"Parece ser que la política la inventó el diablo para su divertimento". Esa frase del clásico describe muy bien lo que está pasando en la política venezolana: la de los dos presidentes, los dos parlamentos, unas elecciones de utilería y la ética de los salteadores.
El gobierno madurista (enterrador del Socialismo) supo diseñarse unas instituciones a su imagen y semejanza: al parlamento opositor lo amarró con algunas medidas judiciales, y le puso al lado a la constituyente, que ahora confiesa su servilismo; lo mismo hizo con gobernaciones adversas. Para "legalizar" todo uso al tsj, lo transformó en una franquicia que dicta medidas a la conveniencia de la cúpula. De esta manera, construyó una legalidad y unas instituciones que le permiten gobernar con talante dictatorial.
No obstante, nada es perfecto en la obra humana, y esta excreción del lumpen no podía ser la excepción: Simultáneamente, con la creación de su poder, el madurismo engendró a su propio destructor, a un monstruo capaz de destruirlo. El caso de josé brito, ese ejemplar de la nigromancia oportunista venezolana, nos ilustra muy bien la nueva situación política construida por el madurismo. Veamos.
Por encima de cualquier apego a la ciencia jurídica, atropellando cualquier criterio constitucional, el tsj interviene al partido primero justicia y le nombra una nueva directiva comandada por josé brito. Éste, alegre y orondo, toma posesión respaldado por el alto tribunal. En el gobierno asienten, se oyen aplausos en miraflores. Pero el diablo acecha toda obra humana. A los pocos días, el mismo tsj que en la práctica tiene poderes celestiales le retira el nombramiento a la directiva de brito. Y todos se tienen que meter la lengua en los oídos y aceptar lo que dijo la máxima autoridad respetada por ellos. Nace, o mejor, se evidencia lo que ya había nacido, un nuevo poder que pasaba desapercibido hasta para los propios miembros del ilustre tribunal.
Ahora la política pende de un hilo sostenido, no por los partidos, no por los militares, sino por el grupo de jueces que conforman el tribunal supremo, allí está el verdadero poder. Es de suponer que esta fuerza que ahora aparece nítida, y que antes ya ha defenestrado presidentes, no se mantendrá al margen de la solución de la crisis; a medida que la crisis se profundice, el poder de ellos aumenta y la expectativa en su actuación decisiva se eleva.
El gobierno, sin proponérselo, certificó a su verdugo y está preparando su cadalso. Falta por ver, a la hora de los hornos, para dónde saltará el fiscal, hacia dónde se plegarán los militares. Está por verse la actuación internacional frente a una decisión del alto tribunal que deje a maduro en desacato, o lo intervenga y nombre un interino, o tome otra acción a la que ya el país está acostumbrado, ¿quién la desconocerá? ¿Podrán las faes desatar el nudo? Por ahora, el fantasma de carlos andrés, el recuerdo de escovar salom caminan por miraflores.
Una tarea pendiente es restituir la Constitución, devolver la credibilidad a las instituciones, o mejor, construir instituciones que merezcan la credibilidad. De no hacerlo, de seguir en esta situación de republiqueta de juego de mesa, la misma nacionalidad corre peligro. Está claro que estamos caminando por los bordes de un abismo.