La otrora Unión Soviética tuvo su auge bajo el socialismo. Mandaron hombres y mujeres al espacio. Creció la economía, ubicándose en la segunda del mundo. Creció en tecnología, y en producción de alimentos para el pueblo soviético. Se convirtió en una potencia de primer orden. Pero, de repente cayó en un vacío. Los líderes se desligaron de la masa, de la gente, es decir, del pueblo. Esa dirigencia cayó en mano del burocratismo, del autoritarismo y la ineficiencia. Y, sin que el imperio estadounidense hubieses movido un dedo, el estado Soviético se desborono. Surgió, como arte de magia, Gorbachov, y su perestroika. Todo se derrumbó. Hasta que llegó Putin al poder, y bajo su pulso, a pasos agigantados, Rusia está retomando su grandeza como país.
Esa cosa que pasó en la otrora Unión Soviética, podría pasar aquí en Venezuela con su revolución. Veamos: el burocratismo en el gobierno pesa como un hipopótamo. Cada día es mayor. La ineficiencia campea por todos los lados, aquí, allá, acullá. Lo mismo que el autoritarismo. Los funcionarios, sean de bajos niveles, medios o altos, se corren que tienen a Dios agarrado por la chiva (con el perdón de Dios). No se diferencia en nada al funcionario de la IV República. Óigase, bien en nada. Las secretarias o asistentes, reaccionan de la misma forma que en la IV. "El general no está". "El ministro está en el baño". El Presidente de la empresa salió para una reunión". "El gobernador no ha regresado del almuerzo". "El alcalde, está en inspección". Etcétera. Sobran las excusas para no atender a quienes necesitan ser atendidos.
Por supuesto, hay sus excepciones. Por ejemplo, yo conozco al general Alirio Rojas, vice presidente Ejecutivo de la Corporación de Guayana. Sé que llega temprano, muy temprano a su despacho. Viste como usted o como yo. Es decir, como un empleado cualquiera. Y siempre está para recibir, con amabilidad a quien necesite hablar con él. Pero no es solo eso. El general Rojas es un funcionario que soluciona problemas. Él comprende que para eso lo pusieron allí. Para atender bien a la gente, y para ayudar a solucionarles sus problemas, además de hacer lo que tiene que hacer en correspondiera con su alto cargo. Pero lo más sabio de este general, es que él sabe que mañana o pasado, sea por lo que sea, ya no estará allí, en ese cargo. Y sabe, además que él llegará, más tarde que temprano, a convertís en una persona normal, con jubilación o no. Un ciudadano cualquiera, pues.
Pero por debajo de él hay funcionarios y funcionarias que creen que nunca van a dejar el puestico que ostentan. Y que, además, no van a llegar a viejo o vieja. Y allí está el problema. Son trabas para que las cosas funcionen con la prontitud, que debe ser. Son respondones y se creen la octava maravilla del mundo. Conozco a muchos de ellos y ellas. Quienes actúan de esa manera conspiran contra el presidente Maduro y contra las instituciones para las cuales prestan servicios. Torpedean todo, y se les sube los humos cuando están en frente de una persona común y corriente, sean jubilado o no. Son personas malvadas, perversa, que no piensan en el mañana. Piensa que serán eternas o eternos en sus carguitos. Pero dice un dicho que a todo cochino gordo le llega su noche buena. Después no se quejen. Serán conocidos y recordados por las huellas que dejen…. ¡Se cansa, uno!
AGREGADO:
La corrupción marcha a la par con el burocratismo y la ineficiencia. Es un mal incrustado en todo funcionario que llega a un cargo, y una vez sentado en el sillón, respira y da las gracias a Dios por haberlo puesto donde hay. Los corruptos abundan en cada ministerio, en cada empresa, en cada gobernación, en cada alcaldía. ¡Carajo, que plaga le ha caído al gobierno! Con ser revolucionario y todo. La corrupción no sabe de ideología, ni de política, ni de en carajo. Su ideología es el robo…, robar, robar y robar.
Teófilo Santaella: periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la isla del Burro en la década de los 60.