Cada proceso electoral en la República Bolivariana de Venezuela es una prueba de fuego. Éstas se ven acosadas, por estrategias políticas, económicas, comunicacionales e ideológicas diseñadas por el gobierno de los EE. UU bajo el enfoque de “cerco y asfixia” y seguidas al pie de la letra por la derecha venezolana y los gobiernos neoliberales de la región. En Venezuela los que ostentan el poder económico y comercial han acrecentado el ataque contra el pueblo en una escalada alcista de los precios de los alimentos básicos con la intención de hacerlo chillar de dolor y buscar de esta manera un resentimiento popular que logre reflejarse en las urnas, han fracasado una y otra vez y la razón consiste en que el pueblo ha entendido a plenitud que esas políticas criminales atentan y ponen en peligro la vida de las personas que habitan esta patria.
El inobjetable triunfo obtenido por el pueblo bolivariano el domingo 10 de diciembre, al lograr más de 300 alcaldías de las 335 en disputa, así lo demuestra. Esta victoria, también lleva implícito un mensaje directo del pueblo soberano, en el sentido de que gobiernos como los de Macri, Temer, Peña Nieto y Juan Manuel Santos en la Patria de Bolívar encontrarán una gran resistencia. Estas derrotas electorales de manera consecutivas que sufre la diezmada oposición venezolana, es el preludio de la gran victoria electoral en las presidenciales del año 2018, con Maduro a la cabeza. Y se levanta imponente, la hermosa frase de José Martí, la cual el comandante Chávez enarbolaba con frecuencia: ¡Amor, con amor se paga!
Las sanciones de la Unión Europea contra el gobierno bolivariano y sus funcionarios, que supuestamente deben conducir al “camino de la democracia” no hacen mella en el pueblo de Chávez. Mas aun, el gobierno de Nicolás Maduro en este debate electoral inició una lucha frontal contra la corrupción en la codiciada empresa petrolera, PDVSA.
En el mes de noviembre, desde el Consejo de Seguridad, la “sheriff” Nikki Haley representante permanente de Estados Unidos ante las Naciones Unidas; Luis Almagro, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas; Zeid Ra’ad al Hussein, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Joseph Cornelius de Caritas Internationales y Julio Henríquez del Foro Penal, lanzaban sendos discursos en contra del gobierno de Nicolás Maduro, parecían misiles tierra-tierra. Pero, no tuvieron la fuerza para despegar, todos sus informes fueron mentiras y el de Joseph Cornelius muy sesgado y con una alta dosis de hipocresía. Si los niños de Venezuela sufren y lloran por el hambre es porque aquellos que hablaron en ese Consejo de Seguridad de la ONU aplauden y justifican la guerra económica que se lleva a cabo contra el pueblo que a la postre se ensaña con los más débiles, los niños.
Se les olvido a los flamantes expositores en el consejo de seguridad, que 152 millones de niños en el mundo están sujetos a trabajo infantil, además en Siria cerca de 24 millones de niños son desplazados dentro de este país por efecto del conflicto. En Yemen, once millones de niños, necesitan de la ayuda humanitaria. El ejército de Israel, ve en los niños palestinos, objetivos de guerra a los cuales hay que aniquilar, más de 2000 niños palestinos han sido asesinado por miembros del ejército israelí. En Colombia en el 2016 murieron más de 90 niños wayuu por física hambre y en el 2017 la cifra llega a 40 niños fallecidos por este flagelo. La Universidad de Chicago, publicó en el pasado mes de noviembre una investigación que arroja la alarmante cifra de que en Estados Unidos, al menos 4.2 millones de niños y jóvenes viven en la calle por no poseer vivienda.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump haciendo gala de su soberbia imperial, firmaba sanciones financieras en contra de Venezuela para castigar la supuesta dictadura. Pero, en realidad castigaba a los niños de Venezuela porque cerraba la posibilidad de que el gobierno venezolano adquiriera los recursos económicos necesarios para la importación de alimentos, medicinas y bienes de primera necesidad. Creando, las condiciones para que se viabilice, la estrategia de la cacareada ayuda humanitaria que seria el inicio de la intervención militar norteamericana.
Nos queda, por último, destacar la vocación de Paz y diálogo que ha mantenido Nicolás Maduro en los últimos cuatro años con la oposición venezolana. Buen viento y buena mar en el 2018 para el gobierno y el pueblo bolivariano y las borrascas que se puedan presentar serán enfrentadas con dignidad.
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