60 años de Democracia (1)

La democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las otras formas que se han probado de tiempo en tiempo. Winston Churchill (Casa de los Comunes, 1947)

Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan Parlamento. Nelson Mandela (Ushuaia, 1998)

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Este artículo no tiene como intención despotricar contra el régimen que ahora cumple sesenta años, ni tampoco es una reflexión nostálgica de quien suspira por un gobierno militar, pues me sumo a quienes consideran que la peor de las democracias es preferible a la mejor de las dictaduras y como diría el Libertador es el sistema de gobierno más perfectible. Hace diez años con motivo de los cincuenta años de la democracia, escribimos un artículo sobre el Balance de la Democracia, esta fecha trajo a mi mente algunas interrogantes sobre lo que podríamos llamar los marginados del actual régimen o más aun las "víctimas de la democracia". En forma resumida señalábamos que lamentablemente este régimen político no había podido dar respuesta cabal a las necesidades urgentes del país, sobretodo de los más pobres y por el contrario había beneficiado fundamentalmente a una elite y a pesar de reconocer avances significativos en infraestructura, educación, salud, cultura, existía una población excluida de estos beneficios.

Nuestra historiografía ha estado cargada subjetivamente de estas parcialidades que deciden arbitrariamente sobre que se escribe y sobre qué no conviene, una historia en blanco y negro, buenos y malos. Los historiadores socialdemócratas fueron los principales propulsores de este tipo de historia en el siglo XX. Así borraron de nuestras páginas los 27 años del gomecismo, el periodo entre 1936 a 1945, el decenio de Pérez Jiménez, las luchas armadas y movimientos populares en los años 60. Todos ellos fueron valorados con el cliché de dictaduras, asesinos y anti demócratas. Simpleza con la cual se obvia las transformaciones ocurridas en más de medio siglo. Pero así mismo debemos rechazar a quienes hoy alegremente hablan de "los cuarenta años de la democracia podrida" y meten en "un mismo saco" lo bueno y lo malo de este periodo. Los historiadores no podemos caer en la manipulación política de obviar o sacar de la historia aquellos procesos, personalidades o instituciones por razones de preferencia o pase de factura política.

Cómo negar la significación histórica de A.D, junto al PCV, URD, COPEI, en la transformación del pensamiento político a partir de los años veinte, cómo ignorar la generación del 28, la acción de hombres como Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Pérez Alfonzo, Andrés Eloy Blanco, Prieto Figueroa, Valmore Rodríguez, entre muchos otros, así como aquellos que perdieron su vida frente a la dictadura pérez jimenista. Así mismo, la mayoría de estudiosos de nuestra historia reconocen los aciertos de los primeros años de la democracia venezolana, como la industrialización, la OPEP, la masificación educativa y cultural, que contaron con el apoyo popular, manifiesto en la participación electoral mas alta de América Latina hasta principio de los años ochenta. Todo esto en el contexto de los enfrentamientos, golpes propiciados por la derecha y el surgimiento de los movimientos guerrilleros. Lógicamente el surgimiento de estos últimos fue producto del descontento de una parte de la población que se consideró traicionada, acusando el gobierno de A.D y Betancourt de aliados de la burguesía transnacional y del imperialismo norteamericano. Luego vendría la terrible paradoja de un boom petrolero en los años 70 pero que contradictoriamente profundizó una crisis económica, mayor dependencia externa y quizás lo mas importante; la desvirtuación de nuestros principios morales.

No es fácil escribir sobre la democracia venezolana cuando hay posiciones tomadas tan adversa, para el gobierno actual los cuarenta años que le antecedieron fueron los años de la democracia chucuta, democracia representativa, los años perdidos, con esta posición estamos en desacuerdo, no es seria desde el punto de vista científico. El 23 de enero es una fecha histórica, como el golpe o revolución del 18 de octubre de 1945, el 4 de febrero de 1992, el 11 de abril del 2002, son hitos históricos. En este caso llega al fin una dictadura, otra cosa es que luego ese proceso se haya desviado. El 23 de enero de 1958 es una de las fechas más significativas y trascendentales de la historia del país.

S A pesar de las evidentes deformaciones no es ni ético ni históricamente cierto que los cuarenta años de democracia anteriores a este periodo fueron años de podredumbre. Son muchos los procesos, hechos y personalidades de ese largo periodo que son claramente rescatables y que forman parte de la vida de este país. ¿Dónde Colocamos a la OPEP, a Pérez Alfonzo al Maestro Pietro Figueroa? ¿. ¿No fue esta misma democracia- que con todas sus desviaciones- la que nos alejó de una historia de dictaduras militares? ¿No fue esta democracia la que contribuyo a evitar una guerra civil en el país? ¿No llego el presidente Chávez a la presidencia a través de unas elecciones democráticamente ganadas y reconocidas en este proceso? Con toda seguridad más de uno estará pensando que está escribiendo un doliente de la vieja clase política y del Pacto de Punto Fijo firmado por AD y COPEI en 1958. Nada más alejado de mis intenciones.

Se puede entender que como eslogan político se acuse de que los cuarenta años anteriores a 1998 poco o nada sirvieron, que a través del pacto de Punto Fijo AD y COPEI se adueñaron de la vida política, que las transformaciones verdaderamente democráticas no fueron aplicadas y por el contrario se estableció una profunda alianza de estos partidos con la burguesía nacional y los intereses extranjeros a los cuales se le entrego la soberanía nacional. Que producto de la democracia representativa y populista, y la creciente corrupción administrativa estallo la crisis de 1983, que acabo con la ilusión de la Venezuela Rica, la "Venezuela mayamera". Que producto de las profundas deformaciones, del agotamiento del modelo populista, el pueblo se alza en 1989 y los militares en 1992, que por estas mismas razones, Carlos Andrés Pérez se ve obligado a salir del gobierno en mayo de 1993, que partidos de izquierda con el apoyo popular lograron darle un segundo triunfo a Rafael Caldera, quien traicionando nuevamente las expectativas populares hace posible la llegada a la presidencia del país de un militar desconocido, sin historia política, el protagonista del golpe de 1992, Hugo Chávez.

Lo cierto es que en estos cuarenta años no se rompió con la dependencia petrolera ni de las importaciones, que el populismo había sometido a la participación popular y que la llegada de Chávez al poder representaba, dentro de los mecanismos de la democracia, la búsqueda de cambios radicales. Pero lamentablemente en estos veinte años, en los que habíamos cifrado esperanza, se profundizo el rentismo y el populismo.

Ya para la mayoría de venezolanos la democracia no es simplemente votar cada cinco años, elegir a alcaldes, diputados, presidentes, que ya han sido previamente impuestos en las cúpulas políticas, ser victimas de trasformaciones y decisiones importantes sin consultarle a nadie, este gobierno con el proceso constituyente, los referéndums, y los consejos comunales transformo totalmente la pasividad política. No hay la menor duda que en los años de este periodo presidencial llega a su fin el predominio del Pacto de Punto Fijo, entran otros actores nuevos a la palestra pública. Desde la aprobación de la nueva constitución se abren canales de participación y de poder popular, se crean las misiones para dar respuestas a los excluidos. Sin embargo, consideramos que las transformaciones han sido fundamentalmente en el plano político y social, sin la menor duda el venezolano de hoy nada tiene que ver con la pasividad de las décadas anteriores y difícilmente exista una familia que no haya sido beneficiada por algunos de los planes del gobierno. Pero a igual que hace diez años nos seguimos preguntando. ¿Cuáles son las transformaciones radicales que en el ámbito económico se han producido?, ¿Por qué a pesar de un discurso y posición política que reivindica la soberanía, el nacionalismo, el antiimperialismo, seguimos dependiendo del comercio con los grandes centros hegemónicos?, ¿Por qué a pesar de la novedosa Ley de Tierras y de tanto dinero inyectado a la pequeña industria, el incentivo a las cooperativas, seguimos dependiendo casi absolutamente de las importaciones, nuestro aparato industrial no crece, la soberanía alimentaria no pasa del discurso?.

Tal como el propio Presiente Chávez lo reconociera en su discurso ante la Asamblea Nacional el 11 de enero del 2010, cuando se preguntaba sobre los altos índices de inseguridad en el país, la delincuencia desatada, el desabastecimiento, la ineficiencia administrativa, la corrupción campante, males que no se le pueden seguir achacando al imperialismo y a los sectores golpistas. Son muchos los planes y misiones que no se terminan de concretar y aunque cargados de muy buenas intensiones luego caen el vacío por las contradicciones, falta de control y muchas veces no traspasan lo meramente cuantitativo: muchos alumnos, muchos participantes, muchas becas, pero sin lograr cambios cualitativos relevantes. Sin embargo, a pesar de estas profundas deficiencias el pueblo venezolano sigue creyendo en la democracia. Ningún proceso revolucionario será posible sino se logran transformaciones profundas en la economía y en los niveles de desigualdad social. Sin alimentos y sin venezolanos, que todos los días los matan en las calles, no habrá revolución alguna.



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Pedro Rodríguez Rojas

Sociólogo e historiador (UCV). Magister en Historia Económica (UCV). Maestría en Tecnología Educativa (UNESR). Doctorado en Ciencias Económicas y Sociales. (UCV). Doctorado en Historia (UCV). Ha sido docente de Pre y Postrado en la UCLA, UNA, UPEL. Actualmente de la UNESR en la categoría de Titular. Ha sido investigador del Centro de Historia para la América Latina y el Caribe, OEA, CELARG, Congreso de la República, Centro OPEP, entre otros. Ha sido Asistente de Investigación de los Doctores Ramón J. Velásquez, Federico Brito Figueroa, Héctor Malavé Mata y D.F. Maza Zavala, entre otros. Ex-Director de Postrado de la Universidad Simón Rodríguez-.Barquisimeto. Ex Coordinador del postgrado en Gerencia Cultural. Coordinador del doctorado de educación UNESR. Coordinador de la Línea de Investigación Filosofía y Sociopolítica de la Educación del Doctorado en Ciencias de la Educación. Presidente de la Asociación Civil Museo Histórico Lisandro Alvarado 2002-2010. El Tocuyo. Miembro fundador de la comisión de recursos hídricos de El Estado Lara .Asesor de la Misión Sucre y Aldea Universitaria de Morán. Vocero asesor de consejo comunal Los tres brazos y San Pedro. Entre los reconocimientos recibidos podemos mencionar: Premio Regional (Lara) sobre la obra de Andrés Eloy Blanco (1996). Premio Estimulo al Investigador UNESR, mayor productividad Científica del Núcleo Barquisimeto desde 1997 hasta la actualidad. Investigador ONCIT PEI Nivel. C. Premio CONABA. Premio Ensayo Histórico: Federico Brito Figueroa, Aragua 2001. Premio Ensayo Antonio Arráez: 450 años de la fundación de Barquisimeto, .2002. Premio Ensayo Educativo, Universidad de Oriente, 2004, Premio Primer Concurso Historia de Barrio Adentro del Ministerio de la Cultura, 2009. Premio sobre Legado de Chávez, Maturín, (2013). Premio Literario Rafael María Baralt, Maracaibo (2014). Más de sesenta publicaciones entre libros y artículos en revistas arbitradas a nivel nacional e internacional sobre ciencias sociales y filosofía. Es articulista en varios periódicos a nivel nacional. Coordinador de la Revista de filosofía de la educación TERÊ. Entre sus libros podemos mencionar: Juan Pablo Pérez Alfonzo, La economía venezolana, La Universidad frente a la globalización y la posmodernidad, Pensar América latina, América latina en la globalización, Educación para el Siglo XXI y La Ética Socialista. Junto a Janette García Yépez ha escrito varios libros sobre la historia de El Tocuyo, a saber: Personalidades tocuyanas, La cultura tocuyana, La cañicultura en El Tocuyo, El café y los resguardos indígenas en Morán, Crónicas tocuyanas, El Rio Tocuyo, la educación secundaria en El Tocuyo, La vida cotidiana en El Tocuyo, Memoria fotográfica de El Tocuyo, La Personalidad Intima de Lisandro Alvarado y Cultura y Tradiciones Tocuyanas.

 pedrorodriguezrojas@gmail.com

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