Después de las grandes derrotas, la humanidad busca con angustia de náufrago una tabla de esperanza. En Octubre de 1917, allá en Rusia, renació un ciclo de esperanza que viene a cerrar con la caída del muro de Berlín, o quizá se prorrogó con la resistencia de la Revolución Cubana, y viene a concluir definitivamente con el asesinato de Chávez.
El asesinato de Chávez, y no nos referimos sólo a su desaparición física, sino al olvido de su legado, la entrega de su obra, la traición, constituye una pérdida para el país, sin dudas, pero mucho más grave, una pérdida para la humanidad. Cerrar el ciclo de esperanza que se abrió en el Octubre glorioso, significa el deambular de la humanidad por extravíos de tristeza, de pérdida del sentido de la vida, de la condición de humanidad, de una fragmentación brutal, de regreso unánime al mundo de la mezquindad, de lo ínfimo.
La humanidad se resigna a languidecer en manos de charlatanes, el fenómeno brota en todo el planeta, el mundo está huérfano de líderes, de instituciones, de maneras; las formas de gobierno hacen agua, la democracia burguesa es prostituida y develada la farsa. Las elecciones burguesas no resuelven la sucesión de gobiernos, desacreditadas, no consiguen paliar la crisis espiritual que agobia a una humanidad sin sentido.
La desaparición del Comandante Chávez, del intento chavista de oponerse a la conclusión del ciclo de esperanzas, trajo en lo nacional, ya lo sabemos, al madurismo, un sarcasmo del chavismo. El madurismo, vertiginoso, perdió el escrúpulo de simular revolución y demuestra su condición de mentalidad de ricachón apropiador petrolero, arruinado, pujando por parecer próspero con los casinos, los bodegones, las importaciones groseras, la privatización de todo, el regreso al capitalismo ahora sin las excusas de castrico soteldo, y jesús germán farías.
El extravío del rumbo chavista es una gran derrota para el país, y una catástrofe para la humanidad. Con Chávez se fue la esperanza en el Continente y el Planeta: la unión de los países hermanos con un común origen, la formación de polos que verdaderamente justificaran la multipolaridad, fue sustituida por la fragmentación de gobiernos fantoches, las peleas fraternales, los odios mellizales. El mundo se quedó sin referencias, a un bribón como trump lo sustituye un bobo, uno de los principales polos mundiales se apaga. Europa se retuerce, inerme, sin liderazgo, es sólo un pálido eco de la Europa de los grandes líderes. China crece sobre los espectros de su gente, la contaminación y la locura del capitalismo suicida. El verdadero polo, el Socialismo, sigue ausente.
Es así, la humanidad sufre una gran derrota que traerá consecuencias terribles, el hombre sin sentido es un peligro para él y para la vida. Es urgente, a nosotros corresponde el reto de recuperar el camino de la esperanza; aún hay tiempo, aún Chávez recorre los corazones de este pueblo y del Continente. Después de una gran derrota es necesaria una acción audaz que devuelva la pasión, que demuestre que no todo está perdido. Después de una gran derrota es el tiempo de la grandeza. Un grito oportuno, un solitario erguido frente a un tanque en alguna plaza, un grupo de hombres saliendo de madrugada un 4 de febrero, en búsqueda de su sueño, cuatro que juran cobijados por un Samán, un hombre que renuncia y cambia el curul por la miasma del campamento… alguno de esos gestos que parecen pequeños pero que cambian mundos, hace falta hoy.
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