Cuenta la leyenda que tras el Diluvio los hombres se entendían porque hablaban una misma lengua, hasta que Dios castigó su avidez, su orgullo y su insolencia confundiendo sus lenguas, dispersándolos y destruyendo la torre de Babel, inmensa ciudad-torre que estaban erigiendo, en la región de Senaar, con la intención de llegar al cielo.
Castigo que obviamente no acabó con la codicia, la soberbia ni las ansias de poder, sino que más bien transformó una empresa dudosa, pero colectiva, en luchas grupales para alcanzar la cima del Babel de turno. Y así, cabalgando la quimera de la violencia, los hombres viajaron de siglo en siglo hasta llegar a la mundialización del capitalismo y del imperialismo anglo sionista.
Mundialización sustentada por el orden jurídico e institucional urdido al finalizar la II Guerra por la naciente potencia estadounidense. Babel de lujo capitaneada por la ONU, formalmente responsable de "mantener la paz y seguridad internacionales…". E informalmente, de consolidar la hegemonía estadounidense, de fortalecer al capitalismo, de mantener a raya al "comunismo" y de naturalizar las relaciones desiguales entre naciones.
Babel reforzada por la masificación del modo de vida estadounidense y de la cultura del desprecio, a través del aparataje religioso/cultural, la industria del entretenimiento y la manipulación de las tecnologías de información y comunicación. Combinación que, pese a su importancia en el ámbito mundial, no ha podido impedir la fractura de la hegemonía estadounidense, cada vez más dependiente de la guerra que de la diplomacia.
Fractura que obligó al imperio a cerrar el siglo XX y entrar en el XXI esgrimiendo su mitología anticomunista y pergeñando una eficaz Babel anti-terrorista y anti-islámica para que la gente del común aceptara sus iniciativas guerreristas y sus aliados los acompañaran en la balcanización de Yugoeslavia, el saqueo y destrucción de Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen…
Pero esa Babel, aliñada con falsedades y loas a la democracia e intensificad a extremos inimaginables para tratar de justificar el cerco, las acciones terroristas y la recluta tarifada de personajes incalificables no les ha funcionado en nuestra Patria, Venezuela. Y no lo ha hecho porque "estamos del lado correcto de la historia" luchando con sus propias armas diplomáticas. Porque el descaro imperial ha convertido la causa venezolana en causa de los pueblos de la región y del mundo sometidos por el mismo imperio. Y ¿por qué no? en causa de gobernantes que no desean amanecer un día cualquiera desplazados por un títere made in USA.
No importa cuánto griten o hagan los capos del norte, sus socios y vasallos. Nosotros gritaremos, cantaremos, reiremos y actuaremos con más fuerza, conscientes de ser ecos la dignidad y las luchas de millones de "otros".
Venceremos,