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"[…] no parece haber habido ninguna filosofía que comience de nuevo, sino que todas han brotado partiendo de las anteriores -desde cierto momento- cabe decir que todas las anteriores".
José Ortega y Gasset
La cita viene a cuento, porque refiere con justeza algo que sucede con la teoría de Marx: su relación crítica y creativa con algunas de las más importantes tradiciones filosóficas. Las tesis de Marx no fueron el producto de una divinidad ni de un intelectual caprichoso y temerario, sino el resultado de un proceso. En su labor como intérprete de su tiempo, Marx demostró ser un hombre genial, pero no por ello menos determinado por una situación histórica concreta y, por tanto, impulsado a transformarla. Esa labor transformadora, en su caso, comienza con la impugnación de buena parte de los sistemas y escuelas de filosofía de mayor relieve en la tradición y termina con la formación de una nueva perspectiva teórica, una forma inédita de concebir el mundo y pensar las cosas.
"A ESO LO LLAMAMOS MARXISMO FÓSIL".
Lo que Juan Barreto, Javier Biardeau R y Héctor Sánchez llama "marxismo fósil" en https://www.aporrea.org/ideologia/a281304.html, es el resultado de una prosa inflada y vicios formales de toda clase. Las limitaciones de contenido se deben, sobre todo, por la inanidad general del debate sobre los problemas ontológicos y epistemológicos implicados en la teoría de Marx. En la Venezuela de los años 70 del siglo XX, esos asuntos eran abordados, con la voluntad de rigor requerida, por unos pocos como Ludovico Silva y Rigoberto Lanz; en menor medida, aunque con estimables contribuciones, por Federico Riu y Eduardo Vásquez.
En aquellos tiempos, en los ámbitos que se autoproclamaban marxistas, predominaba cierto discurso de digesto, recetario y catecismo, con el que se nutrían, en lo esencial, los análisis políticos de la Izquierda Venezolana. Si en la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Zulia no se llegó a la desertificación teórica total, fue por obra de algunos profesores y estudiantes, que desde la cátedra, el activismo social-estudiantil o el genuino interés doctrinario, se aplicaban en granjearse libros "con las uñas", organizar actos ad hoc, secundar alguna revista -como Expresamente-, aprovechar espacios como el viejo suplemento cultural de Últimas Noticias y algún otro de circulación local e iniciativas por el estilo, que sólo muy vagamente puedo recordar, a tantos años de distancia. En medio de tanta adversidad, el apoyo incondicional del arq. Héctor Iglesia Chaves resultó sencillamente impagable. Lo mismo cabe decir del respaldo logístico ofrecido por el entonces director de escuela arq. Pedro Romero.
Desde un principio, lo que ahora ideológicamente manifiesto estuvo motivado por la intención de hacer una lectura leal del pensamiento de Marx sobre el ser social y los modos de conocerlo. Dicho en términos más técnicos, estas páginas resultan del examen de cómo se articulan la praxis, la realidad social y su conocimiento en las principales obras de Marx.
Este es el fondo sobre el que cabría entender la idea de método en Marx. La palabra griega "método" –conviene tenerlo presente- significa "camino". Este modesto artículo se propone responder la pregunta por el camino de acceso al ser social, según Marx. Pero es imposible lograrlo, si no se tiene en cuenta la peculiar objetividad de la realidad social, sustentada –a diferencia de la de los objetos naturales- en la práctica social desplegada por seres humanos interrelacionados, a lo largo de la historia. Esto justifica las respuestas dedicadas a esclarecer, en lo posible, las nociones de sujeto y objeto, totalidad concreta, abstracción, praxis y afines. La parte destinada a la formación del pensamiento de Marx responde a la intención de concretar, en su biografía intelectual, lo que él mismo practicaba a la hora de emprender el estudio de cualquier asunto de su interés: conocer y comprender su historia. No está de más que el ensayo Izquierda Venezolana de Juan Barreto, Javier Biardeau R y Héctor Sánchez se esmere en ponerlo en práctica, aunque sea "circularmente", es decir, a propósito del proceso de su propia concepción y elaboración.
Espero que esta respuesta parcial deje en el hipotético lector la interpretación de que la teoría de Marx es una ciencia, saber digno de ser conocido por toda persona de mente abierta. Cuando hablo de "ciencia" estoy pensando en la clásica idea de scientia: un saber sistemático, metódico, fundado en razones y en argumentos coherentes, en solidos criterios de verdad. Ha sido un abuso histórico el que cierto modelo epistemológico se haya arrogado, en las postrimerías de la Modernidad y en nuestro tiempo, el monopolio de la ciencia y El (único) Método Científico. No conozco razones suficientes para escamotearle, por ejemplo, a la fenomenología de Hegel la condición de "ciencia de la experiencia de la conciencia", como la entendió el gran pensador alemán.
No se puede negar que, en nombre de Marx y de sus tesis, el ensayo Izquierda Venezolana de Juan Barreto, Javier Biardeau R y Héctor Sánchez se han cometido desmanes indefendibles, pero ello no basta para descalificar a estos. Todo sistema doctrinal y todo sistema teórico están expuestos a abusos de diversa índole. La infinita ristra de crímenes y tropelías que se han cometido invocando al Crucificador no invalidan, per se, su Evangelio, su "Buena Nueva". Las arteras manipulaciones que hicieron los nazis y su hermana Elisabeth Forster-Nietzsche, de los escritos de Friedrich Nietzsche, no son suficientes para una condena contra su pensamiento. Lo mismo cabe decir de las ideas de Marx. Es impropio de Juan Barreto, Javier Biardeau R y Héctor Sánchez evadir el dialogo crítico. Lo que, en todo caso, debe privar es la voluntad de comprensión critica –dejando de lado las reprobaciones en bloque y la connivencia ciega, sumisa, dogmática, mediocremente "religiosa". En suma, la actitud que se merece toda visión del mundo sustentada por la voluntad de rigor teórico, sea el platonismo, el cartesianismo, el kantismo, la fenomenología husserliana o el freudismo, por casos.
En concordancia, justamente, con esa actitud, tampoco se puede negar que el tiempo ha pasado en vano para la teoría de Marx. De hecho, es claramente antimarxista, contrario al historicismo marxista, negar y desdeñar el hecho de que las ideas de Marx están también determinadas por el momento histórico en que fueron concebidas y a cuyo escrutinio iban dirigidas. Hay aspectos del marxismo originario claramente obsoletos. Sin embargo, tampoco eso justifica desdeñarlo y renunciar a la crítica con base en razones sólidas. El pensamiento de Marx tiene como correlato fundamental la consolidación del capitalismo como modelo de producción, apropiación y acumulación de excedente de riqueza generados por las más diversas formas de trabajo humano; sin este dato, ya secular, la obra de Marx ni siquiera habría sido posible. Resulta obvio, entonces, que mientras prevalezca en el mundo los elementos esenciales de la lógica del capital, el marxismo mantendrá una vigencia relativa a dichos elementos. La más reciente crisis capitalista mundial y las medidas que ha suscitado en el plano económico y político confirman esa verdad.
Ojalá este articulo-respuesta contribuyan en algo a conocer lo que considero más valioso de la rica trama teórica trenzada por Marx. A ver si su lectura permite a Juan Barreto, Javier Biardeau R y Héctor Sánchez apreciarlo o reprobarlo con suficiente conocimiento de causa, desde una inalienable actitud democrática y de honestas búsqueda teórica: "… ahora sus rostros, sus expresiones de amargura, de indignación, de reclamo, o incluso de furia, y, desde luego, también de ilusión y de esperanza, se han hecho evidentes, se colocaron en primera fila. De manera que ya nadie los puede ignorar. Los muros del club se hicieron de vidrio y ahora se ve que el paisaje no era tan puro y limpio como se suponía." https://www.aporrea.org/actualidad/a281286.html.
¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento… ¡