Los que han sostenido que en la actualidad el marxismo leninismo es un asunto teórico desfasado, que las aspiraciones a cambiar el capitalismo por el socialismo e instaurar la dictadura del proletariado, son cosas del pretérito pluscuamperfecto. Les decimos desde la situación actual: "A la vejez, viruelas".
Lenin nació el 22 de abril de 1870; de eso hace, 150 años. Ya, en su juventud, anduvo Lenin conduciendo a los proletarios rusos hasta la toma del poder en octubre de 1917. De allí el conjunto de reformas y transformaciones económicas que sacaron a Rusia del feudalismo zarista y se pudo constituir la URSS.
Ahora, después de la Segunda Guerra Mundial, vemos la continuidad de un mundo ensangrentado por guerras imperialistas: Viet Nam, Chile, Argentina, Yugoeslavia, Irak, Libia, Siria, Yemen y Palestina, con millones de víctimas. Llegamos al 2020 y notamos que el sangramiento del mundo, no sólo continúa, sino que también se refuerza con la miseria y el temor global a la muerte (por guerras y pandemia); no se puede más que concluir que, el mundo necesita una buena dosis de marxismo-leninismo, para poder concluir un ciclo más de vida y proyectarse con seguridad hacia el futuro.
¿Qué significado posee esta proposición?
Significa qué, para superar la situación actual de amenaza de bloqueos, intervenciones militares y de virus; es obligatorio firmar tratados internacionales de paz, bajo el amparo de la ONU y el Consejo de Seguridad, que conduzca a reducir y luego suprimir: las deudas externas, la venta de armas, la invasión a Palestina y devolución de sus tierras robadas; detener el bloqueo económico a Cuba, Siria, Venezuela, Palestina, Yemen y Corea del Norte.
Instaurar una nueva política económica que combine una modificación radical de las relaciones comerciales internacionales, priorizando la colaboración recíproca y la compartición tecnológica, que permita la recuperación del mundo POST PANDEMIA; que implica la participación de todos los países. A esto le teme Trump, Bolsonaro, y otros.
Internamente en Venezuela, esto significa: volver a transferir al Estado y a los trabajadores organizados, el control de la industria gasífera-petrolera, la minería y las tierras reformadas, que con Maduro volvieron a sus antiguos poseedores privados. (las trans nacionales, la oligarquía comercial, industrial y terrateniente.)
Hacer esto, es desechar las medidas ilusas y de interés privado capitalista y contabilizar concretamente los recursos: activos fijos y circulantes del Estado, reimpulsar las reformas y la seguridad alimentaria, laboral, salarios, salud y de alegría social cultural y muchas cosas más, a favor del socialismo. Todo lo anterior ya no es atribución de Maduro y su gobierno, sino de un pueblo nuevo y con un partido auténticamente socialista. Marx y Lenin viven.