La crisis en gotas

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¡Sálvese quien pueda!

Estamos viviendo una guerra fratricida entre venezolanos. Dicho de otra manera, nos estamos "comiendo" unos a los otros. A nadie le importa nadie. Sólo importa el maldito dinero. Mucha gente se está enriqueciendo a costillas de los más pendejos. Es decir, a cuesta de los que no tenemos nada para defendernos. Estamos rendidos ante los desalmados que no esconden su avaricia. ¿Cómo se explica el común de la gente casos como este? Recientemente compré una cajita de "Alpram" en 600 mil bolívares. La misma cajita, una semana después, me la ofrecieron en 10 millones. Óigase, buen 10 millones de bolívares. La locura: un paquete de harina "Pan" de a kilo, cuesta 500 bolívares en efectivo, en ciertos lugares, donde el bachaquerismo atraca a mano armada a los más necesitados de este país. Otro ejemplo: un botellón de agua "Clarita" lo cobran en 700 mil bolívares.

Ahora, bien, yo quisiera que un ministro de estos sesudos que andan de un lado a otro hablando paja, me diga como la gente puede vivir así. Como se puede hablar de "vivir, viviendo". La pensión de un jubilado se va en comprar un medicamento. Uno solo. ¿Y la comida? Mejor no habló de lo demás porque me voy a poner a llorar. Nadie se explica como el venezolano y la venezolana puede comer, y vestirse decentemente. Nadie se explica como un enfermo puede adquirir un medicamento para enfrentar su enfermedad. Como hacen los padres para comprarles los útiles escolares a sus hijos, además de pagar el colegio. Estas cosas no tienen parangón en nuestro país. Pero lo peor es que no se ve una lucecita al final del túnel.

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La CVG está en terapia intensiva

¿Quién lo iba a creer? La otrora poderosa Corporación Venezolana de Guayana, orgullo de los guayaneses, está en terapia intensiva. Usted tal vez piense que estoy exagerando. Pues, no. Estoy diciendo la verdad. La pura verdad. Y si no lo cree, le sugiero que se una vueltecita por el edificio sede de aquel ícono que llegó a ser, junto con sus empresas, la alternativa no petrolera. Se encontrará con un cascarón vacío. Con los pocos empleados de la otra CVG que aguantan, pero nadie sabe hasta cuándo. Hay otros empleados de la "nueva ola". Es decir, de la "nueva Venezuela" que disfrutan de las bondades de ser chavista y arribista, a la vez.

Los empleados y jubilados la están pasando negras. Muy negras. O amargas, si usted lo prefiere. Ya no podemos ir a una clínica, porque nos rechazan cuando decimos que somos empleados de la CVG. Las pólizas de seguro están por un millón y medio de cobertura. En otras palabras, el costo de una panela de jabón azul de lavar. ¡Carajo!, a esta vaina se lo llevó quien la trajo.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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