Pre-data: "Los modelos productivos que hemos intentado hasta ahora han fracasado y la responsabilidad es mía, es nuestra, no podemos echarle la culpa a la Santísima Trinidad"
"Basta ya de lloriqueo frente al imperialismo, nos toca a nosotros producir con bloqueo o sin bloqueo"
Críticas del presidente Maduro: ¡Bienvenido al mundo de la moda, Presidente!
Primero que nada debo agradecer dos textos que presentan controversias con mi artículo "Pensamiento burgués del presidente Maduro", escritos por Alberto Salazar y Ciro Brescia, Es reconfortante que personas respetuosas y bien cimentadas sobre las bases del conocimiento y la capacidad analítica debatan con uno esgrimiendo argumentos bien hilvanados y sustentados, lo cual lo compensa a uno frente a mensajes insultantes escritos por personas que solo usan calificativos originados en un fanatismo ignorante y lamentable. Ciro Brescia escribió: "Gracias, camarada Néstor, por darme la oportunidad con tu escrito de desarrollar estas reflexiones". Gracias a ti, Ciro, por acicatear mi mente y permitirme seguir estudiando en el interminable libro de la vida.
Yo carezco de soberbia intelectual, estoy seguro de que me equivoco lo suficiente como para merecer oposición a mis ideas ¡Allá otros, si se creen infalibles e intocables! Mi bendita inseguridad se la debo a lo que considero una de las más grandes virtudes de la razón: la duda. Dudo de todo lo que pienso, de todo lo que hago y de todo lo que soy, salvo de lo que mora en el territorio del amor, porque el amor es firme y bueno hasta cuando se equivoca.
Creo, por una parte, en la duda razonable, aquella que puede influir en abrir caminos al conocimiento de la realidad. A esta categoría pertenecen, por ejemplo, la duda sobre si la tierra era plana, que condujo al planteamiento de que es redonda (lo cual también pongo en duda, ya que los planetas se ven redondos en la distancia, aunque todos son cuerpos con relieves e irregularidades en su forma). Esto alentó la aventura que llevó al encuentro de Europa con América. O la duda acerca de si la tierra era el inmóvil centro del universo y si todos los otros cuerpos celestes giraban alrededor de ella. Enfrentado a las certezas de la inquisición católica, Galileo Galilei insistió tercamente en que la tierra no es el centro del universo y en que se mueve alrededor del sol, lo cual cambió toda la perspectiva astronómica junto a otros aportes de su genio científico.
También practico la duda especulativa e inútil, sin dejar de considerarla relativamente razonable. Dudo, por ejemplo, de la existencia del tiempo fuera de la mente del hombre. He llegado a considerar que el tiempo es un instrumento humano de trabajo y que no existe en la realidad externa, lo cual significaría que vivimos en la pura y mera eternidad. Dudo, inclusive, de la existencia del Universo que no sea en mi propia conciencia, que es sin duda el extremo del individualismo y del idealismo. Como se ve fácilmente, no son más que juegos mentales, poéticos, que no conducen a nada.
En todo caso, quien duda tanto y siempre como yo, difícilmente puede ser presa de algún fanatismo o seguridad. Dudo, verbigracia, de la factibilidad del socialismo, viendo como la especie ha apostado a lo largo de la Historia por una redención general que nunca llega ¿Está la Humanidad condenada al destino de los dinosaurios? A veces pienso en la metáfora bíblica del Apocalipsis y le encuentro sentido. Nos aproximaríamos a una situación límite a la cual nos llevarían tres jinetes del Apocalipsis que cabalgan tres caballos: el rojo, que es la guerra (la guerra nuclear, diría yo), el negro que es la hambruna, la pobreza extrema, y el verde, que es la muerte o la enfermedad. Todo esto no es sino mi presunción de que la Humanidad, en un futuro no muy lejano, se verá ante una situación apocalíptica y ante la posibilidad cierta de la extinción de la especie, no como una idea de científicos y estudiosos, sino como una perspectiva inminente para todos los humanos. Esto podría favorecer la llegada del cuarto jinete del Apocalipsis sobre el lomo del caballo blanco, la derrota de la muerte y el advenimiento de un nuevo comienzo forzado por la necesidad, de una nueva civilización.
Y esa es otra cosa, a veces pongo en práctica mi manía del parafraseo: lo hago con la frase "no cambiemos el clima, cambiemos el sistema", que traslado a la idea de "no cambiemos el sistema, cambiemos la civilización", dados los destinos que han tenido los intentos socialistas. Pero claro, todo lo que he dicho aquí lo tengo en duda, son elucubraciones.