El país está ahogado en una profunda crisis, no es necesario describirla, todos la padecemos. La crisis se ha profundizado sobrepasando las soluciones tradicionales, el nivel político se confiesa impotente para resolverla, al contrario, con su torpeza la agudiza; el deterioro de la economía la agrava; la respuesta social, el éxodo y la apatía, la aceleran. La situación es definitiva. Llegó la hora de los militares, ellos son el factor decisivo de esta crisis, de su conducta depende el futuro.
Es difícil saber qué pasa allá adentro. Este sector, tradicionalmente hermético, se cierra más en la fase terminal de la crisis. Para tener una idea de los intríngulis militares debemos valernos de la opinión de los expertos y de las conjeturas apoyadas en los pocos datos que afloran.
Los militares son cortejados por los bandos en pugnas: el gobierno, con su alianza con rusos y chinos; y los guaidós, postrados a los gringos. El gobierno tiene un discurso falsochavista, cabalga el sentimiento chavista. Este engaño le valió el apoyo militar en los primeros años; luego, la mentira quedó en evidencia y el gobierno echa mano de los peligros extranjeros, se desempolva la tensión con Colombia, se activa el peligro de invasión, se habla de guerras de todo tipo.
Allá adentro, justo es suponer, habrá militares honestos que creen las patrañas del gobierno, y habrá militares que ven las contradicciones del gobierno. Se habla de un cerco económico, pero abundan los bodegones con mercancía importada, los dólares son moneda corriente. Se habla de intenciones de asesinato al presidente, pero éste puja por una entrevista con su supuesto enemigo, se habla de guerra económica pero las compañías gringas explotan el petróleo y el Arco Minero.
Allá adentro, justo es suponer, habrá militares que cumplen órdenes sin chistar, y habrá militares pensantes y sintientes que ven con recelo cómo los colectivos al servicio de las necesidades de la cúpula dirigente actúan sin ley en las calles de Caracas. Y resienten que la Fuerza Armada quede como protectora de estas bandas, degradándose así al papel de una banda más con funciones de protección a los grupos ilegales, enfrentadas a la masa hambrienta que pide condiciones de vida más o menos digna, como fue el caso de los maestros agredidos por las bandas de maleantes; o al triste papel de apoyo a las trapacerías parlamentarias del gobierno y los diputados oportunistas.
Habrá militares, justo es suponerlo, conscientes de que con el Comandante Chávez se elevaron a su condición de pueblo armado, artífices de una verdadera Unión Civico-Militar con objetivos altruistas patrióticos, conscientes de que son herederos de las mejores luchas del Ejército Libertador, de los Próceres que actuaron poniendo a la Patria por sobre el interés individual mezquino, que sienten en el alma profunda el compromiso con este país que se disuelve en la incompetencia y la felonía de sus gobernantes.
No sabemos cuál de estos grupos resolverá la crisis, cuál marcará el rumbo; de lo que sí estamos seguros es que ese pugna interna decidirá el futuro de este país. Que cada uno cumpla con su responsabilidad. Los que así lo hicieren podrán vivir tranquilos, los que se rindan al beneficio material inmediato no podrán dormir tranquilos, no podrán ver a sus hijos, a sus nietos, a los ojos cuando les pregunten qué hicieron por salvar a su Patria.