Este gobierno madurista ha tocado los tambores de guerra más de una vez, y en todas las alertas termina pidiendo capitulación. Recordemos la primera agresión de obama, el continente se paró en respaldo de lo que creían era la revolución de Chávez, millones de firmas se recolectaron pidiendo derogar el decreto, y el Estado Mayor de la resistencia a la agresión, el gobierno, no entregó las firmas, hasta el sol de hoy no se sabe dónde fueron a parar. Después vinieron ejercicios militares, aullaron las alarmas antiaéreas, hasta los túneles se pensaron en refugios y todo culminó con shannon en Miraflores dictando órdenes sobre qué hacer. Es así, el gobierno habla de guerra y termina planteando capitulación antes del primer tiro.
Todo esto no pasaría de ser una página más del folklore politiquero criollo, la tradicional bravuconada de Palomino Vergara, el macho criollo, o de aquel que ordenaba "pásame el machete y ensíllame el caballo". Pero en esta "alarma" de guerra hay un ingrediente peligroso. Veamos.
La constituyente, cada día más soberbia, más represiva y menos sensata, aprueba una resolución contra los venezolanos que instaron a la supuesta invasión del país. Ya se venía hablando en el interior del madurismo de "traidores a la Patria", hasta algunos intentos de juicio hubo. Peligrosos pasos estos de nacionalismo tosco, que en la historia ha justificado las peores barbaries como el fascismo.
Se reduce la geopolítica a la persecución personal, no se sale de la pelea de comadres. Es que la constituyente, o mejor la dirección del madurismo, no consigue superar la ideología pequeñoburguesa y marginal, no va más allá de culpar de las vicisitudes políticas a los individuos, al vecino. Atacan a los individuos y no al sistema, no pueden hacerlo porque el gobierno defiende el mismo sistema capitalista, son dos caimanes del mismo pozo.
Es así, aunque algunos pierdan las banderas románticas, lo que está planteado hoy es una pelea entre capitalistas: trump y sus cómplices representan una banda de capitalistas; y el gobierno, con todos sus adornos, representa otra banda de capitalistas. Lo que hoy está en "peligro" es la Patria capitalista.
Esta no es una confrontación de los humildes, de los desposeídos, es una guerrita de los ricos de la Faja, de las trasnacionales del Arco Minero, de los burgueses engordados con los dólares baratos. Es una guerra de las trasnacionales y sus pugnas geopolíticas, no es una guerra donde participe la Patria de Chávez, la Patria Socialista.
Si por una circunstancia la guerra se desata, si viene la tan cacareada guerra anunciada tantas veces por el pastorcito, si por fin el lobo se apersona en las costas de Venezuela, entonces los humildes, los revolucionarios, los chavistas deben enfrentar a los invasores capitalistas externos y a los capitalistas internos. Y hacer de esa guerra una guerra de liberación de los humildes, de fundación del Socialismo, de solidaridad de los pobres de la tierra. Los chavistas no pueden ir a la guerra a pelear por los intereses de los burgueses, de los capitalistas, sean de donde sean; deben ir a la guerra a luchar por sus propios intereses. Debe formar una dirección diferente de las direcciones capitalistas, un plan diferente, un proyecto propio: LA PATRIA SOCIALISTA, LA PATRIA CHAVISTA.