Transitamos terrenos propicios para una terrible guerra civil, ya vivimos en una guerra fratricida de baja intensidad. Las señales son nítidas, el dilema hoy es rectificar o perecer. Veamos.
La corriente del falso chavismo, tosco, antihumano se va imponiendo, toma la dirección del madurismo, ocupa el vacío que deja la estulticia de la fracción lumpen sindical. Esta corriente belicista, la que amenaza con misiles a Bogotá, moviliza a gavilleros contra maestros y enfermeras o llama a vendetta contra los sentenciados por ellos como enemigos de la Patria, son los que postulan que en una guerra contra los enemigos aparentes del madurismo todo es válido. No toman en cuenta las consecuencias morales, resucitan aquella falacia de que "el fin justifica los medios", ignorando que "los medios prefiguran el fin". No van más allá de las apariencias: pelean de mentiritas con trump, pero nunca con las compañías gringas; no tocan a guaidó ni con un pétalo, juegan a la guerra como jugar dominó.
Con esa conducta, con esa armazón teórica y con el poder que tienen intentan resolverlo todo con la fuerza, usan a la Fuerza Armada para sus fines. Así observamos a oficiales dirigiendo "batallas" que corresponden más bien a guapetones de barrios; al malestar de la población lo reprimen con la violencia de las bandas. Hasta ahora les ha ido bien, los manifestantes se retiran, se calla el malestar. Esta conducta, necesariamente, producirá su contrario: del lado opuesto al gobierno surgirá la violencia también organizada, un día cercano los falsos colectivos se encontrarán con resistencia violenta, la Fuerza Armada desprestigiada, desgastada su imagen en peleas que no le corresponden, será inútil para contener el caos y así llegaremos al punto de no retorno, la guerra civil irá copando el escenario, el fascismo se instalará como opción.
Quedará demostrado así que la ideología, la teoría, es decisiva en el rumbo de las sociedades. En Venezuela se entronizó un gobierno con la ideología del lumpen sindical, con la teoría del pragmatismo, del tacticismo, y el resultado fue un madurismo tosco, antihumano que nos condujo a este desastre total. Queda demostrado: los marginales, el lumpen, tienen la ideología de la destrucción, incapaz de construir, carecen de visión de Estado, de sociedad, desprovistos de estrategia sólo pueden dirigir una nación hacia el caos, son puerta por donde entra la barbarie.
Con el madurismo, rápidamente, se acostumbró el país a la inmediatez, a sólo pensar en el hoy, el futuro no existe, el conocimiento no es necesario, todo se puede improvisar, no importan los fracasos, lo necesario es saber mentir, las excusas, tener éxito en buscar culpables. Ahora el país del madurismo se encuentra a las orillas del abismo, como el borracho aquel que termina en una zanja, sin la quincena, cagado y no encuentra con cuál excusa volver a casa, ya agotó todas las mentiras, la realidad lo alcanzó.
No nos pidan soluciones, no esperen que digamos qué hacer, eso ya suficiente se ha dicho, es hora de que cada uno asuma su responsabilidad, no hay disculpas. Que el país salga de la cuneta madurista de la única manera que es posible: enfrentando su realidad, sus culpas, que sepa que la solución siempre está en sus manos.
El pueblo, sus dirigentes, son el problema y son la solución.