El gobierno se retuerce intentando ocultar su carácter de dictadura. El caso del capitán Acosta le quitó el último disimulo, quedó desnudo. Ahora la discusión es cómo salir del dictador, hacia dónde iremos, el punto importante es el día después. Veamos.
La dominación capitalista se mantiene girando dentro de un ciclo: dictadura y democracia burguesa. Los dos polos son en realidad dictadura, una más evidente que la otra, pero las dos iguales: las dos torturan, las dos atropellan los derechos humanos, las dos atentan contra algo más importante que son los derechos de la humanidad a
existir. Es que el capitalismo en sus diferentes versiones es una dictadura de la burguesía sobre el resto de la población.
Esta dominación se sostiene sobre una psicología especial, una manera de pensar que no permite relacionar los problemas con el sistema que los produce, esa es la clave de la dominación. De esta manera, la tortura y asesinato del capitán, por ejemplo, es atribuible a la mala acción de unos militares que serán condenados; el costo de la vida es problema de uno o dos supermercados que especulan; la miseria es consecuencia del bloqueo; la baja producción petrolera, las fallas eléctricas, son imputadas a los corruptos, acusación tanto alegre cuanto imprecisa. Siempre la excusa tiene como objetivo ocultar al sistema capitalista como causante de las desgracias de la humanidad. Así las sociedades se mantienen dentro del redil, la tensión social busca salida en vías que no ponen en peligro el sistema.
En Venezuela, después del asesinato del Socialismo, el capitalismo nos sumergió en uno de estos ciclos. Maduro es la fase dictatorial y guaidó representa la fase democrática burguesa, volver a la cuarta. Mucha gente, muchos dirigentes, caen en esa trampa que lleva siglos mareando las luchas revolucionarias.
El ciclo se debe romper para abrir el camino revolucionario, las formas son variadas, pero todas deben tener el objetivo de relacionar los problemas cotidianos con la esencia del sistema capitalista, ese es el escenario de la confrontación, ese es el papel principal de la vanguardia revolucionaria.
El sistema a veces muestra sus grietas, entonces, los revolucionarios deben acentuar la campaña de información, de explicación, ampliar la grieta, mostrar el trasfondo de la realidad. Una de estas grietas es el asesinato del capitán Acosta. En el tratamiento de ese caso se evidencian las posiciones de los defensores del sistema y la posición de los revolucionarios. Veamos.
Los defensores del sistema lo presentan como algo circunstancial, veloz brincó diosdado vocero y justificador de las canalladas es la mala praxis de unos militares, no es la esencia del gobierno, coro le hacen los que gaznápiros de la dictadura que tienen programa en los medios. El gobierno, en una triste actitud, donde las victimas de ayer son los verdugos de hoy, donde los que ayer sufrieron torturas hoy las toleran y por debajo las estimulan, se limita a declarar pendejadas, ocultar los hechos de tortura, buscar a quién culpar como es su costumbre. Otros, los guaidó, que ya torturaron bastante en la cuarta república, atacan al gobierno pero no a las causas de la tortura. Aprovechan la grieta para que todo siga igual. Ellos vendrán con más represión, más torturas, más entrega, pero con una fuertísima manipulación de la opinión pública.
Lamentablemente, falta en el escenario una vigorosa posición de la vanguardia revolucionaria; aunque, hay que reconocerlo, se oyen fuertes voces de denuncia, todavía aisladas.