Primero, reconocer que se avanza hacia una derrota. Segundo, regresar adonde se extravió el camino. Parece sencillo, pero requiere una alta dosis de coraje político. Veamos.
El gobierno entra en terrenos de derrota estratégica al perder las razones por las cuales luchar, sin plan estratégico, al enredarse en las contorsiones tácticas para sobrevivir el día. En resumen: al no saber adónde va, está condenado a ser una pluma llevada por el viento de las circunstancias, una voluta de humo, sin contornos definidos, sin personalidad, una nada.
De esta manera, el gobierno se va derrumbando, se debate entre el surgimiento de un poder paralelo y la anarquía del vacío que va dejando su letargo. La derecha externa disputa la gobernabilidad, por ahora tiene la fuerza para decretar la parálisis de las principales ciudades, dicta el día que habrá y el día que no habrá actividades, el país se acostumbró a las ordenes de la mud. Empieza a construir un núcleo de poder en torno a la asamblea, que ya se reúne ampliada, ese polo de poder tiene un explícito reconocimiento internacional, tanto como el aislamiento del gobierno.
El gobierno sólo tiene una manera de evitar la derrota que ya se filtra por las rendijas de la realidad. Debe recuperar el vigor ideológico, y esto no es posible sin correr riesgo o inventando atajos con red de seguridad.
¿Qué hacer?
Aquí la solución no es la constituyente evasiva, es necesario un concilio de unas cincuenta personalidades chavistas, las que le gustan al gobierno y las que no son de su simpatía, el único requisito es tener valentía política para disentir, no se vale adular, el asentir automático, se prestigiará la crítica dura. En ese Concilio discutir la actual situación, dónde se extravío el camino, cuál es la solución, cómo retomar el programa de Chávez.
La anterior proposición la hemos hecho muchas veces y no ha encontrado oídos, todo lo contrario. Hoy la repetimos porque es urgente volver al Socialismo para detener el fascismo que aflora de lado y lado. Es preocupante, por lo que presagia. El asedio a chavistas en el exterior es un signo claro de fascismo, tan claro como las intenciones que asoman en las filas del gobierno de pagar con la misma moneda, ya aparecen las direcciones de las casas de personalidades de la derecha externa.
Si el gobierno insiste en el mismo camino que nos ha traído hasta aquí, en el clientelismo, el populismo, el abandono de Chávez, entonces la barbarie es inevitable. Ante ese futuro es deber, obligación, del Chavismo prepararse para resistir al fascismo que se anuncia en ambos lados de la disputa capitalista. La masa no puede quedar huérfana en esta confrontación, el Chavismo no puede arriar banderas ante la amenaza fascista, paralizarse.
El fascismo, así lo dicta la historia, avanza ante la debilidad de los justos. La única manera de detenerlo es la resistencia fuerte de una masa moralizada, clara en sus objetivos altruistas, y eso sólo lo puede proporcionar el Socialismo, el Chavismo originario. Que sepan los fascistas de lado y lado que el Chavismo, con el gobierno o sin el gobierno, le hará frente con las ideas y guiados por esas ideas le hará frente donde sea necesario.