonrisa se esconde uno de los periodos más tenebrosos de prosecución y crímenes contra la izquierda revolucionaria y el Partido Comunista, es en su mandato que ocurre el vil asesinato de Alberto Lovera, es en período de Leoni que comienza la práctica de la Desaparición ( están los casos de Soto Rojas y Andrés Pasquier); el Frente de Familiares y Amigos de las Víctimas de Crímenes de Estado en el período 1958-1998 ha consolidado un registro aproximadamente de 1.000 personas, con nombre y apellido. Y la inmensa mayoría fueron en el período de Raúl Leoni, quien supo ganarse muy bien su inclusión como el séptimo presidente venezolano en perseguir comunistas y el primero en introducir la práctica de la desaparición forzosa.
La historia no se detiene, ni mucho menos se detendrá la historia del Partido Comunista de Venezuela.
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