Implacables en el combate, magnánimos en la victoria. Triunfo obliga reflexión.
La Revolución continúa. Para eso hay pueblo y líder. El resto es accesorio.
Ganamos bien a pesar de una pésima campaña. Pero nos faltó esfuerzo y creatividad para llegar a ese treinta por ciento que se quedó en sus casas. Me refiero a los casi tres millones de potenciales votantes bolivarianos que no sufragaron. ¿En qué medida influyó en ello la mala interlocución local? ¿O el malestar entre el pueblo chavista por el burocratismo y la corrupción que nos afectan? Precisamente contra esos dos flagelos desenvainó las espadas el Presidente la misma noche del tres de diciembre.
Ahora nos toca emprender la gran marcha hacia el futuro. La construcción del Socialismo del Siglo XXI tiene también dos armas fundamentales que son soporte de la conquista de la utopía; ellas son: la ética y la economía socialistas. Son también el reto que debemos superar para subir al paraíso.
La ética socialista es la conducta revolucionaria basada en el conjunto de valores morales que nos enseñaron nuestros héroes y mártires: el amor, la honestidad, la capacidad de desprendimiento y entrega, el patriotismo, la solidaridad, la lealtad, la amistad, la pasión por el conocimiento, el trabajo.
La nueva ética socialista, como la ha definido Chávez, es la prioridad A1 de la estrategia nacional para los próximos cien años. Sólo sobre ella podremos levantar un edificio inexpugnable de patria y dignidad. El socialismo no se hace con dólares y petróleo, se construye de conciencias y disposición creadora.
Y es lógico que hablemos de una ética socialista y no de una ética en general, porque la conducta y los valores de los que soñamos y luchamos por un mundo de iguales, no es ni será nunca compatible con la del capitalismo y el imperialismo, que propugnan el individualismo y el consumismo desaforado para garantizar la maximización de la ganancia y la enajenación de las personas. La ética socialista abre los ojos a la gente frente a la realidad explotadora y alienta el camino de la historia por una mejor humanidad.
La economía socialista es la segunda línea estratégica planteada por nuestro líder dentro del Plan Nacional Simón Bolívar. Necesario es inventar. No existe modelo alguno a seguir. Toda Revolución que se precie de serlo, debe crear su propia economía política. El pobre manual de Nikitín fue sólo un ensayo de dogmatismo. Las experiencias de otros son sólo eso: experiencias de las que podemos sacar algunas enseñanzas. Nada más. Recetas, nunca.
La creación de un Poder Ejecutivo Popular con los Concejos Comunales puede ser parte importante de esa inventiva necesaria. El fortalecimiento inusitado del movimiento cooperativista también apunta a la colectivización de los medios de producción en una fase transitoria. El respaldo decidido a la pequeña y mediana industria contribuye igual a la proliferación de una amplia masa de pequeños propietarios generadores de empleos alternativos y tecnologías intermedias muy necesarias en estos momentos de despegue productivo. Por supuesto que todo esto va combinado con una sana y soberana propiedad estatal sobre los principales medios de producción nacionales, léase minas e hidrocarburos y otros bienes naturales, sin los cuales sería imposible avanzar en nuestro modelo.
Ética y economía, espíritu y materia, unidad corpórea de la existencia. Conciencia y arepa. Son la fe y la sangre. Juntas hacen la fuerza que mueve al mundo hacia un futuro mejor. Hacia una humanidad sostenible y solidaria. La única forma de hacer pervivir la especie. ¡Enhorabuena Venezuela!
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