Ha llamado Chávez a crear el Partido Único de la Revolución. De una vez consideramos un acierto esta decisión. Humildemente, desde nuestra pequeña trinchera de Autonomía Regional, propusimos esta misma idea en 1999.
Una Revolución necesita una sola dirección, un solo mando, un solo proyecto. La vanguardia se agrupa en torno al proyecto de país que se quiere construir. El ideal socialista ha apuntado a esa ruta desde sus inicios. El primer partido revolucionario, La Liga de Los Comunistas, llegó a transformarse bajo la batuta de Marx y Engels en un partido para toda la clase trabajadora europea. Fue, de hecho, una organización internacional que sembró en el pueblo la idea del socialismo y la necesidad de la organización para la toma del poder y la transformación revolucionaria de la sociedad.
Luego Lenin, con su amplia experiencia y agudeza intelectual, desarrolló toda una obra literaria sobre el tema del partido, recopilada de forma magistral en su libro “¿Qué Hacer?” y otros como “Un paso adelante, dos pasos atrás”, material básico para la formación político-ideológica de cualquier militante revolucionario.
En nuestra Historia Patria, aparece el partido revolucionario con la Sociedad Patriótica, hasta llegar a consolidarse la independencia con el Ejército Libertador como vanguardia, una vez que hubo que hacer la política por otros medios para alcanzar los objetivos independentistas.
El siglo XX, trajo consigo la formación de los modernos partidos revolucionarios con el Partido Comunista de Venezuela (PCV) como pionero y fuente de divulgación de las ideas socialistas, así como de generación de otras organizaciones. Podemos citar una en particular que llegó a ser una gran escuela de revolucionarios, como fue el Partido de la Revolución Venezolana (PRV), creado por Fabricio Ojeda, Douglas Bravo y Alí Rodríguez, entre otros revolucionarios.
Pero nunca antes en nuestra historia política, se habían dado las condiciones objetivas y subjetivas para el surgimiento de un único y verdadero Partido de la Revolución. El liderazgo de Chávez ha hecho posible la aparición de estas condiciones. La sopa de letras que fue una vez el Polo Patriótico, luego el Comando Ayacucho o ahora el Comando Miranda, deben dar paso a la nueva organización de la militancia revolucionaria venezolana. Con la guía de Chávez, la orientación del Socialismo del Siglo XXI y la firme vocación antiimperialista inspirada en la Doctrina de El Libertador Simón Bolívar, el nuevo Partido que ha de surgir, será sin duda un poderoso movimiento de masas con un sólido núcleo direccional y múltiples formas de expresión de la acción consciente planificada para cambiar radicalmente la sociedad.
Este Partido, debe ser profundamente democrático, con participación protagónica de la militancia en todas sus discusiones y decisiones. Debe ser federal desconcentrado, con posibilidades de actuar con autonomía en lo local y lo regional, siempre bajo la égida de la Declaración de Principios, los Estatutos, el Código de Ética y el Programa de la Revolución. Debe ser abiertamente clasista, tomar la opción por los desposeídos sin titubeos reformistas. Debe ser muy disciplinado y solidario, pregonar y practicar la crítica y autocrítica como herramientas revolucionarias de superación político-ideológica, y estimular sentimientos de sincera camaradería entre la militancia. Debe ser un Partido ecológico, recio defensor de las condiciones naturales de vida. Un Partido que sea germen de una nueva civilización, respetuoso de la diversidad y de la identidad cultural de los pueblos y personas. Un partido que se alimente de nuestra Historia Patria, comenzando por rescatar nuestra esencia indígena originaria, reafirmar nuestra condición de afrodescendientes y nuestro mestizaje idiosincrásico. Un Partido con una profunda vocación indoamericanista y caribeña, que luche por la paz mundial y la autodeterminación de los pueblos.
De ese Partido queremos ser.
