Después de hacer un seguimiento de los hechos ocurridos a partir del 5 de julio, cuando se produce el mayor error táctico de los sectores radicalizados del PSUV, encabezados por Cabello y El Aissami, se puede prever con cierta aproximación, lo que va ser la lucha por ganar el apoyo –si no de las mayorías–, si de una porción significativa de la población más activa de ambos sectores enfrentados. El objetivo es acumular el máximo de fuerza posible para afrontar la fase de negociación que tendrá que abordarse en los próximos meses. Los eventos del 16 y 30 de julio serán las últimas batallas de esta fase.
Ese día de la Independencia (05.07.2017) el vice-presidente El Aissami con su intrépida acción autorizó la violencia contra la Asamblea Nacional. Esa acción estaba dirigida a provocar una reacción del mismo tipo de parte de los sectores extremistas de la MUD. Es evidente ahora, que dicha cúpula conocía las conversaciones entre el gobierno y los sectores más moderados de la oposición, con la mediación internacional, y dicha acción se planificó y realizó para –en su desespero– impedir el avance de esos diálogos.
Ya es reconocido por muchos analistas que la decisión de conceder "casa por cárcel" a Leopoldo López fue el resultado de varios factores. Entre ellos están: 1. La presión internacional que es económica, política y diplomática; 2. La posibilidad de un atentado en prisión contra la vida de López por parte de sectores radicalizados para romper los diálogos; 3. La necesidad del gobierno de poner contra la pared a la Fiscal y legitimar al TSJ; y 4. Construir mayores confianzas entre los protagonistas del diálogo.
Los hechos y las diversas reacciones públicas nos permiten identificar cinco (5) sectores que se han ido configurando sobre la marcha y que se van a medir en las próximas semanas y meses: a) El sector moderado del gobierno (Maduro, Padrino); b) El sector extremista del PSUV (Cabello, El Aissami); c) Los extremistas de la MUD (Guevara, Machado); d) Los moderados de la MUD (Capriles); e) Un sector heterogéneo de ex-chavistas que están en el PSUV y la MUD pero que por temor no han dado la cara, y otros críticos del "chavismo" que se han arriesgado a "frentiar" (Luisa Ortega, Ferrer, Evans, otros). En ambos bandos enfrentados hay oportunistas a la expectativa.
Por ahora los sectores extremistas de ambos bandos han impuesto la dinámica. Para los moderados del gobierno es imposible "bajarse" de la ANC; para los de la MUD, es inevitable mantener la presión de calle y realizar la consulta del 16 de julio. Lo más seguro es que se mantendrá el "empate técnico". La oposición movilizará en la consulta importantes fuerzas en Caracas, Carabobo y otras ciudades, y en el Táchira y Zulia, pero al no contar con la auditoría legal del CNE o de una entidad internacional con amplia credibilidad, las cifras de participación se desconocerán o pondrán en duda. Igual sucederá con las elecciones de la ANC; al tener únicamente la supervisión del CNE, serán desconocidas por la oposición y, seguramente, por la OEA y diversos gobiernos.
Esos sucesos –si no ocurre algo grave que desencadene una radicalización más fuerte de amplios sectores de la población o de las fuerzas armadas que hasta ahora no han intervenido– van a fortalecer a los sectores moderados de ambos bloques y, también, al sector no polarizado que si se hace visible en ese interregno, puede empezar a intervenir en favor de la paz, la convivencia, la defensa de la Constitución y la estabilidad. El gobierno tendrá la carta de una "Constituyente en funciones" pero con el inconveniente de que se desgastará a medida que emita "leyes constitucionales" sobre la paz, abastecimiento, control de precios, inseguridad, etc., pero que al no causar ningún impacto real en la vida de la gente, obligará al gobierno a negociar en el mediano plazo.
Mientras tanto, las presiones internacionales van a jugar un papel más importante. El Estado venezolano se está acercando a una situación de default, que pondrá contra las cuerdas al gobierno ante la imposibilidad de pagar sus deudas. La situación económica y de inseguridad no va a mejorar y todo el entorno va a seguir jugando en contra del gobierno. El "empate técnico" y el fortalecimiento de los sectores moderados en ambos sectores enfrentados, más la presión del gran capital global y de la población, crearán las condiciones para que Venezuela se convierta en una especie de Estado fallido en situación de intervención pacífica o monitoreo extranjero convenido.
Lo que se observa es que el gobierno, así amenace con "barrer" a sus opositores con decisiones apoyadas en la Constituyente, no lo va podrá realizar. La ANC, convertida en la panacea, en la solución de todos los problemas, se convertirá en una pesada carga. Así, Venezuela con nueva o vieja Constitución, en manos del PSUV o de la MUD, o de nuevas coaliciones, aunque aparezca formalmente como una nación independiente, va a seguir entregando sus riquezas al gran capital global que se aprovechará de unas cúpulas dirigentes que en el mediano plazo vivirán entre la ilusión de la V república y la realidad de una IV reciclada.
Así, Venezuela se irá pareciendo cada vez más a su hermana Colombia –"gemela en espejo"[1]– que lleva varias décadas en esa situación: una nación que es tierra de nadie, intervenida por el imperio, en donde el gran capital explota mano de obra y extrae grandes riquezas bajo la apariencia de ser una democracia que solo existe en el papel.
Mientras el pueblo recupera la memoria…