Las crisis financieras no son circunstanciales y traen inestabilidad a los países o a la región en sí, jamás podemos trazar la culpabilidad al Capitalismo, simplemente, porque el flujo de capitales globales tiene un carácter volátil y procíclicos. Simplemente, en las expansiones, las rentas crecen, la probabilidad de impago cae y llegan capitales. En las recesiones, las rentas caen y los capitales huyen. Otro componente de volatilidad es la política monetaria de la moneda de reserva. Hay una cantidad de dinero mundial que cada día se valora en los mercados de divisas. Pero el cambio de divisas en sus diversos componentes, dio lugar a una crisis a nivel bancario que hoy, simplemente estamos observando
los ahorradores, huyen de países emergentes y vuelven a EE UU. Esto es así desde que el templo de Delfos en Grecia impago sus deudas en el siglo VI a. C. Ahora los países han liberalizado los movimientos de capital e Internet y la revolución de las comunicaciones multiplica el volumen de flujos financieros globales y su volatilidad a máximos históricos. En este escenario deberíamos pensarnos dos o tres veces nuestras decisiones de endeudamiento. Pero las familias, las empresas y los bancos somos procíclicos y eso intensifica las crisis financieras globales. Por eso los economistas y filósofos, recomendamos a los Gobiernos ser anticíclicos, ahorrar en las expansiones, fijar los tipos de interés sobre la inflación esperada y no la pasada, tener estructuras de deuda anticíclica, emitir bonos con los cupones vinculados al crecimiento del PIB o al precio de las materias primas en el caso de países emergentes.
El problema es que la brecha de producción en EE UU ya es positiva, el paro está en mínimos, la inflación vuelve a superar el 2% objetivo de la Fed y el inconsciente de Trump ha aprobado una bajada de impuestos y una política fiscal expansiva. Por lo tanto, la política monetaria de la Fed debe ser restrictiva y la inestabilidad financiera global es susceptible de empeorar.
Turquía tiene que presentar un plan, el de Argentina es insuficiente, Brasil con elecciones inciertas en octubre, México tomando decisiones populistas, India con déficit público del 7% del PIB, hiperinflación en Venezuela... China, con política monetaria expansiva, nos acorrala y aplica cerrojos, puede compensar los efectos de la Fed, pero su deuda crece y crece.
En Europa los tipos siguen al cero, lo cual resta atractivo para que lleguen flujos financieros globales. Y el BCE ha anunciado el final de sus compras de deuda. En 2019, España tiene que emitir el 20% del PIB en deuda pública, la peor herencia recibida por un Gobierno de la democracia. El euro es una moneda de reserva y nos protege, el PIB crece y tenemos superávit exterior. Pero la prudencia es virtud, conviene ahorrar y mantener los dedos cruzados. Pero, el comerciante es el peor enemigo del ahorrista en Venezuela y el presidente, Nicolás Maduro Moros tuvo que ofertar oro para el ciudadano para asegurar su capacidad ahorrativa.
El conflicto chino y estadounidense debe encauzarse desde una visión comercial y se debe cuidar los acuerdos arancelarios, impuestos a los productos, desde ambos lados.
Las promesas de apertura del régimen chino no han convencido en Washington, donde no solo la Administración del republicano Donald Trump acusa a Pekín de competencia desleal, sino también los demócratas, aunque difieren de la estrategia impulsada por el magnate neoyorquino para reducir el desfase comercial con el gigante asiático y, aún más, del hecho de que ponga a los países aliados en el mismo saco.
Pekín ha prometido ayudas para aquellas compañías, que más sufran el impacto de estas tarifas. Los mercados financieros del país han acusado estos meses de amenazas comerciales con Estados Unidos -el principal índice del país se ha dejado un 17% en lo que va de año-, en un momento en que las autoridades tratan además de reducir los riesgos derivados de un aumento súbito de la deuda en los últimos años. La moneda china, el yuan, también ha sido víctima de la incertidumbre y ha perdido más de un 3% de su valor frente al dólar en estos meses.
Trump cree que el comercio mundial es como el mercado inmobiliario de Nueva York o el mundo de los concursos televisivos y de las competiciones de belleza femenina, dividido entre vencedores y perdedores. Los primeros exportan y los segundos importan. No es propio de vencedores depender del acero producido por otros. Afecta a las armas, es la seguridad nacional. Nadie debe interferir en algo tan serio, y menos la OMC. Ideas del siglo XX, cuando la industria pesada era determinante para la capacidad armamentística de los países.
Es una guerra opcional, surgida de la cabeza presidencial. "Las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar", ha escrito en Twitter
Los escasos turiferarios que le quedan elogiarán su coherencia. Hace lo que promete, o al menos pone todo su empeño en demostrar que quiere hacerlo, como sucede ahora con el muro de México: mandará soldados allí donde no pueda poner bloques de cemento. Juró combatir el déficit comercial. Juró proteger los puestos de trabajo industriales. Juró oponerse a los tratados de libre comercio. Y lo está haciendo, sin importarle que los resultados perjudiquen finalmente a la economía estadounidense y a la economía global, a los puestos de trabajo estadounidenses también.
Pero, los chinos les gusta abusar y en el caso venezolano es patético
Tanto el lado estadounidense como el chino han rebajado las expectativas de alcanzar un acuerdo significativo y describen los encuentros más como un "intercambio de ideas" que una negociación formal. Trump, en un tuit, aseguró que "su gran equipo financiero está en China intentando negociar unas reglas de juego igualitarias en lo comercial" y que esperaba reunirse con el presidente chino "en un futuro no muy lejano".
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