Una densa nube distraccionista cubre la realidad venezolana, asuntos subalternos se elevan a niveles protagónicos, mientras elementos fundamentales son enterrados o pospuestos. La capacidad de enredo y confusión parece ser infinita, se ha ejercitado durante muchos años, y convertido en una poderosa arma contrarrevolucionaria. Veamos.
Los asuntos que se discuten, la seriedad, el rigor con que se discuten, indican la claridad y la madurez de un proceso revolucionario.
Hoy tenemos propuestos muchos temas para discutir: el partido único, la reforma territorial, la reforma de la Constitución, el poder popular, las leyes habilitantes, etc, etc.
Se discute con abundancia, con vehemencia se levantan tolvaneras de argumentos. Es que algunos de estos puntos, como el partido único o la división territorial, son vitales para la sobrevivencia de muchos que ven venir una nueva era y temen no poder adaptarse a ella. Aquí cabe la pregunta: ¿se está abordando la esencia de la revolución, el móvil de los móviles revolucionarios?
El problema de la propiedad, asunto central de la Revolución, no se está discutiendo, está oculto bajo una niebla mezquina. Y, ya sabemos, como se resuelva el problema de la propiedad, así será la Revolución. El partido único, la división territorial, la conciencia del deber social, todo será determinado por la propiedad. En resumen, sin la hegemonía de la propiedad social de los medios de producción, no es posible el éxito en la batalla cultural que es la Revolución.
No discutir sobre la propiedad, ya significa una toma de posición frente a la cuestión. En estos días oímos a alguien que finge de “teórico revolucionario” diciendo que la propiedad social de los medios de producción se debería discutir después ¡insólito! El problema más importante de una Revolución se pospone, y se oculta tras una cortina de palabras y objetivos subalternos.
Claro, al no discutir las relaciones de propiedad, al poner estas relaciones como una materia menor, intrascendente, se facilita imponer de contrabando a la propiedad nosocial de los medios de producción, y se le da así un golpe mortal a la Revolución.
Porque las formas de propiedad nosocial son formas capitalistas, y por tanto se comportan como una enfermedad virulenta dentro de los procesos revolucionarios. No son inertes, se expanden, crean conciencia egoísta, y al final reclamarán más capitalismo, yendo sobre las áreas de propiedad social que ingenuamente creímos protegidas.
De esta manera, como decía el Che, por pretender usar las herramientas melladas del capitalismo para construir el Socialismo, extraviaremos el camino.
Es necesario desechar los intereses mezquinos que convierten lo subalterno en trascendente.
Lo central de la discusión debe ser la relación de propiedad, que es el móvil de los móviles.
¡Propiedad social de los medios de producción, es Socialismo!
¡Conciencia del deber social es Socialismo!
¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo auténtico!