El Canciller de Venezuela, Jorge Arreaza, afirmó ante periodistas internacionales lo siguiente "En Venezuela no hay una crisis humanitaria. En Venezuela hay una economía perturbada, bloqueada por Estados Unidos. El sistema financiero se niega a actuar con Venezuela y hemos tenido que buscar rutas alternas, con aliados y amigos que tenemos en el mundo. A Venezuela se le impide utilizar el dólar como moneda de cambio para la compra, la banca internacional se niega a trabajar con Venezuela. Nos ha costado más 30 mil millones de dólares las sanciones y el bloqueo contra el país desde agosto 2017. Además, es una economía con un proceso hiperinflacionario, inducido desde centros de poder en Estados Unidos que imponen el tipo de cambio".
Quien esté desesperado y quiméricamente convencido por medios de agitación social abiertamente opositores, que ayer, hoy y mañana acompañan el propósito de expulsar a Nicolás Maduro como sea, algunos disfrazándose antes, en y después del carnaval con argumentos, me hacen recordar la izquierda antes de Chávez, y el menguado 6 % de aceptación.Si 20 años después de iniciarse la revolución bolivariana yel socialismo Siglo XXI, que le da al Presidente Maduro Moros más del 35% de aceptación. ¿esta de acuerdo con una invasión extranjera y apoya a quienes ruegan por ella?, revísese...
Lo que no puede ser válido por ilógico, es que nos dejemos fanatizar hacia uno u otro lado de la polarización política. De esa controversia entre hermanos, algunos frustrados al no poder convencer a sus votantes, acudiendo a la entrega de la patria o que bendicen la violencia, vale la pena tener en cuenta que no hay misiles, bombas y balas "solo mata socialistas". Se nos ha impuestointernamente una guerra con los precios, y la guerra debe ser unánime contra la corrupción pública y privada.La radicalización muchas veces irracional que desde la oposición llena de odio al país contra un gobernante electo legalmente, propugna aceptar actitudes de violencia fratricida, que en ninguna circunstancia de la historia ha dejado otra cosa que luto y desgracia, por Dios, evitémoslo.