El arado y el mar

El desprecio de Maduro por las ideas es la sepultura del Chavismo

En estos días, el altísimo gobierno muestra de nuevo su rechazo a las ideas y su culto a la acción, a la ignorancia. Vuelve a atacar a los que con desprecio llama “habladores de paja loca”. Y llama a la acción, contraponiendo ésta a las ideas, al pensamiento. Esta nefasta posición que se origina en lo profundo de la ideología, sin dudas está en el fondo de todo el desastre que hoy vivimos. Veamos.

Separar idea y acción, y prestigiar la acción, es castrar al humano de su condición de humano, es convertirlo en un animal de carga, en un buey, en un sumiso preparado para la explotación. Las clases dominantes usan este recurso como fundamento para su dominación; ellas estudian, tienen Universidades, centros de inteligencia, sus hijos se preparan en los mejores centros.

 Para las clases dominadas dejan la ignorancia para que, como dijo el Libertador, sean “instrumentos ciegos de su propia destrucción”. Ya el Che nos alertó del proceso embrutecedor de los humildes, los embrutecen en la ignorancia. Convierten la ignorancia, la falta de ideas, en una virtud, en un logro. Y lo paradójico, convierten a la ignorancia en un saber, dicen “los humildes saben”, “no es necesario que estudien”, “lo importante es que produzcan”, la acción, que no piensen. 

El Comandante Chávez sabía de la fuerza objetiva que eran las ideas, que las ideas son la más importante de las acciones, que “una idea puede derrotar a un ejército desde el fondo de una cueva”, y se preocupó por llevar a los humildes la necesidad, la inquietud, por las ideas, por aprender. Chávez fundó Universidades, trajo a los humildes desde las profundidades de la prehistoria con la Misión Robinson, creó las Misiones educativas. Como buen cristiano, sabía que “no sólo de pan vive el hombre”.

Este gobierno que hoy padecemos, desde temprano desdeñó a las ideas, el pragmatismo fue su divisa, el tacticismo, el desprecio a la Ciencia. Ayer nomás el propio presidente maduro volvía a arremeter contra “los intelectuales que no hacen nada”, que “no tienen ninguna acción que mostrar”. Son frecuentes este tipo de discurso, es una posición de Estado. 

El gobierno desprecia la crítica, lo más que ha llegado, y eso empujado por la horrible crisis, es a aceptar la crítica que no duela, la suave, la que sea casi un elogio. La crítica es la partera de las ideas, la ideas que motorizan a un pueblo tienen la calidad de su capacidad de crítica, su capacidad de cuestionarlo todo. Y sólo un pueblo con grandes ideas es capaz de grandes hazañas.

La humanidad se mueve con la fuerzas de las ideas. En última instancia, la clase social dueña de las ideas será la clase dominante. La Revolución es el derrumbe, la sustitución, de las ideas dominantes por las ideas nuevas de la liberación. Ya lo dijo Lenin, tan celebrado en estos días y tan olvidado su legado, “sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”. Es decir, sin ideas revolucionarias no hay acción revolucionaria, sólo dominación.

Imaginemos un mundo sin las ideas de Cristo, de Galileo, de Freud, de Marx, de Pasteur, de Darwin; imaginemos una Revolución sin las ideas de Fidel, del Che, de Lenin, de Bolívar; imaginemos una humanidad sin ideas, no sería la Humanidad, sería una especie animal más.  

Ojalá salgamos de este desprecio de las ideas y el fondo de la cueva se convierta en templo sagrado del pensamiento. Así podríamos entender por qué nos pasa lo que nos pasa.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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