Necesidad impostergable de un “Plan B”

Una variedad de connotados científicos del mundo han advertido de distintas maneras que una especie está en peligro de extinción, el género humano lo cual incluye toda forma de vida, el depredador en su vorágine destructora incontenible se llama: capitalismo salvaje. Acabado, viejo, cruel y criminal, este asesino sistema ideado por el hombre que desde un primer momento se enfocó en las ansias de poder y el afán de lucro lleva cinco siglos infatigables de perversa faena destructora que antes de culminar su agonía y morir de una buena vez –si lo permitimos--, pretende arrastrar a su tumba a toda la humanidad.

No se trata de un individuo en particular sino de todo un sistema, un conjunto de relaciones sociales frías, anónimas burocráticas en el seno de las cuales las personas son solo medios de lucro, ganancia y acumulación en escenario de perversión donde la trabajadora y el trabajador son anulados sin derechos a una existencia digna. Ese rechazo tiene por lo menos 5.000 años de historia comprobada.

Según un informa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la fortuna de los 358 burócratas más ricos del planeta es superior a las entradas anuales sumadas del 45% de los habitantes más pobres de nuestra finita Tierra, según ese mismo informe más de 800 mil millones de seres humanos padecen hambre y alrededor de 500 millones sufren de malnutrición.

Otros datos también de la ONU advierten que actualmente casi 2 mil 400 millones de personas carecen de acceso a los servicios básicos de saneamiento del agua y alrededor de mil niños mueren diariamente en todo el mundo por la carencia de servicios básicos.

La ONU indica que actualmente la escasez de agua afecta a más del 40% de la población en el mundo, con altas probabilidades de que la proporción aumente.

Al menos mil 800 millones de personas consumen aguas contaminadas con materia fecal y más del 80% de estas aguas se vierten en el mar o ríos sin que se eliminen los contaminantes.

La contaminación ambiental causa la muerte de 12,6 millones de personas al año, así lo indica el informe de la segunda Asamblea de las Naciones Unidas para el Medioambiente (UNEA-2).

Más del 25 por ciento de las muertes de niños menores de cinco años y el 23% de las muertes que se registran cada año se deben al deterioro del medio natural.

Estudios de la Universidad de British Columbia y la Universidad de Washington de EEUU, aseguran que gran parte de la población mundial vive en lugares donde los niveles de partículas de contaminación en suspensión son más altos que los niveles máximos aceptados por la Organización Mundial de la Salud.

Cuando una bomba explota genera temperaturas superiores a los 1000 °C, que no sólo destruye la flora, fauna y otros recursos naturales visibles, sino también la composición interna de los suelos.

Los conflictos bélicos no solo son enfrentamientos entre seres humanos, sino un ataque directo al medio ambiente del lugar donde se desarrollan los combates. Las guerras causan daños irremediables, aguas contaminadas, tierras de cultivo envenenadas y destruidas, y cientos de secuelas más.

La deforestación arrasa los bosques y las selvas de la Tierra de forma masiva causando inmensos efectos negativos para el medio ambiente y los suelos. Los árboles desempeñan un papel crucial en la absorción de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global. Menos bosques significan emitir más cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera y una mayor velocidad y gravedad del cambio climático.

El impacto más dramático es la pérdida del hábitat de millones de especies. el 70% de los animales y plantas habitan los bosques de la Tierra y muchos no pueden sobrevivir la deforestación que destruye su medio. Estudios indican que las selvas tropicales y los bosques pluviales podrían desaparecer completamente en los próximos años si continúa el ritmo actual de deforestación.

Los grandes desastres, como el de Exxon Valdez en 1989, con una carga de 11 millones de galones (41 millones de litros de crudo) en Alaska, vertiendo 37 mil toneladas de hidrocarburo, o la explosión de la plataforma de gasolina en el Golfo de México en 2010 que provocó una fuga de 651 millones de litros de crudo en el mar, son situaciones puntuales que causan un daño al medio ambiente de grandes dimensiones y con graves consecuencias.

Estos accidentes han provocado daños genéticos en humanos, plantas y animales, por la fuerte contaminación.

¿Siempre fue así? ¿Es inevitable esta injusticia? ¿Debemos aceptar pasivos y sumisos este brutal sistema de dominación? Quienes aspiramos a instaurar la justicia en nuestra Madre Tierra y a terminar con toda la explotación, devastación y dominación sostenemos que la sociedad se puede transformar y, por tanto, otro mundo es posible, frente al reino de la muerte, burocracia, mercantilismo, usurería, monopolios, oligopolios, explotación, criminalidad y cuatro hojas más de etcétera, hay una alternativa verificable históricamente (científica), realista, humanista, de igualdad: Socialismo.

Enfrentando día a día en esta lucha revolucionaria este análisis que no arroja nada positivo, el poderoso poder mediático, auténtico monopolio de la desinformación y la manipulación, en toda su extensa gama, de alcance mundial y los depravados empresarios que los manejan no descansan en contener al socialismo, la emancipación de los pueblos, su dignidad e igualdad. Nosotros somos el "Plan B".



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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