El futuro del país es incierto, es difícil adelantar qué pasará. El desarrollo de esta crisis no tiene vía cerrada, todo es posible. El cuadro político es caótico, difícil imaginar tanta complejidad: un gobierno agotado que no acaba de extinguirse, una oposición de derecha sin timón, un Chavismo auténtico atrapado en la desinformación del gobierno que ha linchado moralmente a sus posibles líderes, una masa clientelar. Vivimos un caos.
Se percibe que una corriente en el gobierno trata de buscar un arreglo, una transición que le dé estabilidad política al capitalismo, hay nuevamente un intento de diálogo restaurador, que de nuevo se bombardea con la torpeza del gobierno. Ese estira y encoge es reflejo de la lucha interna. El presidente luce a merced de las corrientes internas, una mañana de sol radiante sale a buscar al opresor y en la tarde regresa con la mano extendida al capitalismo. Unos declaran que el gringo era el jefe de la cia en el continente y otro se saca fotos con el espía, mientra jorge nos dice que todo es por la paz. El dirigente madurista que con pétalos de rosa critica al gobierno es inmediatamente acusado, el que pide rectificación, el que hace suya las palabras de maduro es anotado en la lista negra, le aplican la misma fórmula que vienen aplicando hace cinco años.
El gobierno está paralizado entre el discurso y la práctica, es incapaz de resolver nada, sólo promete, anuncia, pero los planes no le duran una semana, ejemplo: el petro se perdió en la incertidumbre. En conclusión: entre la lucha interna dentro del gobierno, la ausencia de crítica, la incapacidad manifiesta es difícil una salida tejida con la participación del gobierno.
La derecha externa se bate entre saltarse las leyes que el gobierno no cumple o perecer amarrada a ellas. Sus líderes no han podido resolver esa incógnita. Se abstienen, le restan legitimidad al gobierno y se paralizan. Eso es lo que se ve. Sigue instrucciones internacionales, ejercen presión pero no terminan de encontrar la fórmula o el coraje para correr el riesgo de descabellar. El campo militar está revuelto, así lo indican los presos; las masas están inquietan como tigre hambriento en una jaula.
¿Qué deben hacer los chavistas revolucionarios, los del gobierno y los de afuera? Sus acciones deben tener dos pilares: uno, el Socialismo como única solución, y ahorrar la mayor suma de penalidades a la masa humilde.
La batalla principal se presenta en dos teatros, el primero la ideología, es fundamental la ideología para realizar una práctica revolucionaria, ya lo dijo Lenin. Los capitalistas tratan de confundir, de contaminar la ideología revolucionaria, y se valen de los reformistas para debilitarla con aquel planteamiento de que el socialismo es posible pero hoy no hay condiciones, para mañana quizá; siempre que hay posibilidades revolucionarias aparecen los reformistas.
El segundo punto, y más difícil de entender, es la necesidad de un líder. Los capitalistas saben muy claramente el papel del líder en la Revolución, los revolucionarios no siempre lo comprenden, ellos mismos le dan la espalda, aceptan las calumnias del capitalista. Contra el aparecimiento del líder usan todas sus armas; al principio la burla, se burlaron hasta de Cristo; luego tratan de desprestigiarlo, agente extranjero dijeron de Lenin, quiere ser Rey dijeron de Bolívar, actuó en Cararabo dijeron de Chávez, son corruptos dice el fiscal, y los incautos difunden la calumnia. Después, si todo falla, si el líder prospera vienen los intentos de asesinato. No fue en vano que asesinaron a Chávez, o hicieron más de quinientos atentados a Fidel, o mandaron a asesinar al Che; no fue un azar que asesinaran a los líderes de las FARC en Colombia.
Sin líder y sin ideología no hay práctica revolucionaria, eso lo ha aprendido la Revolución en años de lucha, esas son nuestras primeras necesidades.
