Los vientos que movían los molinos han cesado... nos invade la quietud de la mediocridad, no hay destellos, el gris copa la escena, la desesperanza guía las almas. Unos emigran, otros se internan en las cárceles de su egoísmo, se niegan, se transforman en su contrario. El pasado heroico, hermoso de ayer se desvanece, no hay recuerdos, sólo se hurga en la basura de ayer y la basura de hoy. Pretenden transformarnos en una sociedad sin esperanzas, sin ideales.
Son días para aquellos hombres cuyas acciones reafirman la fe en la humanidad, nos hacen confiar en el futuro. Ellos resplandecen con más fuerza en la oscuridad. Son estrellas solitarias que sirven de referencia al resto. En medio de la quietud, cuando todo parece estancado, desde el fondo de una cueva se escucha una voz, se vislumbra una claridad, alguien actúa y renace la esperanza.
La humanidad es movida por estos hombres que descuellan del rebaño, lo despiertan, que son capaces de ir a contracorriente, que vuelan cuando los vientos cesan. Bolívar fue uno de ellos, acicateó aquella sociedad oponiéndose a la misma naturaleza y haciendo que le obedeciera a los patriotas. Simón Rodríguez, con su pensamiento, movió a un continente. Zamora trajo de nuevo el huracán bolivariano que creían derrotado. Fabricio, Douglas, Argimiro, Américo Silva mantuvieron despierta la esperanza del 23 de Enero y, sin dudas, Chávez es hijo de las montañas de Iracara, del Guaramacal, del Bachilller. Fidel, cuando los malignos pensaban que habían derrotado a la humanidad, a la causa de Cristo, al amaos los unos a los otros, se levantó valiente y desde el pequeño territorio iluminó al planeta, mantuvo viva la llama que señala el camino. El Che, triunfante en Santa Clara, se hizo inmortal en la Quebrada del Yuro, aquella escuelita es otro Gólgota para los revolucionarios. Chávez supo romper la sombra que nos cubría por medio siglo y retomando las banderas del Monte de los Olivos y de Carabobo continuó la gesta que despierta a los humildes.
Los vientos han cesado, el estancamiento cubre al planeta, gobernantes de quincalla, buhoneros de la política, dirigen a la humanidad. Parece que la humanidad se mueve en fases heroicas que se agotan para dar entrada a fases de medianía. Es en estas fases, cuando todo se cree perdido, que surge lo mejor de la humanidad.
Vivimos en el planeta una fase de agotamiento, se fueron los grandes líderes, cesaron los vientos. No son días para los flojos. Cuando el viento está a favor cualquiera canta como gallo. Pero los gallos se demuestran en la oscuridad de la madrugada, con su canto confiados en la salida del sol. Es así, Venezuela, la humanidad toda esperan su referencia de humanismo, algo, alguien que rompa la unanimidad de los mediocres, un destello que indique el camino.
Este pueblo que conoció a Chávez, que lleva en el corazón a Bolívar, tiene el deber de parir a uno de esos hombres luminosos. La historia de este pueblo no termina en esta etapa miserable que hoy vivimos, el futuro promete cumplir el sueño.