Siempre los análisis van dirigidos a las manifestaciones políticas y se olvidan de las consecuencias en el alma, en la conciencia, en las conductas de los protagonistas. Comentamos las medidas económicas, por ejemplo, y descartamos la conciencia de los que las toman. No pretendemos hacer un diagnóstico psiquiátrico, esa es labor de especialistas, sólo hablaremos del alma que asoma en los discursos de los maduristas, eso está a la vista, cualquiera lo capta.
El discurso madurista, en cualquier escenario y en todos los niveles, va cargado de ataques a la izquierda, de odio a los revolucionarios; a veces personalizado, a veces generalizado, como cuando atacan a una difusa "izquierda trasnochada". Ese discurso llorón contra los espectros de un pasado que no quieren recordar tiene dos razones principales.
En lo personal, muestra el alma atormentada por la traición de una personalidad vaporosa que se mueve con los vientos de la época. Recordemos que el madurismo ayer se disfrazó de paladín revolucionario, y para lavarse las culpas de su desdén por la épica guerrillera, llevaron con bombos y platillos a Fabricio al Panteón, cuando antes se burlaban de los que se fueron a las guerrillas "para que los picaran los mosquitos". Ayer militaron en partidos llamados de la ultra izquierda: la Liga Socialista, el PRV, en el PSUV de Chávez (el anticapitalista y antiimperialista sin ambages). Y ahora los llaman izquierda trasnochada, se burlan de esas posturas críticas. Esa traición a ellos mismos, esa maleabilidad de la personalidad los atormenta.
También el ataque madurista contra su pasado reciente es un mensaje que va dirigido a los empresarios extranjeros y nacionales, con ese discurso les dicen: "ya no somos aquellos, ya no somos peligrosos, no nos teman, tengan confianza vengan y compren trozos de la Patria, la negociación es segura, hasta una ley hicimos para respaldar la compra de zonas petroleras, de fábricas de propiedad social, todo en secreto. Ahora atacamos al PCV tal como lo exige el libreto imperial".
El discurso va dirigido, por supuesto, a construir un enemigo, un fantasma a quién odiar, no puede ser la derecha gringa porque ésta es parte del plan de entrega, apoya la traición, entonces sólo les queda crear este fantasma, acusar a los dirigentes del pasado, a "la izquierda trasnochada". Este recurso no es nuevo, lo han usado desde Hitler acusando a los comunistas de incendiar el Reichstag, los de la cuarta república acusando a Chávez de comandar el asalto a Cararabo, hasta los gringos acusando a Cuba de terrorista, pasando por la cuarta república que con la misma acusación a los partidos de izquierda a los que pertenecían los renegados de hoy. Seguro que mañana aparecen haciendo actos simbólicos reivindicando ese pasado. Pero no se trata de actos, se trata de acciones, de cumplir los requerimientos del capital internacional dispuestos a comprar las joyas de la abuela.
La historia, la realidad, es implacable, y la mentira tiene patas cortas. Lo que ellos quieren olvidar, lo que los atormenta aparecerá en su conciencia, siempre estará atormentándolos, no se puede callar la conciencia con berrinches en los discursos, atacando a las sombras, siempre los espectros regresan y ese tormento no lo calman los medicamentos ni el licor.
Existe el peligro real de que el madurismo pretenda calmar el tormento, aquietar la conciencia que los tortura, amansar su angustia, sus culpas reprimiendo, sea encarcelando a quien les recuerde su pasado, o atacándolos moralmente con sus poderosos medios de deformación de la verdad.
¡CHÁVEZ VOLVERÁ!