El fracaso es rotundo. La Patria, triste, ocupa los primeros lugares mundiales, históricos, en pobreza material y espiritual. El éxodo de la masa depauperada alcanza niveles bíblicos, la inflación bate récord olímpico; destruyeron a PDVSA, la roja rojita; acribillaron al salario, eliminaron la moneda. Ya se agotan las excusas, ahora no es posible culpar a nadie, ni a nada. La conclusión es lapidaria: ¡el madurismo es inútil!, incapaz de resolver el caos que él creó con la única habilidad que posee: destruir. Han pasado ocho años y cada día el país se hunde más, cada día aparece un nuevo descalabro. ¿A qué esperan para pedirle la renuncia?
Deben hacerlo, en ese momento comenzará una nueva historia, volverá la alegría, la patria tendrá esperanzas de seguir existiendo. Es verdad que al hacerlo se corre un gran peligro, pero quienes lo hagan demostrarán que aún queda dignidad, pensamiento altruista, capacidad de riesgo. También es verdad que habrán entrado en el corazón de la masa desesperada, sus nombres retumbarán en todo el planeta. Deben ser gente con vocación de historia, de futuro, con raíces en las gestas heroicas que dieron origen a la nacionalidad.
Es imprescindible que la renuncia venga complementada con el día después, con la definición clara del rumbo futuro. No debe ser renuncia para abrir camino a la oscuridad del fascismo, o a la burla de un regreso al pasado de la cuarta. Al contrario, la renuncia debe abrir la puerta a un futuro de fraternidad, debe ser el retomar el camino que una vez transitamos cuando asombramos al mundo demostrando que no todo está perdido, que es posible un mundo diferente del capitalismo, que el rumbo hacia la extinción no es una fatalidad, que la humanidad tiene esperanzas.
Esta es la hora más difícil de la Patria en toda su existencia, nunca había estado en tal peligro de extinción. Hoy necesita de sus mejores hombres, mañana el daño será irreversible, como alguna vez dijo el Libertador con tristeza: ya no habrá Patria que defender. Lo difícil del momento será la medida de la grandeza espiritual de los hombres que acudan a salvarla.
Hay esperanzas, bajo las mentiras de los medios de comunicación de los usurpadores, más allá de las deformaciones de las redes sociales, de la unanimidad de los capitalistas, están las ideas que un día guiaron la redención, el humanismo que se llevó a la práctica cuando todo un pueblo se levantó unido en búsqueda de objetivos altruistas, demostrando que la ética egoísta del capitalismo es superable. Los hombres capaces de concretar esos sueños existen, las ideas están allí, esa unión de ideas humanistas y hombres decididos a darlo todo por ellas es invencible.
En las catacumbas se fragua el futuro, desde el fondo de una cueva se oirán voces pidiendo la renuncia, anunciarán que se aproxima el momento. Y esa madrugada, cuando el mismo rayo que iluminó el 4 de febrero, la misma fuerza telúrica del 1810, del Paso de los Andes, estremezca la Patria, tendremos noticias de hombres y de ideas. Entonces regresará la alegría a la Patria.
¡CHÁVEZ VOLVERÁ!