EN DÍAS PASADOS ASISTIMOS, SIN MUCHAS GANAS, lo confesamos, a una de esas conferencias que abundan en los Centros de estudios sobre el Socialismo que proliferan en estos días, y en donde consiguen la rara proeza de hablar de Revolución y de Socialismo sin hablar de Marxismo.
La conferencia nos impresionó gratamente, fue dictada por Alejandro Mena, y suscitó muchas preguntas e interrogantes que aquí trataremos de resumir. Veamos.
Trataba del Estudio Sobre los Métodos de Dominación en las Haciendas de la Colonia. Se basaba en materiales escritos salidos a flote cuando la Revolución Bolivariana removió las aguas del latifundio remanente.
Explicaba el expositor, que se pueden detectar tres fronteras, o barreras, cuando se estudian los métodos de dominación de esa época. Relatemos.
Una primera frontera impide a la masa dominada la toma de conciencia de su condición de dominado. Está formada por construcciones teóricas justificadoras de la realidad. Filosofías que sostienen que es natural el mundo donde unos pocos predestinados se apoderen de la riqueza de la sociedad, que la pobreza es inevitable y, además, que el sufrimiento y la sumisión en la tierra te hace acreedor al cielo. O teorías científicas que “demuestran” que unas razas son diferentes de otras: unas nacidas para mandar y otras para ser mandadas.
La segunda frontera está formada por los instrumentos y valores que impiden que los pocos que consiguen superar la primera frontera, los que tomaron conciencia de su condición de dominados, se organicen, y al organizarse potencien sus fuerzas, solventen su carencias, planifiquen y ejecuten acciones que lleven conciencia al resto de la población. De esa manera se formaría un movimiento que pondría en peligro la dominación. Es que la organización y la unidad de los liberados, es el principal peligro de la opresión, y contra ella se dirigen todos los dardos.
La unidad de los revolucionarios es difícil, contra ella conspiran los valores egoístas y los sistemas de valorización de la dominación.
La tercera frontera es el miedo al cambio. Esta frontera se sustenta en el apego a la caverna: la civilización fue fundada sobre el espíritu y la genética de lo sedentario, el espíritu nómada dio origen a la aventura, a la expansión, no a la fundación de sociedades, de civilizaciones. De allí el miedo al cambio.
La dominación en la hacienda feudal, sigue viva en la opresión en los tiempos de Internet, y para asombro usa las mismas fronteras para protegerse. Es comprensible, el alma del hombre no ha cambiado.
Vivimos en una sociedad de lo individual, de la competencia, donde la Revolución es el milagro de romper con el miedo al cambio. Nosotros hemos logrado darle colores de posibilidad a ese milagro, sólo nos queda defenderlo y profundizarlo.
¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo!
¡No entregaremos el sueño de Bolívar!
¡Chavez es Chavez… amor y sangre de su Pueblo!