Es propio de la psicología malandra: cuando se les enreda el papagayo, cuando su ignorancia los atrapa, comienzan a llorar y acusar a otros de sus fallas. Este gobierno llorón, guiado por la psicología malandra, entró al poder como elefante en cristalería, demostrando que la conducción de una sociedad no acepta improvisaciones.
Al principio, envalentonados, creyéndose superhéroes empezaron a perseguir a todo lo que brillara, rechazando el estudio, el conocimiento; fue así que cometieron el criminal error de asesinar a PDVSA, una empresa en plena producción que pasó a dar lástima, es ahora una ruina. El país, sin entradas económicas, sin producción, empezó a disolverse. Los creadores de la crisis no corrigieron sus errores, no rectificaron, al contrario, empezaron a mentir, a crearse un mundo virtual donde ellos no eran culpables de nada, la culpa siempre es de otros. Si lo que dicen fuera verdad, este sería el ejemplo mundial del gobierno perfecto, el único gobierno en el mundo que ¡nunca se ha equivocado!
Lo anterior es historia conocida, está a la vista, lo que preocupa ahora es el futuro. Hacia dónde va el país en las manos de gobernantes que no gobiernan, que no aciertan y no rectifican. Inseparables de una oposición bufa, que es su complemento. Los dos, gobierno y oposición, se necesitan como los acróbatas de un acto de circo; no son iguales, pero son lo mismo, los dos capitalistas, los dos sumisos a los poderes mundiales. ¿Hacia dónde va el país en estas manos de mantequilla?
La respuesta es dramática: el país sin gobierno va al caos, los vacíos son llenados por la iniciativa de pandillas locales, la sociedad se fragmenta, reina la ley de la selva de concreto, cualquier grupete sentencia y ejecuta barbaridades, no se respetan siglos de evolución hacia el humanismo, no hay juicio, todo acusado es culpable, no hay derechos humanos. El gobierno incita al caos, a la disolución del Estado en mil fragmentos de pequeños feudos y un colosal éxodo bíblico. Y por sobre ese caos, esa licuefacción de la sociedad, los buitres del capitalismo mundial hacen su festín, las trasnacionales se apropian de las reservas de petróleo, arrasan en el Arco Minero, se apropian de cualquier cosa que tenga valor, la telefónica, la electricidad, el aire, el agua, todo será privatizado. La alianza con el capitalismo le salió cara al madurismo, quisieron domar al tigre y la fiera se los comió.
A la Patria se le agota el tiempo, esta situación va rumbo al despeñadero. La socialdemocracia, el reformismo, ha fracasado, maduro y guaidó son emblemas de ese fracaso. El dilema hoy es el caos o una brutal dictadura fascista. No son tiempos para cálculos políticos, para "ni ni" oportunistas, para posiciones ambiguas. Es hora de correr el riesgo de acudir al llamado de la Patria de ir contra este gobierno y su pareja, la oposición gringa.
Se debe evitar caer en la trampa de unas elecciones tuteladas que serían el túnel del retorno a la cuarta república, a la socialdemocracia creadora de miseria. Aquí la solución es volver al punto donde erramos el camino, volver al magnicidio de Chávez, a su caída en combate, y continuar la batalla que él libraba, en la que rindió su vida, la batalla contra la lógica del capital. ¿O es que ahora por obra de estos traidores el capitalismo es bueno? ¿A eso retrocedimos? Se debe construir un gobierno que gobierne, que rescate la autoestima de la gente, que le devuelva el futuro.