"yo no creo en su resurrección, pero no ocultaré la emoción que siento ante Cristo y su enseñanza. Ante él y ante su historia, no experimento más que respeto y veneración"
A. Camus
" El cree en la vida y en lo viviente, que es todo lo que deviene, y llama a la vida verdadera, a la vida eterna, que no es una promesa para el futuro, sino una realidad presente en el interior del ser humano"
F.Nietzsche
"Jesús hizo a Dios accesible para todos [...] recorrió el camino que, antes que él, habían abierto los profetas judíos. Su Dios no prohibe casarse con las hijas de los infieles ni recomienda exterminar a otros pueblos; dice que todos los justos constituyen un pueblo [...]. Para él no hay griegos ni judíos [...]. Que no existen pueblos elegidos, amados por Dios y por la historia más que otros, destinados por eso a dominar por la fuerza a otros pueblos en nombre de un derecho cualquiera [...]. Que los valores fundamentales de la humanidad son patrimonio de todos y que ésta constituye un pueblo: he aquí una idea que ha venido a ser parte inalienable de nuestro mundo espiritual gracias a la doctrina de Jesús"
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Kolakowski
I.Jesús de Nazaret, siempre actual
Vale la pena hablar sobre Jesús de Nazaret, ese personaje que vivió hace 2.000 años. Es uno de los grandes personajes de la historia. Vale la pena preguntarse quién fue ese hombre; qué vieron en El quienes creyeron en El y le siguieron por los caminos de Galilea, de Samaría, de Judea...; qué han visto y qué vemos en Él quienes seguimos creyendo en El, quienes confesamos que está vivo, quienes decimos que Él es nuestro salvador, que en El está la salvación.
Jesús de Nazaret no pierde actualidad. Para muchas personas dejará de ser el Cristo o quizá nunca lo haya sido, pero no deja de ser un personaje que suscita interés y hasta entusiasmo. ¿Por qué sigue suscitando tanto interés y entusiasmo después de 20 siglos, en circunstancias tan distintas, en personas creyentes y no creyentes, cristianas y no cristianas? ¿Por qué sigue suscitando interés y entusiasmo incluso en muchas personas que no miran muy bien a las iglesias cristianas? ¿Por qué a muchas personas les interesa tanto Jesús y les interesa tan poco el cristianismo?
Jesús ha sido objeto de admiración y seguimiento para unas personas, y ha sido objeto de rechazo, mofa y persecución para otras. Pero nadie quedó indiferente ante su persona y su mensaje. Preguntándose por la figura de Cristo, Franz Kafka inclinó la cabeza y dijo: "Es un abismo lleno de luz. Hay que cerrar los ojos para no despeñarse". Jesús arrastró tras de sí a seguidores radicales y también a perseguidores encarnizados, mártires y verdugos. Su recuerdo consoló a unos e indignó a otros. El se convirtió en motivo de división entre amigos, familiares, conciudadanos... miembros de una misma sangre y una misma raza. Se le ha llamado el hebreo, el humanista, el burgués, el revolucionario, el maestro, el marginal...
Jesús suscitó interés y rechazo en los líderes de este mundo. Por eso ha habido persecuciones a los no cristianos y a los cristianos. Así, Jesús, el manso y humilde de corazón, se convirtió o lo hemos convertido en bandera de división y fuente de violencias sin cuento contra disidentes y herejes, contra paganos y ateos, contra judíos y musulmanes, contra los pobres y los grupos minoritarios o marginados...
Jesús también ha suscitado interés y rechazo entre los representantes del arte, de las ciencias, de la filosofía, del pensamiento. S. Weil era una enamorada del Cristo Crucificado, al que contemplaba como el "silencio de Dios". Su amor a Cristo le hizo exclamar: "Hubiera hecho falta otro Cristo para tener piedad del Cristo desgraciado". El mismo K. Jaspers, ya en pleno siglo XX, sitúa a Cristo entre los "hombres decisivos".
Hoy necesitamos volver a Jesús de Nazaret para buscar sentido a nuestra vida. Muchas personas andan desesperadamente detrás de la belleza, de la bondad, de la verdad. Necesitamos encontrar sentido para nuestras vidas. ¿Podremos encontrar respuesta en Jesús de Nazaret?
El interés y el entusiasmo por Jesús no se dan sólo entre los cristianos, sino también entre los fieles de otras religiones e incluso entre personas no creyentes. En nuestra época personajes de distintas culturas y religiones alaban y admiran a ese personaje. Mahatma Gandhi admiraba a Jesús de Nazaret y llegó a decir que las bienaventuranzas son una de las páginas más bellas de la historia de la humanidad. R. Tagoré admiraba a Jesús y no tanto al cristianismo. "Hay que hacer todo el esfuerzo posible —escribía- para liberar a Cristo de las manos sectarias de los cristianos". Khalil Jibram profesó una profunda admiración por Jesús y hasta escribió una especie de vida de Jesús siguiendo los evangelios.
Jesús no es propiedad de los cristianos. Es patrimonio común de todas las culturas y de todas las religiones. Es patrimonio de toda la humanidad.
Muchos judíos quieren rescatar la figura de Jesús, el profeta de Nazaret. M. Buber afirma que desde niño vio a Jesús como "su hermano mayor". Y Ben Chorin se propone devolver la persona de Jesús al pueblo judío, "repatriarlo". Estos intentos ayudan a eliminar ese largo enfrentamiento entre judíos y cristianos a causa de Jesús, de su vida, de su pasión y de su muerte. Unos y otros hemos tenido nuestra parte de culpa en esta polémica: los judíos por negarse a reconocer la misión profética y mesiánica de Jesús; los cristianos por haber fomentado el antisemitismo. La política ha influido mucho en este asunto.
Los musulmanes también se han interesado por Jesús. Mahoma tuvo noticias de Jesús a través de los cristianos de Siria. En el Corán Jesús es presentado como un profeta, precursor de Mahoma, que es "el profeta definitivo". El Islam no acepta más que un solo Dios, Alá, y por eso no puede aceptar la divinidad de Jesús.
Y muchas personas, que ni siquiera son creyentes, han quedado fascinadas por la persona de Jesús. M. Machovec escribió un libro titulado Jesús para ateos. El autor, que se declara ateo, muestra una profunda simpatía por la personalidad de Jesús, y llega a decir: "Si tuviera que vivir en un mundo que pudiese olvidar por completo "la causa de Jesús", no querría vivir". Otro autor no creyente, E. Bloch, dice de Jesús: "Aquí aparece un hombre bueno con todas las letras, en toda la extensión de la palabra, algo que no había ocurrido nunca".
Muchos otros agnósticos y no creyentes ven en Jesús un hombre singular, un modelo de humanidad, una revelación de lo que las personas podemos y debemos llegar a ser.
Todas las manifestaciones de la cultura se han interesado por Jesús. Se han escrito muchos libros y muchas novelas sobre la figura de Jesús. Pintores, escultores y toda clase de artistas han intentado plasmar el rostro o los rostros de Jesús y las escenas de su vida. Se le ha convertido en el centro de óperas rock y de musicales de los más distintos géneros: Godspell (1973), Jesus Christ Superstar (1974)... También se han hecho muchas películas, de todo tipo, sobre la persona y la historia de Jesús.
En definitiva, la persona de Jesús sigue suscitando mucho interés. En Él buscan el sentido de la vida muchas personas creyentes y no creyentes. Y en Él buscan respuesta a muchas preguntas e interrogantes que acosan al hombre y a la mujer de hoy y de todos los tiempos.
I.Conocer a Jesús
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La identidad cristiana nunca podrá ser cerrada. Nunca podrá ser exactamente definida y delimitada ni con criterios dogmáticos, ni con criterios morales, ni con criterios eclesiásticos. Sin embargo, todos asumimos que Jesús de Nazaret es el núcleo de la identidad cristiana. De ahí que debamos formularnos en primer lugar: ¿cómo conocer a Jesús de Nazaret? Tampoco para esta pregunta habrá una respuesta última, pero puede ser útil sentar algunos criterios fundamentales.
Conocer no es únicamente saber, si "saber" significa solamente «tener conocimientos». El auténtico saber no consiste en poseer información sobre algo, sino en gustar su sabor más profundo. El sabor del ser y de la vida da sabiduría al sabio. Conocemos a Jesús si nuestra vida tiene el sabor de Jesús, su saber vivir. Conocemos a Jesús si «sabemos» a Jesús. Dicho de otra forma, conocemos a Jesús si nos dejamos inspirar y mover por el Espíritu o la Sofía que movieron las entrañas, la mente, la acción de Jesús.
Para conocer a Jesús, es importante mirar primero la tierra y el tiempo de los que es hijo. Para conocer a Jesús, es imprescindible preguntarse: ¿cómo se situó Jesús ante los dolores y las esperanzas de su tiempo? Quede formulado esto como mero principio, pues aquí carecemos de espacio para describir ni siquiera superficialmente la geografía y la situación de Palestina en tiempo de Jesús, con sus grandes malestares; y no podemos desarrollar, ni siquiera someramente, la respuesta a las cuestiones nucleares de todo discípulo de Jesús: ¿qué esperó, qué anunció, qué hizo Jesús en su tiempo? Nos remitimos a los abundantes y excelentes estudios sobre el Jesús histórico.
Pero conocer el pasado no basta para conocer a Jesús. Solo podemos conocerlo bien desde las preguntas de hoy. Preguntamos por Jesús hoy, desde este mundo dolorido, desigualmente globalizado, más complejo y perplejo que nunca. Un mundo con más ciencia y más incertidumbre, con más medios y más amenazas que nunca. Preguntamos por Jesús desde nuestro mundo en metamorfosis cultural y religiosa. Preguntamos por Jesús desde nuestro mundo y nuestra Iglesia de hoy, discutida y discutible, tentada de erigirse como sistema autoritario en vez de ser comunidad de hermanos, compañera de camino y de búsqueda1.
Para conocer a Jesús, es preciso saber preguntar sobre el pasado, el presente, el futuro. Y aceptar, sin embargo, que nadie es dueño de las respuestas y que ninguna respuesta es última. Aceptar incluso que nadie es tan siquiera dueño de las preguntas, lo cual hace que la palabra sea aún más perpleja.
III. JJesús, histórico
Al decir "Jesús histórico", queremos decir la persona histórica de Jesús: lo que vivió, hizo, dijo.... El Jesús de los evangelios y el Jesús de la historia no son "el mismo", pero sí "él mismo". En efecto, los evangelios son recuerdo y relectura creyente de la historia de Jesús; son kerygma y catequesis.
Por supuesto, no todos los investigadores están de acuerdo en sus conclusiones sobre Jesús, porque la historiografía no es una ciencia exacta. Resulta así que tenemos diferentes imágenes del Jesús histórico. No obstante, el consenso existente sobre su figura es más que suficiente para sostener, con criterios historiográficos, que la fe en Jesús en su tiempo y en el nuestro es legítima. La confesión de Jesús como autocomunicación de Dios o la adhesión a Jesús como norma absoluta de la existencia, fundamento último de la confianza y criterio definitivo de conducta no es una decisión arbitraria, ni es una mera opción existencia! sin arraigo y sin aval en la historia. El Jesús histórico de los historiadores no sostiene nuestra fe, ya que esta se debe al testimonio apostólico creyente. El saber histórico no fuerza la fe, pertenece a los credibilia, al conjunto de conocimientos que hacen razonable y responsable nuestro libre acto de fe, para no caer en fideísmo o fundamentalismo. La fe cristiana, por tanto, no se funda en la historia, pero es inseparable de ella. El Jesús histórico no es "la norma" de la fe cristiana, pero la fe cristiana no está desligada de la historia.
Por ello, la fe cristiana no puede prescindir de su referencia a la historia, ni puede -hoy menos que nunca- desentenderse de la investigación acerca del Jesús histórico. El cristiano tiene que "volver a Jesús" constantemente. Y el conocimiento del Jesús histórico es uno de los elementos fundamentales de esta vuelta a Jesús. Es innegable que ha habido y sigue habiendo muchísimos cristianos que, por muy diversos motivos, no «necesitan» conocer al Jesús histórico, o que pueden seguir leyendo los evangelios de manera literal. Así es, pero para la inmensa mayoría resultan cada vez más necesarios el recurso a la historia y la lectura crítica de los evangelios. El estudio de lo que se pueda saber críticamente sobre la historia de Jesús lleva consigo el interés de situarnos bajo el horizonte de la precedencia y preeminencia de Jesús respecto del Cristo de la comunidad eclesial. Esto es el extra nos de la salvación. Dios ha actuado en Jesús antes de que accediéramos a creer. No hay Jesús sin Cristo, cierto; pero tampoco Cristo sin Jesús. La Iglesia toda, e incluso en su función magisterial, se sabe discípula de Jesús y se comprende bajo el juicio de su Palabra encarnada y crucificada.
La investigación sobre el Jesús histórico no es absolutamente indispensable y, en todo caso, siempre es insuficiente por sí sola. ¿Por qué? Porque de lo que se trata es de vivir, de seguir a Jesús, de ser transformados por su encuentro, de hacer la experiencia de Dios y del Reino como la hizo Jesús. La fe cristiana es seguimiento de Jesús. Creer no consiste ante todo en "conocer correctamente a Jesús", sino en seguir su camino, en ser discípulo, en vivir como él vivió. No hay más saber real que el de la fe hecha seguimiento. El mero saber no basta. Lo decisivo es la vida, y vivir es acoger en nosotros el aliento o el espíritu de Dios como Jesús, dar aliento y espíritu como Jesús, transformar la historia en morada de Dios como Jesús.
Ello no vuelve algo inútil o superfluo el conocimiento del Jesús histórico. Dicho conocimiento es cada vez más necesario. ¿Por qué? Porque nos impide convertir a Cristo en una figura fácilmente domesticable, en un mito arbitrario sin contraste en la historia, en una figura divina abstracta sin humanidad concreta. Porque la historia de Jesús (lo que hizo, quiso y anunció), en la medida en que es conocida, es un criterio fundamental para discernir y actualizar la teología, la doctrina, la moral, la eclesiología... La historia de Jesús es también un criterio fundamental para reinterpretar los dogmas cristológicos. El conocimiento responsable y práctico del Jesús histórico, a pesar de su carácter siempre parcial y provisional, sigue siendo también necesario para vivir y anunciar el Evangelio de manera crítica en el mundo de hoy.
En definitiva, el conocimiento del Jesús histórico y el conocimiento del Cristo de la fe de la Iglesia (presente en los evangelios, el dogma, la tradición viva hasta hoy) se necesitan el uno al otro. La fe de la Iglesia -que es algo mucho más amplio que su doctrina y que su teología- nos ofrece las grandes claves para conocer a fondo y seguir a Jesús. El estudio histórico nos permite situar y valorar nuestras ideas acerca de Jesús. Y son dos lecturas que nunca están cerradas: la historiografía sigue indagando sin cesar las huellas del Jesús histórico y la teología y la doctrina deben actualizar sin cesar su lenguaje o, dicho de otra forma, dejar libre al Espíritu que las inspiró y sigue inspirando.
Algunos libros recomendables.
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Aguirre, R. (ed), Los milagros de Jesús. Perspectivas metodológicas plurales, Estrella, Verbo Divino, 2002.
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Arregi, J., Cristianismo historia mundo moderno, Nueva Utopía, Madrid 2011 Boff, L, Jesucristo y la liberación del hombre, Madrid, Cristindad 1981.
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Castillo, J.M., La ética de Cristo, Desclée de Brouwer, Bilbao 2008.
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Feurbach, F., La esencia del cristianismo, Trotta, Madrid 1995.
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Gonzáles Faus, J.I., Acceso a Jesús. Ensayo de una teología narrativa, Sígueme, Salamanca 1995.
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Guardini, R., La esencia del cristianismo, Cristindad, Madrid 1977.
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Kolakowski, L., "Jesucristo: profeta y redentor", en Varios, Los Marxistas y a causa de Jesús, Sígueme, Salamanca 1976.
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Küng, H., Cristianismo, esencia e historia, Trotta-Círcuito de Lectores, Madrid 1997.
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Lucianis, R., Regresar a Jesús de Nazaret. Conocer a Dios y al ser humano a través de la vida de Jesús, PPC, Madrid 2014.
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Marina, J.M., ¿Por qué soy cristiano?, Anagrama, Barcelona.2005
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Martín Descalzo, J.L., Vida y misterio de Jesús de Nazaret, Sígueme, Salamanca 2008.
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Martínez Díez, F., ¿Ser cristiano hoy? Jesús y el sentido de la vida, Verbo Divino, Estrella 2007.
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Nietzsche, F., El anticristo, Alianza, Madrid 1992.
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Nolan, A., ¿Quién es este hombre? Jesús antes del cristianismo, Sal Terrae, Santander 2009.
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Pagola, J.A., Jesús de Nazaret. El hombre y su mensaje, San Sebastián, Idatz 1981.
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Pagola J.A., Jesús, aproximación histórica, PPC, Madrid 2007.
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Ratzinger, J., Introducción a cristianismo, Sígueme, Salamanca 1971.
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Sobrino J., Jesucristo libertador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret, Trotta, Madrid 1991.
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Sobrino J., Ensayo desde las víctimas, Madrid, Trotta 1999.
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Tamayo, J.J., Por eso lo mataron. El horizonte religioso de Jesús de Nazaret, Trotta, Madrid 2003.
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Tamayo, J.J., Diez palabras clave sobre Jesús de Nazaret, Verbo Divino, Estrella 2003
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Tamayo, J.J., Dios y Jesús. El horizonte religioso de Jesús de Nazaret, Trotta, Madrid 2006.
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Theissen G., El movimiento de Jesús. Historia social de una revolución de los valores, Sígueme, Salamanca 2005.
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Theissen G., La sombra del galileo. Las investigaciones históricas sobre Jesús, traducidas a un relato, Sígueme, Salamanca 2006.