El presidente Nicolás Maduro arrancó el debate, posterior al triunfo electoral del 20 de mayo, con el lanzamiento de 6 líneas de trabajo para orientar el camino que nos permitirá enfrentar con fuerza nuestros principales retos y dificultades. En primer lugar, desde el escenario político, el diálogo como mecanismo y gesto de reconciliación y paz con los que asumieron la violencia como arma política; en segundo lugar, crear los mecanismos necesarios para avanzar en un acuerdo económico productivo, que nos permita potenciar nuestras capacidades productivas y reordenar el sistema distribución y comercialización de los productos básicos para el bienestar de la población; en tercer lugar, combate frontal a todas las formas de corrupción, para acabar con las desviaciones existentes tanto en las esferas públicas como en las privadas; en cuarto lugar, el fortalecimiento de los logros del Poder Popular, principalmente en los sistemas de protección social creados para resguardar al pueblo más vulnerable; en quinto lugar, la defensa del país frente a los ataques y agresiones extranjeras que amenazan nuestra soberanía e integridad nacional; y en sexto lugar, la ratificación de la construcción del socialismo, siguiendo el inalienable camino trazado por nuestro Comandante Chávez de solidaridad, equidad y justicia social para todos los pueblos del mundo.
Con estos elementos, hemos realizado un encendido debate en el seno de las Unidades de Batalla Bolívar Chávez (UBCH). En las asambleas, la discusión ha sido descarnada, crítica, pero siempre en un nivel respetuoso, consciente, proactivo, propositivo, en la esperanza cierta de que juntos vamos a superar todos los obstáculos y dificultades que se nos presenten.
En el debate protagónico de las bases revolucionarias destacan valiosos aportes y elementos para la batalla. El punto más sensible, es la lucha implacable contra la ineficiencia y la corrupción. Hay que enfrentar las desviaciones y las conductas delictivas que se vienen presentando en distintos niveles de gestión que, como mafias parasitarias, promueven el desvío y robo de productos de fábricas, hospitales, CLAP y cadenas formales de comercialización. Es necesario acabar con el insolente "martillo" en alcabalas y taquillas; y combatir con fuerza a los bachaqueros, los especuladores y los contrabandistas que se enriquecen a costa del bolsillo del pueblo. Hay que tratarlos como enemigos de la patria y aplicarles todo el peso de la ley.
Para alcanzar este objetivo, es necesario la activación de mecanismos reales para el ejercicio de la Contraloría Social por parte del Poder Popular organizado. La gente quiere tener la capacidad de poder interpelar a los actores responsables de toda la cadena de producción primaria y agroindustrial; a los responsables de cada servicio público, empezando por los más esenciales como el agua potable, la luz, el gas, la telefonía y los sistemas de transporte público. Participar en las instancias de control y supervisión de los mercados municipales, mayoristas y centros de distribución. Solo la participación del pueblo organizado permitirá enfrentar todas las desviaciones presentes en la cadena de comercialización.
Hay que sacudir las instancias burocráticas, sacarlas de su zona de confort para que, con un esfuerzo superior y creativo, podamos mejorar todos los servicios públicos y la atención al pueblo, aún en medio del bloqueo económico y las limitaciones para obtener insumos, repuestos o nuevos equipos, con dólares que ya no están disponibles. Es un esfuerzo superior para optimizar y aprovechar lo existente.
En las asambleas, la gente manifiesta encarecidamente tener la capacidad para un importante reto: Producir con nuestras propias capacidades y en medio del bloqueo económico, los productos alimenticios, medicamentos, ropas y vestidos que requiere nuestra población. De allí que, con creatividad y audacia, debemos aprovechar la enorme capacidad industrial y agrícola que se encuentra instalada en todo el territorio nacional. Tenemos a la gente activa, formada y capacitada para lograr este fin. Lo que se requiere es promover una sinergia para que este pueblo que trabaja y produce (artesanos, campesinos, pescadores, obreros, profesionales), puedan desatar todas sus capacidades, sin obstáculos ni impedimentos. Sin burocracia, sin intermediarios, sin corrupción y sin especulación. Los productos deben venderse al precio justo y estar disponibles en todos los anaqueles del país, acabando con la nefasta premisa "el producto más caro es el que no se consigue".
Resalta también en las asambleas la claridad de nuestro pueblo sobre la imperiosa necesidad de mantener la unidad con el fin de garantizar la cohesión de todas las fuerzas patriotas y revolucionarias. La unidad es un escudo antimisiles contra la amenaza guerrerista de los apátridas y agentes extranjeros que nos quieren invadir y bombardear con sus bombas asesinas. La unidad del pueblo organizado es un escudo contra el odio que tiene inoculado la derecha producto de sus frustraciones y contradicciones de clase. La unidad nos permitirá seguir enfrentando monolíticamente a la decadente oposición venezolana, una dirigencia retorcidamente enferma, llena de ambiciones personales e intereses corporativos que le impiden construir propuestas en beneficio del pueblo. El único "mérito" de la dirigencia opositora, es la carencia de escrúpulos para llevar a los jóvenes a la violencia guarimbera, asumiendo el neofascismo como única forma de acción política. La unidad es, en definitiva, un escudo para proteger los derechos del pueblo y las misiones sociales de las manos de las logias neoliberales.
El debate está en las calles. Se escucha el clamor del pueblo. Nuestras bases están activas. Quieren elegir, quieren participar, quieren colaborar y aportar para enfrentar cualquier reto que se nos presente.