Señalado por el médico del Batallón Vargas, Alejandro Floot, quien el 6 de junio de 1830 practicara el reconocimiento médico al cadáver del General Sucre, escribe que el cuerpo presentaba 3 heridas: 2 en la cabeza y una en el corazón. Cuatro fueron los disparos que en ese amanecer cruzó el sitio La Jacoba en la Montaña de Berruecos, Colombia, a 80 kilómetros al norte de la ciudad de Pasto, Colombia, 3 de estos disparos hirieron el cuerpo del General Sucre, pero solo uno fue mortal para el héroe de las Batallas de Pichincha, en Ecuador, y Ayacucho, en Colombia. El magnicidio que conmovió a la América Hispana se ejecutó la mañana del 4 de junio de 1830. Desde la espesura de la montaña una voz gritó: ¡General Sucre! y enseguida se desencadenó la andanada de disparos, la víctima apenas alcanzó a exclamar: ¡Ay, balazo! y cayó de su montura. Según un examen médico posterior al del médico Floot, dos balas le habían herido levemente en la cara, una rozando la cabeza, otra hiriéndolo en la nariz y la oreja derecha, y la fatal le perfora el corazón; matándolo de manera instantánea. El General Sucre, cumpliendo una orden de El Libertador, ella con la finalidad de apaciguar a algunos patriotas disidentes, sale de Bogotá a un largo periplo el 13 de mayo de 1830, día en que se proclama en Quito la independencia del Departamento del Sur, y por ello tomaría el nombre de Ecuador, dejando al poblado de Quito como capital de la República. El Congreso Admirable de Bogotá, cuyo objetivo había sido preservar la unión de la Gran Colombia, había fracasado porque la mayoría de los Diputados eran de la facción que manejaba el colombiano traidor General Francisco de Paula Santander; quienes votaron a favor de la secesión con Venezuela. El general Sucre, que había presidido el Congreso, apesadumbrado decide viajar al Ecuador ante el colapso del ideal bolivariano. Su propio mentor, Bolívar, había abandonado el Poder consumido por la decepción y la grave enfermedad de tuberculosis.
La reducida comitiva que acompañaba al General Sucre en su fatídico viaje al Ecuador, estaba conformada por el Diputado por Cuenca, Andrés García Téllez, los Sargentos Colmenares y Caicedo, su criado Francisco y dos arrieros; quienes temían morir en la balacera salen corriendo abandonando el cuerpo de Sucre que yace en el suelo por una 24 horas. El día anterior al asesinato había partido una posta para dar el aviso a los caudillos del Valle del Cauca, Generales José Hilario López y José María Obando, de la facción liberal que repudiaba la pretensión monárquica que se atribuía al Libertador. El militar, estadista e historiador colombiano, General Tomás Cipriano Mosquera, escribe en sus memorias que la orden de asesinar a Sucre provino del denominado clan septembrino de Bogotá, involucrado en el atentado del 25 de septiembre de 1828 que estuvo a punto de costarle la vida a Bolívar. "Era para ellos un obstáculo la existencia de Sucre, que consideraban como el lazo de unión para mantener la integridad de Colombia". El 27 de mayo, una semana antes del asesinato del General, estaba en Popayán, Colombia, cuando recibe la carta confidencial de Quito, el General Vicente Aguirre lo pone al corriente de la secesión del Ecuador, que había nombrado como Presidente Provisional al General Juan José Flores. La noticia no lo toma por sorpresa, al tenor de la respuesta remitida el mismo día le dice: "mas era cosa calculada por todos que debía suceder una novedad al Sur, este acontecimiento será de provecho, yo llegaré pronto allá para que de cualquier modo se conserve esta Colombia, sus glorias, su brillo y su nombre"
En Pasto, dos días después, Obando mantenía una reunión con Apolinar Morillo, Coronel venezolano que había sido expulsado por el General Flores del Ecuador; por sus opiniones políticas. Según su testimonio en el proceso que se le sigue años después, el caudillo le dijo: "La patria se halla en el mayor peligro de ser sucumbida por los tiranos y el único medio para salvarla es quitar al General Sucre, quien viene de Bogotá a levantar al Ecuador para apoyar el proyecto de coronarse el Libertador". Lo envió con instrucciones a José Erazo en Salto de Mayo, una parada en la vía a Popayán, donde éste fungía de jefe de milicias, siendo además un eventual salteador de caminos; le dirigió una nota que decía: "El dador de ésta le advertirá de un negocio importante, que es preciso que lo haga con él. Él le dirá a la voz todo y usted dirija el golpe". Junto con Morillo viajaría el Coronel Colombiano Juan Gregorio Sarria con las armas y municiones que se emplearían en el atentado. Complicando la trama, Obando había estado en contacto con Flores dos meses antes para procurar una solución amistosa a la pretendida anexión de Pasto a Ecuador; previendo una eventual intromisión en sus arreglos le había escrito: "Pongámonos de acuerdo don Juan, dígame si quiere que detenga en Pasto al General Sucre o que debo hacer con él" En mayo, durante el lapso del viaje del Mariscal recorriendo el país, había el General José María Obando mantenido la presión apelando a una falsedad: "El General Sucre lleva la intención de sustraer el Sur y ponerse bajo la protección del Perú. Cuide usted mucho de esto y cuente con el Cauca y con mí mismo para estorbar tal suceso" El General Sarria y convienen una entrevista en Tulcán, Ecuador, para cuyos arreglos llega de Pasto, Colombia, el Coronel Manuel Guerrero. Toda aquella conspiración derivaría en las acusaciones contra el General Juan José Flores, como cómplice del asesinato del General venezolano Antonio José de Sucre.
José M. Ameliach N. Septiembre de 2018